La historia del Castillo de Teba renace bajo tierra
Unos trabajos arqueológicos enmarcados en el Plan Director descubren más de 30 nuevos metros de murallas y estructuras de residenciales adosados a los muros
Málaga/Mientras en la superficie proliferan los selfies, bajo tierra aún palpitan las escaramuzas de otros mundos. El Castillo de la Estrella, en el camuflado entre montañas municipio de Teba, esconde todavía mucha más historia de las que se conocen. La enciclopedia está empezando a tomar forma y la famosa batalla que acabó con la toma del castillo por las tropas cristianas del rey Alfonso XI frente al ejército musulmán comandado por el general Ozmín parece condenada a ser solo un capítulo más. Siglos después de su construcción, la leyenda de la fortaleza está escrita pero su historia no ha hecho más que comenzar a componerse.
Es de conocimiento público la importancia de este lugar por ser, junto con el recinto amurallado de Bentomiz, la fortaleza más grande de la provincia de Málaga, con más de 25.000 metros cuadrados. No tan popular eran, hasta ahora, la escalera que, según lo visto, parecía unir la zona de la barbacana con el interior de la fortaleza o la pequeña puerta de acceso al recinto al oeste de la Torre Albarrana.
La estructura primigenia del Castillo de la Estrella ha resurgido de la mano de los últimos sondeos arqueológicos llevados a cabo en el marco de la primera fase del Plan Director de la fortaleza. Estos trabajos, que se han desarrollado durante los cuatro últimos meses y ya han concluido, han tenido como objetivo la documentación y la extracción de datos científicos de cara a posteriores restauraciones. Para ello, se ha excavado en toda la zona noreste de las barbacanas, el perímetro amurallado antaño más vulnerable frente a los ataques. En concreto, se han realizado nueve sondeos.
En palabras de Francisco Melero, el director de estas actuaciones, el propósito ha sido cumplido con éxito ya que la intervención, la más extensa que se ha realizado hasta la fecha en Teba, ha comenzado a aportar documentación precisa de la evolución de la fortaleza, hasta ahora escasa. Uno de los mayores descubrimiento ha sido una parte de muralla desconocida. En total, 32 metros nuevos de muros que hasta ahora habían permanecidos ocultos a causa del expolio. Y es que, tal y como Melero recuerda, la fortaleza no ha sido inmune a los años ni a los agentes externos (meteorológicos y humanos).
Muchos vecinos en el pueblo todavía recuerdan los patios de las casas construidos con materiales del castillo, una tradición oral que ahora forma parte de las constataciones científicas. “Entre los siglos XVIII y XIX, cuando la fortaleza dejó de tener la función de protección de la villa y los tebeños salieron fueran a construir el casco urbano, la fortaleza pasó al desuso y fue expoliada. La mayoría de las casa antiguas de Teba están construidas con piedras extraídas de estas murallas que ahora hemos descubierto”, explica el arqueólogo.
Otro de los hallazgos apuntan a las estructuras de los edificios de la villa que estaban adosados a las caras internas de las murallas. “Durante los sondeos, han aparecido varias casas, con su empedrado”, detalla Melero, para quien la fuerza de estas intervenciones viene de las revelaciones científicas. Estos trabajos han sacado a la luz una serie cerámicas nazaríes anteriores a la conquista de 1330 en los pavimentos del espacio interior de las murallas, un descubrimiento que, en principio, contradice la idea que se tenía de que las murallas de la fortaleza del Castillo de la Estrella eran de época cristiana. “Desde el punto de vista científico, las conclusiones apuntan a que la construcción de los pavimentos y las murallas serían anteriores a la conquista ya que las cerámicas dan esa fecha, pero también es posible que esas cerámicas fueran las que había en la tierra utilizada para construir los pavimentos y las nuevas murallas, como la barbacana, que al construirse inmediatamente después a la conquista, lógicamente eran de cronología anterior”, detalla el director de las actuaciones, apuntando a posteriores investigaciones que lo corroboren.
Los trabajos, en los que han participado una decena de personas y han tenido un presupuesto de 45.000 euros, finalizaron a finales del pasado mes de diciembre con la cubrición de todos los sondeos abiertos con material geotextil y grava. Esta actuación obedece al protocolo de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, organismo que posee la tutela del patrimonio histórico, y persigue un objetivo claro: la conservación. “Sin esta medida, el deterioro por agentes atmosféricos y humanos podría haber sido irreversible”, apunta Melero.
La historia vuelve a estar bajo tierra, pero no de forma definitiva. Según el arqueólogo, esta cubrición no es permanente sino que está supeditada a una serie de proyectos que, en la actualidad, están en proceso de tramitación. Uno de ellos, centrado en la zona de la barbacana, contempla la posterior rehabilitación de las zonas escavadas durante esta intervención. “Cuando el proyecto esté en marcha, descubriremos de nuevo y restauraremos los restos destruidos”, anticipa. “Hace falta un proceso de consolidación de esos restos y otro para su puesta en valor al público. Mientras se acometen, la cubrición es lo que garantiza la conservación”, recalca el arqueólogo, que descarta la idea de comenzar a levantar muros y rearmar la fortaleza para el uso y disfrute. “Nuestro trabajo es aportar datos científicos y todo lo que hagamos con posterioridad tiene que ser en base a ellos, no podemos inventarnos nada”, advierte.
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