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Macharaviaya/En las entrañas de la Axarquía, donde los olivares susurran historias al viento y los campos florecen bajo el sol mediterráneo, se oculta un pequeño pueblo cuyo nombre resuena con una fuerza inaudita: Macharaviaya. Aquí, las campanas no solo marcan el paso del tiempo, sino que despiertan memorias de un pasado glorioso. Este sábado, la historia se hizo carne y hueso, y las calles empedradas de este rincón axárquico se transformaron en el escenario de una epopeya transatlántica: el Día de la Independencia de Estados Unidos.
Corre el año 1776 y en las colonias americanas, un soplo de libertad comienza a agitar las banderas. Mientras tanto, a miles de kilómetros, en un pequeño pueblo español, Bernardo de Gálvez ya siente el llamado de la historia. Nacido en Macharaviaya en 1746, Gálvez se erige como un titán en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Su liderazgo y audacia en la Batalla de Pensacola en 1781, al mando de tropas españolas y francesas, le aseguran un lugar en los anales de la libertad americana.
Este sábado, las calles de su pueblo natal se llenaron de vida y color para honrar su memoria. Miles de habitantes y visitantes se congregaron en una celebración única en España, convirtiéndose en el único pueblo del país en celebrar una fiesta nacional americana de este nivel.
El sol del media tarde pintó de dorado las piedras antiguas cuando el desfile comenzó. Al primer toque de tambor, los espectadores fueron transportados a una época de tricornios, casacas y mosquetes. Los soldados españoles, con sus uniformes rojos y blancos, marcharon con una disciplina que resuena con los ecos de las batallas pasadas. Les siguen los aliados franceses, imponentes en sus trajes azules, y finalmente, los milicianos estadounidenses, cuyos uniformes sencillos narran la lucha por la independencia.
Una figura destacada, encarnó al héroe del día: Bernardo de Gálvez. Su representación no fue solo una imagen; fue un símbolo de valentía y estrategia que ayudó a cambiar el curso de la historia. A medida que avanzó, el público aclamó con fervor, y por un momento, las barreras del tiempo se desvanecieron.
El espectáculo ofreció un recorrido dinámico y emotivo por episodios históricos, desde las reuniones del Congreso Continental hasta la decisiva Batalla de Pensacola, liderada por el propio protagonista. Así, la plaza principal de Macharaviaya se convirtió en un crisol de culturas y emociones. Las melodías de los himnos nacionales de España y Estados Unidos se entrelazaron en el aire, creando una sinfonía de hermandad.
Entre los asistentes se encontraban tanto estadounidenses como españoles. Mientras disfrutaban de su viaje histórico, se deleitaban con comida típica de ambos países, unificando sabores y culturas en una celebración única.
Macharaviaya, con su profunda conexión con la historia de Estados Unidos, se ha consolidado como un punto de encuentro para la memoria histórica y la celebración cultural. Cada 4 de julio, este rincón de España revive un capítulo vital de la independencia estadounidense, fortaleciendo los lazos transatlánticos entre ambos países.
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