La sequía y su efecto en cadena sobre los ecosistemas marinos
La falta de agua dulce y otros cambios asociados perjudican de manera crítica a los estuarios
Otro aspecto derivado de la escasez del recurso hídrico es el aumento de salinidad
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La sequía es un fenómeno que afecta a múltiples ecosistemas en todo el mundo, pero pocos conocen la complejidad de sus repercusiones en los ambientes marinos. Alexis Terrón, biólogo marino, ha profundizado en cómo la falta de agua dulce y otros cambios asociados afectan de manera crítica a los ecosistemas marinos, particularmente en los estuarios.
Los estuarios, donde los ríos desembocan en el mar, son áreas de gran biodiversidad y vitales para muchas especies marinas. Estos ecosistemas son especialmente ricos en nutrientes, que se depositan en el agua a medida que los ríos recogen escorrentías y nutrientes de las lluvias. Según Terrón, este proceso es crucial para la formación de un "bloom fitoplanctónico", donde las algas y microalgas utilizan estos nutrientes para proliferar. El fitoplancton es la base de la cadena alimentaria marina, proporcionando alimento al zooplancton y, en última instancia, a los peces jóvenes y otros organismos marinos.
El biólogo explica cómo la sequía interfiere con este delicado equilibrio. Con la disminución del caudal de agua dulce, se reduce la cantidad de nutrientes que llegan a los estuarios. Esto no solo limita el crecimiento del fitoplancton, sino que también afecta a toda la cadena alimentaria que depende de él. Además, la falta de agua dulce provoca un aumento de la temperatura en estos ecosistemas. "El agua más caliente puede ser letal para muchas especies que no toleran estos cambios de temperatura", comenta Terrón. Las especies que no pueden adaptarse o desplazarse a aguas más frías pueden enfrentarse a la extinción local.
Otro aspecto crítico es el aumento de la salinidad. Los estuarios tienen un equilibrio natural de salinidad, mantenido por el aporte constante de agua dulce de los ríos. Cuando este aporte disminuye, la salinidad aumenta, creando un ambiente hostil para muchas especies. Alexis subraya que "los cambios en la salinidad afectan a las especies marinas, a la flora y fauna dulceacuícola en los tramos superiores de los ríos". Esto puede llevar a la pérdida de hábitats y la disminución de especies de agua dulce, afectando la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas acuáticos.
Asimismo, en algunos casos, como los ríos Vélez, Torrox y Chíllar, su caudal es tan bajo que, debido a la sequía persistente, la desembocadura de agua dulce al mar ha escaseado notablemente. Estos ríos, que tradicionalmente aportaban flujos significativos al Mediterráneo, han visto reducida su capacidad de manera alarmante, afectando tanto a los ecosistemas locales como a las comunidades que dependen de ellos.
Por otra parte, el biólogo señala el río Guadalquivir como un ejemplo representativo de cómo la sequía está afectando a los estuarios. Esta área es una reserva de pesca importante, hogar de especies como la corvina, la dorada y el langostino. Sin embargo, la reducción del caudal de agua dulce ha reducido significativamente las capturas, afectando tanto a la biodiversidad marina como a la economía local. "La falta de agua dulce no solo disminuye los nutrientes, sino que también facilita la entrada de especies invasoras como el cangrejo azul, que compite con las especies locales y las depreda". Esta especie, originaria de América, se ha adaptado a las condiciones de sequía, convirtiéndose en una "amenaza significativa" para las especies nativas y alterando el equilibrio del ecosistema.
La entrada de especies invasoras es una de las consecuencias más preocupantes de la sequía. Terrón menciona que, a corto plazo, las especies locales no tienen tiempo para adaptarse a las nuevas condiciones. "Solo aquellas con un amplio rango de tolerancia pueden sobrevivir. Las demás pueden desplazarse o perecer", añade. Esta situación abre la puerta a especies exóticas que, al encontrar condiciones favorables, pueden proliferar descontroladamente. Un ejemplo destacado es el cangrejo azul, que no solo se adapta bien a la sequía, sino que también depreda a los alevines de especies locales, poniendo en riesgo su supervivencia.
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