El último molino de aceite
Rincón de la Victoria
Varios touroperadores se han fijado en él como atractivo turístico y organizan visitas semanales de extranjeros interesados en cómo se realiza todo el proceso de elaboración.
Es el único molino de aceite con arranque manual que queda en funcionamiento en España, y de los pocos que perduran en la provincia de Málaga que extraen el oro líquido con el sistema tradicional completo. Es decir, con una piedra, la prensa hidráulica y mediante decantación natural. Nacho Pérez lo mantiene como puede después de tres generaciones, pero desde hace unos meses se le ha abierto una puerta que le permitirá no tener que echarle el cierre. Y no será por la venta del aceite ni por las ayudas institucionales, sino porque ha conseguido que los touroperadores se fijen en él.
El potencial turístico que ha alcanzado el molino de Benagalbón encandila a los visitantes extranjeros y cada semana recibe a varios grupos que quieren conocerlo. Desde que en noviembre comenzara a poner en marcha estas rutas con una de las empresas de viajes líderes en el mundo en el sector, ha recibido a más de 4.000 personas. Los más interesados son los alemanes, belgas, noruegos y holandeses. En menor medida, también acuden ingleses y franceses. Ahora son otras agencias de viaje quienes le han pedido a Nacho que colabore también con ellos.
"Surgió de una forma fortuita y montaron una ruta gastronómica que acababa en mi molino y en el núcleo de Benagalbón. Fue un disparate, no esperaba tanto movimiento", comentó su propietario, quien ofrece a sus visitantes tortas de aceite como postre dada la hora en la que los recibe. También ha preparado para otros grupos desayunos molineros o incluso catas. "Para ellos es una sorpresa, no se esperan que pueda seguir funcionando una almazara de esta tipología", expresó Nacho.
Estas rutas le han dado la vida a muchos negocios de Benagalbón. "He conseguido levantar todas las terrazas del pueblo. Encadenando visitas de extranjeros se ha revitalizado este invierno", aseguró el propietario del molino, que echa en falta ayudas institucionales para mantener estos emblemas de la historia que tanto interés despiertan en el extranjero. "Y no sólo me refiero a ayudas económicas, también a potenciar y promocionar lo que tenemos o a cuidar los entornos en los que nos ubicamos para que los visitantes se lleven un buen sabor de boca", expuso Pérez.
Durante la visita guiada, el molinero les muestra todo el proceso desde el patio de la almazara donde se recepcionan las aceitunas y se limpian hasta que van a la prensa. "Yo estoy abierto a cualquier posibilidad que me ofrezcan", dijo, ya que está convencido de que la única forma de mantenerlo es involucrándome en el sector turístico cultural.
De otra forma, es consciente de que es "imposible ya que la producción artesanal no puede competir con la industrial. El mercado nos barre", apostilló Nacho, quien en otras ocasiones también se ha atrevido a hacer jabones con los turbios o incluso montar cursos de cocina en su interior. "Mi padre pensaba que con él moría pero me estoy resistiendo. Creía que solo y en estos tiempos no podría quedármelo pero de momento aguanto con este sentido gastroturístico que he buscado", afirmó.
"Me he empeñado en él por puro romanticismo, por responsabilidad familiar y porque la gente que lo conoce me pide que no lo cierre. Lo he pensado muchas veces porque tengo tres hijos que mantener y a nivel productivo no hay quien lo aguante", lamentó Pérez.
Y es que en los últimos años la producción ha descendido alrededor de un 70% al quedarse sin capacidad de compra. "Ahora hay muchos olivareros que van a los molinos para transformar la aceituna en aceite para luego venderlos ellos. Yo no tengo capacidad de hacer esto porque el proceso es mucho más lento que otros industriales ni tampoco tengo capacidad de compra para adquirir los frutos y hacer mi propio producto", denunció. Así, Nacho Pérez se ha visto abocado al oleoturismo para continuar con su aventura quijotesca en defensa de su molino.
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