Dos vidas marcadas por una línea de meta: así eran los deportistas muertos en el Mundial de Triatlón en Torremolinos

Roger Mar Colomer, el deportista mexicano de 79 años, tenía planeado un viaje en bicicleta con su hija por Italia

Dos deportistas muertos de un infarto en el campeonato Mundial de Triatlón en Torremolinos

Roger Mas Colomer, el mexicano fallecido durante el Mundial.

Sus vidas y su forma de morir son un reflejo del esfuerzo y la perseverancia de unos días entregados al deporte. El “anhelo” de Mark John Stokes (57) y Roger Mas Colomer (79) siempre fue cruzar la línea de meta. Este jueves no pudieron atravesar la del Mundial de Triatlón, que se celebra en Torremolinos, pues sus corazones dejaron de bombear, con apenas unos minutos de diferencia. El resto de atletas y allegados a los fallecidos, aunque conmocionados, aseguran que se fueron haciendo lo que más disfrutaban.

Roger Mas partió desde México -su país natal- rumbo a Málaga la semana pasada en compañía de su hija. Desde entonces, esperaba a que llegara el gran día: participar en la prueba Series Mundiales de la competición Mundial de Triatlón -que combina tres disciplinas deportivas: natación, ciclismo y carrera a pie- en la categoría grupos de edad, que se divide por franjas de cuatro años, llegando hasta los 94 años en la categoría masculina y los 89 en la femenina. A pesar de su avanzada edad, hacía medio año que había comenzado a prepararse concienzudamente; a sus espaldas, más de 35 años practicando esta modalidad.

Ricardo Probert, triatleta y vecino de Roger en Ciudad de México, lo conocía desde hacía 40 años. Su pasión por el deporte los unió. Si bien, dejaron de verse durante unos años. Hace poco, retomaron el contacto. El ahora fallecido le contó que se había inscrito al Mundial. “Desde entonces me pegué a él y empezamos a entrenar juntos. Cumplía siempre”, asegura el también atleta, que no se explica qué ha podido pasar porque la noche de antes “se encontraba bien”, “no le dolía nada”, 

Mónica Sainz, otra atleta mexicana, lo conoció diez minutos antes de que se zambullera en el mar. Tampoco percibió nada anómalo. “Estaba con su hija. Lo vi tranquilo y sobre todo muy feliz. Incluso me pidió una foto”. Sin embargo, cuenta a este periódico que, en el transcurso de la prueba, observó cómo Roger dejaba de nadar para colocarse en posición horizontal, boca arriba. En un primer momento, pensó que estaba descansando, pero, cuando un socorrista se lanzó al agua, supo que “algo había pasado”. 

Ya en la arena, explica que le practicaron la maniobra de Reanimación Cardiopulmonar (RCP), pues había sufrido un paro cardiaco; aunque sin éxito, los sanitarios no pudieron hacer nada por salvar su vida. A tan solo un kilómetro de distancia y casi a la par, Mark Stokes se desplomaba mientras corría (última prueba) tras sufrir igualmente un ataque al corazón. De nacionalidad británica y nadador de siempre, este deportista se aficionó al triatlón en plena pandemia, cuando en su país cerraron las piscinas.

Cuenta en la página web de su equipo, Tri20 Club, consultada por este periódico, que empezó primero con en el running, aumentando la distancia poco a poco, ya que debía tener cuidado con su cadera “artificial”, “legado de jugar al rugby y al cricket”, explicaba. El siguiente paso fue la adquisición de una bicicleta, pues detallaba que la última vez que cogió una fue cuando iba a la universidad. “Tras unos meses de mucho entrenamiento y esfuerzo, todo iba bien”. Después del invierno, participó en su primera competición. 

A partir de entonces, no ha apartado este deporte de su vida. En sus redes sociales, compartía imágenes de sus triatlones. Especialmente emocionado se mostraba con su asistencia al Mundial, publicando un día antes una imagen del neopreno y los dorsales, acompañado del siguiente texto: “Preparación final para mañana... ¡Tantas pegatinas!”. Sus allegados le respondían deseándole suerte. Pero, lamentablemente, no la tuvo. 

A Mark seguramente le han quedado pendientes muchos Mundiales; a Roger no tantos, pero sí un viaje por Italia en bicicleta con su hija. “Muchos lo pueden llamar inconsciente por estar compitiendo a su edad, pero, ¿es mejor estar en un sillón a los 60 años y morirte los 65 por inactividad o por una enfermedad cardiovascular? Pues la vida tiene riesgos, todos nos vamos a morir algún día y yo creo que él nos dejó muy contento porque estaba haciendo lo que más le gustaba”, reflexiona otro triatleta.

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