Una fábrica de alimentos

En Andalucía existen unas 3.000 explotaciones, de las cuales unas 430 se ubican en la provincia de Málaga La inversión a la que hay que hacer frente llega a alcanzar los 100.000 euros

Juan Antonio García, en su explotación.
Javier Flores Ronda

16 de marzo 2014 - 05:01

La apicultura, además de un sector económico del que viven varios cientos de familias en Andalucía (430 explotaciones existen en Málaga), como reconoce el propio Parlamento europeo, supone un sector vital para garantizar la alimentación de los humanos. En concreto, según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO en sus siglas en inglés), el 84% de las especies vegetales y el 76% de la producción de alimentos en Europa dependen de la polinización de las abejas.

Estos datos, con las colmenas naturales casi desaparecidas, resaltan la importancia de mantener esta actividad, que se estima genera 25 euros de beneficio en otros sectores por cada euro de ingreso que obtiene por el desarrollo de su actividad. Las cifras reflejan que Andalucía cuenta con unas 3.000 explotaciones que poseen unas 500.000 colmenas, de las que unas 70.000 están ubicadas en asentamientos de la provincia de Málaga, según los datos facilitados por la asociación agraria COAG.

Precisamente, encontrar lugares para instalar las colmenas es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los apicultores en estos momentos. Una circunstancia que llevó a la Consejería de Medio Ambiente a habilitar de forma gratuita distintos espacios para la colocación de las mismas en montes públicos. En concreto, se estima que son ya 100.000 las colmenas ubicadas en estos asentamientos, de las que 6.500 lo están en los 65 emplazamientos autorizados en Málaga. Este simple gesto supone el poder mantener de forma estable unos 200 empleos al año.

No obstante, la mayoría de los enjambres están situados en fincas privadas, gracias a los acuerdos que se logran entre los apicultores y los propietarios a nivel particular. Además, en buena parte de los casos la contraprestación suele ser en forma de miel y no a cambio de dinero, práctica poco extendida en otro tipo de actividades económicas. En concreto, suele entregarse un kilo de miel por cada colmena que se tiene situada en la propiedad.

El sector también está teniendo que hacer frente a los daños colaterales ocasionados por las adversas condiciones climatológicas o los adelantos de la floración, aspecto que hace que disminuya de forma considerable la producción de miel. Un descenso que el pasado año provocó que en Málaga se produjeran unos 500.000 kilos de miel, cuando la producción habitual es de un millón de kilos.

Por otra parte, desde COAG destacan el carácter familiar que suelen tener la gran mayoría de explotaciones apícolas, lo que supone un valor añadido a sus innegables beneficios ambientales y sobre la alimentación. Uno de estos casos es el de Juan Antonio García, un vecino de Cuevas del Becerro que lleva 18 años dedicado a este mundo, teniendo en estos momentos una explotación de entre 600 y 700 colmenas. En su familia sus hermanos también tienen y su hija, a la que animó a dejar el precario empleo que tenía, también se está introduciendo ya en la profesión con sus primeras 40 colmenas. Eso sí, Juan Antonio advierte de la inversión que hay que realizar para tener una explotación de la que poder vivir, que oscila entre los 70.000 y los 100.000 euros. Además, recomienda a aquellos que se sientan atraídos por la apicultura no realizar un introducción de golpe. "Yo recomendaría primero comprar unas pocas colmenas y aprender", dice este apicultor con una larga experiencia.

En cuanto a las peculiaridades de las explotaciones, en la mayoría de los casos también realizan una venta a granel, siendo pocos los que envasan su propio producto. De hecho, buena parte de la miel sale al extranjero, con Alemania como uno de los grandes compradores. Curiosamente, los alemanes prefieren la miel cristalizada (cuajada), lo que supone un indicador de que no ha sido tratada con calor y no está pasteurizada.

Juan Antonio reconoce que en estos momentos los precios son bastante buenos, con ventas que oscilan entre los 2,80 y los 3 euros más IVA por kilo de miel. Eso sí, recuerda que hace unos años se llegó a pagar a 1,20 euros, lo que únicamente renta para cubrir los gastos de la explotación.

Por otra parte, reconoce que los cambios climatológicos les están afectando, al igual que la utilización de algunos productos agrícolas que han sido prohibidos porque provocan la muerte de las abejas. Pero tras esta parte de la cuestión se esconde otra, marcada por los problemas propios del sector, como la falta de concienciación sobre la necesidad de renovar las abejas reinas, aunque muchos están cambiando su pensamiento sobre este aspecto.

De hecho, dos explotaciones de Campanillas y Alhaurín de la Torre ya han comprado todo lo necesario para producir reinas, aunque, en un principio, estarían destinadas a sus propias colmenas. Este aspecto comienza a ser considerado muy importante para aumentar la producción de una colmena, situada en unos 18 kilos de miel. Juan Antonio también llama la atención sobre la necesidad de conservar la especie autóctona de abejas, frente a la posible introducción de otras especies extranjeras que se consideran más tranquilas. En este sentido, apuesta por realizar una selección propia dentro de los enjambres autóctonos, al considerar que se adaptan mejor al clima.

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