La vendimia en la Axarquía, donde el vino nace del sol, la sal y la pizarra
Este año, el ciclo de la vid culminó en una coreografía que comenzó el 22 de julio y se extenderá hasta finales de septiembre o principios de octubre
La uva moscatel, que representa entre el 70% y el 80% de la producción en Dimobe y Viñedos Verticales, es especialmente apreciada
El mimo de la vendimia en la Serranía de Ronda
Moclinejo/La Axarquía, una comarca malagueña que se despliega con suelos de pizarra y colinas empinadas, alberga uno de los tesoros vinícolas más antiguos y valiosos de España: la uva moscatel. En Moclinejo, un pequeño y pintoresco pueblo axárquico, la vendimia no es solo una actividad agrícola, sino un ritual que se celebra con pasión y dedicación. Aquí, entre viñas de Dimobe y Viñedos Verticales, se cultivan tradiciones que han perdurado durante generaciones, fusionando técnicas ancestrales con métodos modernos para crear vinos de una calidad excepcional.
Este año, el ciclo de la vid culminó en una coreografía que comenzó el 22 de julio y se extenderá hasta finales de septiembre o principios de octubre, marcada por el constante y meticuloso corte de las uvas. En Moclinejo, la vendimia se lleva a cabo con una precisión milimétrica, donde el clima y la naturaleza marcan el ritmo de la recolección. La uva moscatel, que representa entre el 70% y el 80% de la producción en Dimobe y Viñedos Verticales, es especialmente apreciada. Junto con la Pedro Ximénez, que complementa a la moscatel, ambas variedades se pueden elaborar conjuntamente para crear vinos de gran calidad. Estas uvas prosperan en suelos de pizarra cilítica, propios de la comarca, y maduran bajo la influencia de la salinidad del mar y el implacable sol axárquico.
Entre Dimobe y Viñedos Verticales, se extienden 40 hectáreas de viñedos situadas en terrenos escarpados, donde la inclinación casi vertical de las viñas presenta un desafío constante para los recolectores. Vicente Inat, el enólogo al frente de Viñedos Verticales, ha confirmado que la cosecha de este año supera en cantidad a la de los dos años anteriores. Confiando en sus dos mulas, esenciales para el transporte de las uvas por estas pendientes pronunciadas, el equipo enfrenta el reto diario impuesto por la naturaleza.
La determinación del momento óptimo para comenzar la vendimia es un proceso tan delicado como la propia uva. En Moclinejo, este momento se establece entre julio, agosto y septiembre, dependiendo del microclima de cada viñedo y la maduración de la uva. Los expertos viticultores observan con atención la combinación de factores como la temperatura, la humedad y el estado del suelo. Solo cuando las uvas alcanzan el equilibrio perfecto entre acidez y azúcar, se da inicio al corte.
Una vez recolectadas, las uvas pasan por un proceso de selección en el que se elimina el "agrace", las pequeñas uvas duras que no aportan valor al mosto. Este cuidado minucioso es fundamental para garantizar la calidad del vino, asegurando que solo las uvas más maduras y jugosas formen parte de la producción.
Durante la vendimia, el paisaje de Moclinejo cobra vida con la actividad de decenas de trabajadores que, armados con tijeras de podar y cuchillos, cortan las uvas con precisión y cuidado. Cuatro personas en cada hectárea cortan lo que una mula puede llevar, un proceso que puede tardar hasta tres días para completar una hectárea. Bernardo Villalba, un arriero de mulas que es toda una leyenda en la Axarquía, resume la esencia de este trabajo con una frase que refleja la pasión de quienes viven para la vendimia: "Este es el mejor trabajo, me voy a dormir siendo feliz".
Las mulas, animales fundamentales en este proceso, cargan hasta 120 kilos de uvas en cada viaje, distribuidas en ocho cajas. El terreno escarpado y pendiente requiere una técnica específica para la recolección, garantizando que las uvas lleguen intactas y en óptimas condiciones a la bodega. Aquí, la tradición se mezcla con la técnica: mientras se cortan uvas, se enfrian en cámaras para evitar que el calor afecte su calidad.
El método de secado de las uvas, conocido como asoleo, es una práctica ancestral reconocida por la Unesco bajo el Sipam (Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial). En Moclinejo, el secado de las uvas se realiza en dos fases. Primero, en los "paseros" al aire libre, donde las uvas se exponen al sol durante 10 días.
Para los vinos dulces y frescos de mayor calidad, el secado se realiza a la sombra y en vertical, un método que, aunque más laborioso, permite que el mosto conserve un sabor más fresco y menos concentrado. Al finalizar la recolección, las uvas se cuelgan durante un mes en la sombra, un proceso que, aunque demanda mucho trabajo, se traduce en una frescura evidente en el sabor del mosto final.
Cada variedad de uva requiere un tratamiento específico durante la vendimia. La moscatel, con su capacidad de resistir la deshidratación, se recoge con especial cuidado para evitar que el sol y el calor la pasen más de lo deseado. Las uvas que se destinan a la elaboración de vino dulce se guardan en frío, para evitar una sobremaduración que podría alterar el perfil del vino. En cambio, las uvas destinadas al vino tinto necesitan una maduración lenta, lo que implica que la vendimia para estas variedades se extiende hasta finales de septiembre o principios de octubre.
El clima de Moclinejo, con veranos cálidos e inviernos suaves, juega un papel crucial en la vendimia. La altitud y la proximidad al mar crean un microclima único que influye en la maduración de la uva. Aquí, las olas de calor aceleran el proceso de deshidratación, lo que obliga a los viticultores a estar en constante vigilancia. Las uvas moscatel maduran antes en esta comarca, lo que permite realizar la vendimia antes de las lluvias de otoño, garantizando así una cosecha de alta calidad.
Viñedos Verticales, uno de los proyectos más innovadores en Moclinejo, combina la tradición con la modernidad. Este enfoque innovador ha permitido maximizar la calidad de las uvas al adaptarse a las condiciones topográficas y climáticas de la comarca. La bodega utiliza técnicas avanzadas para seleccionar y procesar las uvas, manteniendo siempre el respeto por las tradiciones locales.
La vendimia en Moclinejo es un testimonio vivo de la rica herencia vitivinícola de la Axarquía. Cada año, durante tres meses aproximadamente, el pueblo se sumerge en una actividad frenética pero profundamente satisfactoria. La dedicación de los viticultores, la experiencia de los arrieros como Bernardo, y la belleza del paisaje crean una sinfonía única que se refleja en cada botella de vino producido en la Axarquía.
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