Descorche, arte en el bosque

Medio Ambiente

Esta actividad ancestral sigue teniendo en el trabajo manual su principal arma

Trabajo para retirar la corcha del tronco del árbol
Trabajo para retirar la corcha del tronco del árbol / Javier Flores

Arrecia el calor, el verano avanza y las labores de descorche llegan un año más a su fin en los montes de Cortes de la Frontera, localidad que cuenta con la mayor extensión de bosque que produce este preciado elemento que cada vez encuentra más usos en el mercado, más allá de los conocidos tapones que se emplean en las botellas de vino.

En las tiendas es posible encontrar casi cualquier elemento fabricado a base de corcho o que contenga una parte del mismo, mientras el uso como aislante también se extiende cada vez más en diferentes sectores.

Eso sí, para que el corcho llegue a las fábricas de transformación es necesario que se mantenga una labor ancestral que sigue conservando muchos de sus elementos iniciales sin que se incorpore la mecanización.

En los bosques de alcornoques las cuadrillas que se encargan del descorche llegan cada mañana con las primeras luces del día con unas herramientas muy básicas: un hacha, un par de escaleras y garrafas de agua. El resto lo pone la habilidad en el manejo del hacha de estos descorchadores que son capaces de dar golpes milimétricos con una técnica muy depurada y que han aprendido de generación en generación. Y es que es fundamental que durante el trabajo de corte no se dañe el tronco del árbol para evitar que por esas posibles heridas puedan entrar enfermedades que lleguen a ocasionar la muerte de los ejemplares. De momento, en este trabajo la técnica sigue ganando a las máquinas y los intentos que se han hecho de introducir maquinaria para realizar este trabajo no han tenido éxito.

El corte del corcho se realiza con un hacha de forma manual.
El corte del corcho se realiza con un hacha de forma manual. / Javier Flores

Ellos, árbol a árbol, van realizado un trabajo mecánico a un ritmo constante que va dejado un rastro de troncos pelados a media altura allí por las zonas por las que van pasando. Y es que también es importante trabajar rápido, ya que conforme avanza el calor la corteza se pega más al árbol y retirarla es cada vez más complicado.

De hecho, en veranos prolongados de temperaturas extremas se han tenido que detener los trabajos para evitar daños a los árboles, ya que una de las premisas de este trabajo es conservar la buena vida de cada ejemplar para garantizar así que pueda producir durante un mayor tiempo.

Junto a ellos tampoco faltan los arrieros, otra profesión en vías de extinción que aquí encuentra un refugio con el que mantenerse viva, ya que, aunque en el transporte sí que se introdujo la mecanización con tractores y 4x4, la gran mayoría de las zonas son de imposible acceso para los vehículos. Los mulos se convierten entonces en el mejor sistema de transporte por zonas muy abruptas y en ocasiones de complicado paso hasta caminando.

Recogia del corcho tras la saca.
Recogia del corcho tras la saca. / Javier Flores

Por ello, su labor y la que realizan los recogedores sigue siendo fundamental para poder llevar el corcho hasta los patios habilitados para ser usados como punto de almacén en el bosque en lugares accesibles para los camiones que tendrán que proceder al transporte a las fábricas una vez que sean vendidos los diferentes lotes.

En todo el proceso, el trabajo manual sigue siendo predominante, tanto en el proceso para despegar las corchas del tronco del árbol sin ocasionarle daño como en la recogida, transporte y pesado del mismo.

Además, a pesar de ser un trabajo tradicionalmente vinculado a cuadrillas formadas por hombres, cada vez son más las empresas que emplean a mujeres en diferentes puestos. Algunos ayuntamientos, como el caso de Ronda, premian la presencia femenina en las plantillas en caso de ofertas igualadas.

Precisamente, este año entre la cuadrilla que trabaja en los montes que son propiedad del Consistorio rondeño hay dos mujeres que se encargan del trabajo de pesar todas las cargas que van llegado al punto de almacén. Una labor en la que también está presente un fiel pesador del propio Ayuntamiento y que, en este caso, es una función que ejerce uno de los efectivos de la Patrulla Verde de la Policía Local de Ronda. Precisamente, la presencia policial es otro elemento muy importante, ya que el corcho es un producto muy apreciado por los ladrones por el elevado precio que puede tener en el mercado. Por ello, desde el Consistorio rondeño hace años que se implantó la presencia de estos agentes en los puntos de concentración de esta materia prima, pernoctando en los mismos para realizar labores de vigilancia durante las 24 horas del día.

El peso del corcho también se hace de forma manual
El peso del corcho también se hace de forma manual / Javier Flores

Un trabajo de descorche que una vez realizado no vuelve a hacerse en el mismo árbol durante 10 años para permitir su regeneración y que el corcho alcance un tamaño adecuado para que pueda ser interesante para los compradores. Este hecho hace que los grandes propietarios, principalmente ayuntamientos, tengan dividido el bosque en 10 zonas para que todos los años toque el descorche de una de ellas. De este modo, se garantizan los ingresos y el reparto de trabajo a estos profesionales que tienen en esta actividad uno de sus principales ingresos del año, aunque su duración sea de tan solo unos dos meses.

Una actividad tradicional que se remonta en el tiempo hasta su origen y que sigue siendo, a día de hoy, uno de los principales ingresos que reciben las arcas municipales de Cortes de la Frontera y Ronda, aunque también en otros municipios como Gaucín o Montejaque se realiza descorche. En el caso rondeño, el Ayuntamiento espera poder ingresar este año una cifra de unos 700.000 euros por la venta de la producción de la temporada. Eso sí, la mayoría de la producción de la Serranía de Ronda se marcha hacia el exterior, principalmente a Portugal, el gran transformador del corcho.

De momento la comarca rondeña sigue sin contar con fábrica de transformación tras cerrar hace ya bastantes años la que estaba ubicada en Cortes de la Frontera. Tan solo en la localidad de Benarrabá existe un pequeño cocedero para realizar la primera transformación de una materia prima, que como muchas otras, se marcha sin dejar mayor rédito.

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