La Costa del Sol encara su primer verano sin Tívoli
El parque de atracciones permanecerá previsiblemente cerrado esta temporada alta
La empresa que ha explotado el espacio hasta 2020 deja una deuda de 11,2 millones a entidades públicas y privadas
Benalmádena/La Costa del Sol se enfrenta a su primer verano sin que el parque de atracciones Tívoli World, localizado en Benalmádena, preste sus servicios de ocio a las familias residentes y turistas, una postura que se basa en la situación que atraviesa el espacio lúdico de insolvencia con una deuda de 11,2 millones de euros, concurso de acreedores y conflictos judiciales.
La posibilidad de cierre del parque lúdico ha generado un clamor social que ha llegado a todos los espectros y apoyan la permanencia del parque la clase política local, las empresas turísticas, los sindicatos, los artistas que han pisado sus tablas, y por supuesto los trabajadores, que se encuentran en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) desde que Tívoli cerró sus puertas en noviembre de 2020, clausurando la que podría ser su última temporada estival.
El carácter icónico del espacio lúdico se sustenta en sus casi 50 años de historia, siendo el único parque de ocio y atracciones con el que ha contado la Costa del Sol desde la década de los años 70 del pasado siglo, siendo el escenario de grandes artistas nacionales e internacionales.
La tristeza y la rabia se dejan notar en la plantilla de empleados de Tívoli, muchos de los cuales llevan más de 15 años dedicados a vender felicidad a los turistas y los residentes locales, y que se plasmó el pasado viernes en una multitudinaria manifestación que recorrió las calles de Benalmádena al grito unísono de ¡El Tívoli no se cierra!. Estos sentimientos se juntan al “miedo a perder tu trabajo después de 15 años”, indicó Jesica, una trabajadora que participó en la marcha, destacando que “no entendemos qué pretenden, estamos sufriendo después de una pandemia y están jugando con nosotros”.
El espacio se encuentra en esta tesitura a pesar de ser rentable, como lo demuestran las cifras registradas el pasado verano, con la entrada de “más de 15.000 niños” menores de 12 años, aunque sí se vio afectada la facturación, según destacó José Luis Guzmán, que lleva al frente de las relaciones públicas de Tívoli 30 años. Los informes del administrador concursal emitidos el pasado otoño, reflejan igualmente que el parque es viable, ya que “defendió una facturación del 50%” respecto a 2019, aseguró el letrado Juan Antonio Sánchez.
El parque de ocio arrastra una deuda de 11,2 millones de euros, de los que 9,5 corresponden a “deuda pública”. En concreto, “4,7 millones a la Seguridad Social y 4,7 a la Agencia Tributaria”, y 387.000 euros al Ayuntamiento de Benalmádena en concepto de “tasas”, mientras que el resto tiene que ver con adeudos con “privados” como bancos o proveedores, explicó el abogado el pasado mes de enero.
Desde su apertura en 1972 por un grupo danés, el parque de atracciones ha pasado por varias etapas hasta el declive actual, que se inició con la compra del espacio lúdico en 2004 por parte del empresario cordobés Rafael Gómez, más conocido como Sandokán, y que debido a su detención por el caso de corrupción Malaya dos años después se vio obligado a venderlo para “pagar a los proveedores y a los bancos”, como reconoció esta semana.
Entre las operaciones que orquestó la familia, la venta del parque se hizo en 2007 al grupo inmobiliario Tremón, reconociendo el empresario cordobés el pasado jueves en rueda de prensa que “llegamos a un entendimiento de vender un paquete de propiedades en un montante de 380 millones” y accedió a la compraventa de Tívoli “por 25 millones de euros”.
En su relato, Gómez indicó que “se escritura el parque” al grupo inmobiliario por esa cantidad, indicando que supuestamente éste entrega “15 millones en un pagaré y 2,5 por el Impuesto del Valor Añadido (IVA)” y exige “que se depositen en la notaría en la que se estaban haciendo las escrituras”. “A los seis meses, llega y se lleva los 15 más los 2,5 millones de la notaría y me debe desde el año 2007 110 millones de euros y se pone a decir que Tívoli es suyo. ¡No ha pagado ni una sola peseta, quiere quedarse con Tívoli sin pagar nada!”, exclamó el empresario, asegurando que se ha gastado en el parque benlamadense “más de 50 millones de euros”.
El resultado de esta exposición es un periplo judicial entre ambas empresas que “afecta a la propiedad y a la posesión de los terrenos y las instalaciones del parque de atracciones Tívoli”, según explicó en septiembre el administrador concursal, el cual se inició por Tremón contra Cipasa “pidiendo que se le hiciera entrega del parque que compró”, contando el grupo inmobiliario con dos sentencias favorables emitidas por el Juzgado de 1º Instancia de Torremolinos en 2017 y por la Audiencia Provincial de Málaga en 2019, siendo recurrida esta última en casación al TS por la segunda compañía, y que está pendiente de ser admitida a trámite.
El parque se encuentra en concurso de acreedores necesario desde agosto de 2020 debido a la petición del grupo inmobiliario Tremón, al considerarlo el Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Málaga como “acreedor”, un procedimiento que está en una fase intermedia a la espera de que el Supremo resuelva el recurso de casación, por lo que Sánchez ve “complicado” abrir el parque este verano, ya que Tremón debe asumirlo con la deuda y su plantilla de 160 personas.
El parque de atracciones Tívoli World abrió sus puertas en 1972 cuando un grupo danés decide invertir en la Costa del Sol y “recrear el mundo de ilusiones semejante al parque Tívoli de Copenhague, en Dinamarca”. La gerencia más destacada la asumió un año después la familia danesa Olsen en 1973 hasta que se vendió a Sandokán en 2004, recordó su relaciones públicas.
Las instalaciones “se montaron en un principio pensando en un público extranjero”, pero pronto “lo empezó a visitar el nacional y local que venía de turismo a la Costa del Sol”, por lo que en 1973 pasó de un “precio único” al “pago por entrada” con los famosos “tivolino” o “súper tivolino” a partir de 1973.
Desde sus inicios, Guzmán detalló que las “atracciones tradicionales” han liderado la demanda del espacio a lo largo de estos años, como “el carrusel o la noria” al poder ser disfrutadas por toda la familia, mientras que en los años 90 el Pasaje del Terror provocó un “gran boom” al ser inaugurado por el actor de Hollywood Anthony Perkins, que supuso un antes y un después para el parque.
Destacado fue el escenario del Teatro de Tívoli, por donde han pasado las principales figuras nacionales e internacionales de cada época como James Brown, Montserrat Caballé, Julio Iglesias, Isabel Pantoja, Rocío Jurado, Miguel Bosé, Sergio Dalma, Miguel Ríos, Lola Flores o Mecano, entre otros.
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