Emociones a flor de piel en el cierre de los 101 kilómetros de La Legión

Corredores bajando desde la famosa ermita de Montejaque.
Corredores bajando desde la famosa ermita de Montejaque. / Javier Flores

Los 101 kilómetros de La Legión en Ronda han echado el cierre a una nueva edición que se desarrolló bajo un intenso calor durante el día y con una fuerte bajada de las temperaturas en la noche serrana.

Las emociones han estado nuevamente a flor de piel en los últimos metros del recorrido cuando el público congregado no dejó de animar a los últimos corredores que buscaban llegar a meta dentro de las 24 horas establecidas para completarlo. Algunos lo consiguieron sobre la bocina y otros llegaron solo unos segundos por encima del máximo tiempo fijado. No obstante, muchos se lo toman como un reto personal en el que más allá de llegar en tiempo buscan completarlo y cruzar la meta situada en la Alameda del Tajo.

Atrás quedaron los malos momentos físicos o mentales que a muchos de ellos les hicieron pesar que no podrían llegar y barajar retirarse en el siguiente punto de avituallamiento.

Corredoras llegando a meta
Corredoras llegando a meta / Javier Flores

Ya en los últimos metros de la prueba muchos familiares salían a recibir los corredores y se repetían los abrazos, lágrimas y besos a lo largo de la calle Virgen de la Paz mientras resonaban los aplausos. Hasta flores en forma de ramos tuvieron algunos de los participantes como premio.

La imagen de madres y padres entrando junto a sus hijos no faltaron tampoco en esta ocasión, al igual que aquellos que entraron agarrados de la mano tras superar juntos todas las dificultades.

También fue el turno para mostrar los mensajes que algunos llevan impresos en sus camisetas y socar banderolas que les acompañaron durante toda la jornada en sus mochilas. Incluso pancartas mostraron algunos de ellos.

Flores a modo de premio
Flores a modo de premio / Javier Flores

Todo ello como culminación a 24 horas que durante los primeros tramos se convirtieron en más duras de lo previsto por el intenso calor y posteriormente se dejaba sentir el importante cambio de temperatura durante la noche.

De hecho, los puntos que suministraban bebidas calientes no daban prácticamente abasto y tenía que reponer existencias de forma continuada como ocurrió a la bajada de la famosa ermita de Montejaque. Caldo y café caliente eran los más buscados entre los marchadores que llegaban a este punto de madrugada y con bastante frío en la zona.

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