Genalguacil, tierra de artistas
Creatividad
La apuesta por el arte contemporáneo de esta localidad hace que artistas instalen allí sus talleres
Genalguacil/Genalguacil y arte hace tiempo que se convirtieron en inseparables una vez que el proyecto para convertir a esta pequeña localidad del Valle del Genal en un referente internacional en este sector se encuentra plenamente consolidado y dispuesto a dar un nuevo paso para alcanzar una repercusión todavía mayor. Sus calles y rincones hace años que se llenaron de obras de arte que diferentes creadores han ido dejando en la localidad gracias a sus reconocidos Encuentros de Arte, hasta el punto de que cuenta con su propio museo de arte contemporáneo que posee una colección propia de gran valor con nombres de gran relevancia artística, algo que sería impensable que pudiese conseguir una localidad de su tamaño, de apenas 500 habitantes, sin apostar por un proyecto tan particular que tiene como objetivo principal luchar contra la despoblación.
Una apuesta que hace que no solo su nombre sea reconocido en un mundo del arte, también lo es entre aquellos creadores que buscan un lugar en el que ubicarse para desarrollar su proceso creativo, hasta el punto de que ya son siete los que han decidido instalarse en Genalguacil de forma permanente, a los que se suman otros muchos que pasan largas temporadas en el pueblo. De este modo la visita a Genalguacil no solo incluye poder recorrer el único pueblo museo del mundo y contemplar las obras que se reparten por su casco urbano, también se puede conocer directamente el proceso creativo de estos artistas que tienen sus talleres abiertos y que permiten que se pueden visitar de forma libre.
Entre ellos se pueden descubrir las pinturas de Carlos Re con una base de telas cocidas por el propio artista y sobre las que desarrolla su obra. O las no menos espectaculares pinturas que tienen como base una radiografía del cuerpo humano que inspiran al artista para darle una nueva vida. Un taller en el que no faltan pinceles y pinturas acumuladas en las mesas y obras amontonadas sobre la pared. Un taller creativo en toda su extensión y que permite trasladarse al interior de su proceso hasta el punto de hacerte sentir parte del mismo. Algo a lo que contribuye este argentino de nacimiento que desarrolló su trayectoria en el norte de Europa y que buscando volver al sur encontró su particular paraíso en Genalguacil.
Junto a su estudio se encuentra el de Francisco Núñez, un gallego que es un maestro trabajando la madera, hasta el punto de ser capaz de crear un pueblo móvil oculto en un tronco que únicamente parece tener pequeñas líneas marcadas de forma superficial. Una técnica que le llevó años y “muchos fracasos” para poderla perfeccionarla y hacer realidad aquella idea que tenía en su cabeza y que se inspira en los municipios de alrededor.
Y si espectaculares son estos trabajos, igualmente impresionantes son las esculturas de Patrick Fossey, un francés, formado en París y que luego pasó por México y que en Genalguacil también encontró junto a su pareja, la también artista Marie Isabelle Poirier, el lugar en el que fijar su residencia y su taller creativo. Sus esculturas en yeso siguen formas caprichosas pero que cumplen todas las reglas impuestas por Patrick para su trabajo, un patrón que hace que tengan un sentido y una explicación común. Unas obras que ahora está construyendo también a base de la madera que le entregan los vecinos y que con su motosierra convierte en piezas de arte que siguen los mismos patrones que las esculturas en yeso para que tengan un desarrollo lógico a lo largo de todo su volumen.
Pero no solo existen artistas que han llegado desde el exterior, la proyección de Genalguacil también sirvió para que uno de sus vecinos, Francisco Rubio, tras sufrir una enfermedad que le hacía imposible seguir dedicándose a la construcción decidiese emprender la aventura de adentrarse en el mundo de creación a base de esparto, mimbre y leña de olivo.
Hoy en su taller casi no es capaz de producir lo suficiente para atender la alta demanda que tienen sus productos y que, en la gran mayoría de los casos, son utilizados para decoración. También en la localidad se encuentra afincada Juliana Espinosa, que se dedica a escribir cuentos e ilustraciones.
Todo ello hace que pasear por este pueblo sea una experiencia única, en la que no solo es posible conocer las múltiples obras que atesora, también ofrece la posibilidad de ver en vivo cómo se hacen algunas de ellas y poder entablar un amena conversación con sus autores que puede durar muchos minutos. Y es que ellos también utilizan estos encuentros con el visitante para impregnarse de esa opinión y enriquecerse.
“Muchos de los visitantes que llegan tienen un importante conocimiento sobre el arte y se producen conversaciones muy ricas e interesantes”, explica Patrick. Además, reconocen el importante apoyo que se les presta desde el Consistorio para que puedan tener un poco más fácil el emprender su camino y poder continuar su desarrollo como artistas. Todo ello sin olvidar la muestra el Museo de Arte Contemporáneo que ya cuenta con la presencia de 53 artistas.
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