"Mamá, ¿hoy vamos a morir?", el testimonio de una familia que lo ha perdido todo en las inundaciones de Álora
"Mamá, ¿hoy vamos a morir?, preguntó una de las hijas de María del Mar mientras observaba que el nivel del agua en su casa no paraba de subir. Con los muebles ya flotando y el riesgo de ser electrocutados, consiguieron abandonar el inmueble, en Álora , y correr hacia la de un vecino, donde se cobijaron en la segunda planta. Los servicios de emergencia los rescataron. Han pasado dos días de aquello y están a salvo. Pero, lo han perdido todo.
El martes, María del Mar y su marido decidieron no llevar a su pequeñas (de cuatro y ocho años) al colegio. Eran las nueve y poco y ya circulaban vídeos por las redes de sitios anegados. En cuestión de minutos, recibieron un mensaje de su vecina: "La riada está encima. Vamos, coged a las niñas". Los estaba esperando, con sus hijos dentro, en el coche para huir de allí. "Cuando me asomé, vi el que agua ya le llegaba por la ventanilla", relata una de las tantas afectadas del municipio más damnificado en la provincia de Málaga por el paso de la DANA.
Escapar por carretera era inviable, así que decidieron subir, en un primer momento, al tejado de su casa. "Los niños en pijama, descalzos y todos empapados de cintura para abajo. Yo tenía el móvil empapado y no podía ni desbloquearlo para pedir ayuda". Consiguieron, pasados unos minutos, cruzar a la casa, con segunda planta, de otro vecino. Eran las 12:00. Efectivos de la Guardia Civil acudieron de inmediato a su rescate: unos, en helicóptero; otros, pudieron hacerlo a pie. "El suelo estaba lleno de barro, si te resbalabas estabas muerta. Fue un momento de pánico".
Ya había acabado la pesadilla, o eso creían.
María del Mar y su familia llegaron al pabellón que el Ayuntamiento habilitó para los afectados. Pudieron comer algo y ducharse. "Llegamos destruidos. Parecía que habíamos sobrevivido a una guerra. Teníamos hambre, frío, nervios y estábamos llenos de barro". Conforme avanzaba el día, aquel espacio se iba desalojando de manera voluntaria. Los que llegaban, tras unas horas, se iban acoplando en casas de sus seres queridos. "Nosotros no sabíamos qué hacer, sin familia en Málaga, no teníamos un techo al que ir".
Una amiga de María del Mar le ofreció pasar esa noche en su casa. Después, una clienta de la peluquería que regenta le abrió las puertas de una vivienda de un familiar se encontraba vacía. La afectada agredece tener, al menos, un hogar temporal. Pero, confiesa que "necesita ya una casa" donde poder establecerse y comenzar, de nuevo, a vivir.
Casi 50 vecinos incomunicados y más de 7.000 habitantes sin agua potable
Álora sigue afectada por las consecuencias de la DANA. Más de la mitad del pueblo -de casi 14.000 habitantes- prosigue sin agua, cerca de 50 vecinos continúan incomunicados y en torno al 90% de los caminos rurales están intransitables desde el martes pasado por los efectos del temporal. La localidad, junto con Pizarra y Cártama, fue la más castigada por intensas lluvias y el desbordamiento del río Guadalhorce.
Más de 7.000 habitantes continúan sin agua; ni potable, ni para limpiar. El suministro depende del Ayuntamiento, que trabaja contrarreloj para restituirlo cuanto antes, pero aún no ha podido poner en funcionamiento las bombas porque están enterradas en lodo, que lo cubre casi todo. "Nuestra prioridad es dar agua potable a los vecinos y acceso a los que están incomunicados para que puedan entrar y salir y que el lunes los niños puedan ir al colegio. Tenemos una tarea dura por delante", ha dicho el alcalde, Francisco Martínez (PSOE). Este jueves, ya se había devuelto el abastecimiento a casi toda la barriada de El Puente y a la de Bellavista.
No es este el único problema del pueblo. También hay casi 50 vecinos incomunicados como consecuencia del anegamiento y los destrozos en los caminos que conducen a sus viviendas. Se trata fundamentalmente de carriles en zonas del campo que están impracticables. Son habitantes repartidos por diferentes zonas del municipio. Además, la carretera de El Chorro a Álora seguía cortada. Catorce máquinas trabajan en las tareas de limpieza para garantizar la salida y entrada de los residentes a sus casas.
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