Descalzos Viejos, más que vino
Bodega de Ronda
La bodega, construida sobre un convento trinitario hace un especial apuesta por la música, la cultura y el turismo
Sus propietarios creen que cada bodega tiene que definir sus propias particularidades
Ronda/La bodega Descalzos Viejos, una de las más antiguas de Ronda, que nació en la época de recuperación del sector, con el paso del tiempo se ha convertido en algo más que un lugar donde se guarda y se cría el vino. ¿Por qué? Por su historia, su ubicación, el lugar en el que ha sido construida y por la evolución que ha tenido vinculada a la cultura, la música y el turismo.
A ello une una forma de trabajo respetuosa con el medio ambiente. De hecho, en estos días en los que los viñedos ya han perdido su hoja se puede apreciar a un rebaño de ovejas pastando. “Es nuestro herbicida natural”, comenta Flavio Salesi, uno de los propietarios, mientras observa sus viñedos desde un balcón de la bodega que tiene unas vistas privilegiadas sobre la Hoya del Tajo Ronda en la que se encuentra enclavada.
De entrada, esta bodega ya nació siendo especial al ser construida sobre las ruinas que quedaban de un antiguo convento trinitario fundado en 1505 del que se conservan parte de sus vestigios, incluyendo pinturas de lo que fue su iglesia y el altar, ahora reconvertido en el patio de barricas.
Durante los casi 20 años de vida que tiene ya la bodega, con siete vinos en el mercado, el proyecto se vinculó al mundo de la cultura y el turismo, hasta el punto de que uno de sus vinos cuenta con una etiqueta que forma parte de la exposición permanente del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) de la que tienen autorizado su uso para utilizarlo en este vino como imagen del mismo.
Actividades culturales y eventos musicales
Un guiño en sus botellas que también hacen directamente en sus instalaciones, con la organización de diferentes eventos musicales o culturales. Lo último que tienen previsto es la presentación del libro de Eduardo Lago Walt whitman ya no vive aquí. Un acto en el que podrá mantenerse un diálogo con el escritor y en el que se presentará la siguiente actividad, el ciclo Durovino dedicado a pequeños conciertos.
“Es nuestra forma de colaborar y poner nuestro pequeño granito de arena”, explica Salesi, que se muestra convencido de que su proyecto tiene que estar implicado en la sociedad de la zona en la que se encuentra y definirse tras años de trabajo para posicionar sus vinos en el mercado, en el que han conseguido tener ya el reconocimiento por la calidad de los mismos.
Es una más de las muchas actividades que allí se han celebrado con diversos ciclos de música con estilos muy diversos incluidos. Eso sí, con un nexo que es el vino. Salesi cree que es un elemento que está presente en una buena comida y que anima a la conversación tranquila.
Al igual que se muestra convencido de que todo forma parte de un mismo ente y en el que cada elemento aporta su grano de arena, la gastronomía, la cultura, el vino, la monumentalidad. En definitiva, una forma de ver su proyecto de bodega como una parte más de la sociedad en la que se encuentra.
Un camino que cree que ha llegado el momento de que sigan también el resto de bodegas para definir cada una las particularides de cada proyecto y así contar con una mayor variedad. En su caso cree que “es una escalera infinitiva y solo hemos dado unos pasos”. Eso sí, se niega a defender a capa y espada a Ronda, al considerar que las cosas que no se hacen bien hay que tratar de corregirlas o el mercado se encargará de hacerlo con aquellos que no hagan bien sus productos.
En este sentido, tanto Salesi como Retamero se muestran convencidos de que la apuesta tienen que seguir siendo por la calidad, algo que hizo que los vinos de Ronda ya tengan en gran medida el reconocimiento en el mercado y formen parte de la cultura gastronómica local.
Además, tanto Salesi como Francisco Retamero, el otro propietario, comparten esta visión y la importancia del turismo en la zona y para su propio proyecto, al considerar que es un elemento primordial. Precisamente, la visita a la bodega también se hace de forma especial, al ser los propios propietarios y trabajadores los que atienden al visitante.
“Les digo que no copien la mía, que la hagan como lo sientan, tiene que ser una visita con corazón y pasión”, dice Salesi tras atender una llamada para una visita a los que explica que “se trata de pasar un buen rato hablando de vinos”. Y es que ninguna de las visitas a Descalzos Viejos es igual. “Prefiero que el grupo sea el que pregunte y así poder responder a sus inquietudes, cada grupo es distinto y los vinos que probamos son distintos”.
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