Huesos de santo y buñuelos, la tradición dulce que sobrevive
Gastronomía
Estos dulces, vinculados al puente de Todos los Santos, vuelve cada año a la venta coincidiendo en muchas pastelerías
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En estas fechas son habituales las visitas a los cementerios en los que se encuentran esos seres queridos que se marcharon, aquellos que ya no están y a los que se les demuestra que se les sigue añorando. Los puestos de flores son habituales y las floristerías cuentan con una gran afluencia, y es que las flores frescas siguen siendo las preferidas por muchos para tener este bonito recuerdo de sus seres queridos.
A ello se suma, como suele ocurrir en España con motivo de cualquier festividad, aunque sea vinculada a algo trágico como la muerte, la gastronomía. Y es que muchos son los que también mantienen la tradición de comer huesos de santo o buñuelos, dos productos que solo se encuentran en estas fechas en la mayoría de las pastelerías, y es que la tradición los vincula a los difuntos. Eso sí, su origen no está nada claro y se relaciona con los romanos o la pastelería morisca.
No obstante, la tradición cristiana dice que comer un buñuelo es igual a sacar un alma del purgatorio, mientras los huesos de santo equivalen a decir que sigues queriendo y que no les temes.
Una tradición que se sigue manteniendo con el tiempo y que hace que, llegado el puente de Todos los Santos y los Difuntos estos dulces casi exclusivos de estas fechas vuelvan a aparecer en las vitrinas de las pastelerías. Es el caso de la confitería rondeña Daver, donde siguen manteniendo la tradición y elabora estos dos dulces que son consumidos, casi exclusivamente, por clientes locales. “La mayoría de todos los que hacemos los compran los clientes de Ronda o de la comarca”, explica David Verdú, responsable de este obrador, que asegura que “se siguen vendiendo mucho”. Y es que cada día elaboran unos 3 kilos de masa de este pequeño dulce que tiene unos 20 gramos de peso.
“Solo los tenemos en estas fechas, queremos mantener la tradición y que los clientes cuando lleguen estas fechas estén esperando para poder probarlos, si los hacemos todo el año, como está pasando con los roscos de reyes en algunos sitios, se pierde esa magia que envuelve a estas tradiciones”, sostiene Verdú.
En su caso mantienen una elaboración tradicional que requiere hasta tres días para elaborarlos, y es que se tiene que hacer la masa, darles su tiempo de reposo, freírlos en el caso de los buñuelos y posteriormente hacer los rellenos y su pase por el azúcar de forma manual.
Unos dulces a los que les quedan pocos días que permanecer en las vitrinas para poder ser degustados, ya que en el interior del obrador las últimas masas caen a la freidora para preparar los últimos lotes. “Durarán una semana o dos más allá de este puente”, dice Verdú.
En cuanto a su elaboración, asegura que el secreto está en mantener la receta para la elaboración de la masa y posteriormente crear una ganache para el relleno, que en su caso elaboran de nata, crema y dulce de leche. Eso sí, la masa debe alcanzar un punto en el que esté fluida sin llegar a caer de golpe ni quedarse pegada en la paleta.
Y aunque mantienen viva la tradición de los dulces más típicos de estas fechas, también han tenido que sucumbir a las tradiciones llegadas de fuera, como es el caso de Halloween y crear pasteles con este tipo de simbología como las tumbitas.
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