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Café de Redacción '¡Somos lo que comemos! Aprender a comer, una necesidad prioritaria'
La OMS viene alertando con preocupación del incremento sostenido de la obesidad en el mundo. Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado, llegando a 2016 a nivel mundial con 41 millones de niños menores de cinco años y 340 niños y adolescentes (de 5 a 19 años) con sobrepeso u obesidad. Más de 1.900 millones de personas mayores de 18 años tienen sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones padecen obesidad.
Este panorama exige abordar la promoción de la nutrición saludable con un enfoque integral que incida en la infancia, especialmente, en los menús escolares. Mejorar los hábitos alimentarios es un objetivo que debe contar con la implicación de distintos profesionales sanitarios, perspectiva social, educación y políticas públicas adecuadas, según se puso de manifiesto en el desayuno coloquio ‘Somos lo que comemos. Aprender a comer, una necesidad prioritaria’, organizado por Grupo Joly.
La responsable del Plan andaluz de Diabetes y jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, María Asunción Martínez Brocca, compartió sus perspectivas sobre los desafíos que enfrentamos como sociedad en la promoción de una alimentación saludable. Martínez comenzó destacando la necesidad de abordar la alimentación sana como parte de una estrategia global de vida saludable. En sus propias palabras, “no podemos abordar este problema de complejidad sin trabajar bajo el gran paraguas de una estrategia mucho mayor”, aludiendo a la Estrategia de Promoción de una Vida Saludable en Andalucía.
Este enfoque integral, según la endocrinóloga, es crucial para lograr un impacto sostenible en la salud de la población y proporciona un marco necesario para implementar medidas. “En el Plan de Diabetes, estamos vinculados a esta estrategia, pero la tarea va más allá. Necesitamos fomentar una alimentación basada en el patrón de dieta mediterránea”, enfatizó. La dieta mediterránea, según Martínez, no solo tiene beneficios comprobados en la prevención de enfermedades metabólicas como la diabetes, sino que también influye positivamente en la incidencia de enfermedades oncológicas y la mortalidad cardiovascular. “Tenemos en nuestras manos el patrón de alimentación más saludable, y es nuestra obligación promover su implementación”.
Los ponentes coincidieron en que la dieta sana debe basarse en la selección de grasas cardiosaludables, la restricción del consumo de sal, la restricción de lácteos, el aumento de verduras y frutas, la eliminación de azúcares refinados y alimentos procesados, un consumo limitado de carnes y la presencia de pescado. Además, hizo hincapié en que “nuestra labor no puede limitarse a lo clínico, necesitamos una educación sanitaria continua y la promoción de una alimentación saludable no solo recae en manos de los profesionales de la salud, sino que requiere la participación de la sociedad".
Para José María Capitán, decano del Colegio Profesional de Dietistas Nutricionistas de Andalucía, por lo general, lejos de seguir la dieta mediterránea, la sociedad fomenta el consumo de alimentos poco saludables, transformando cada comida diaria en un desafío para mantener hábitos adecuados: “desde desayunos convertidos en auténticos postres hasta cenas poco nutritivas, con la presencia constante de alimentos procesados y bebidas azucaradas en nuestra rutina diaria”, explicó. En este sentido destacó especialmente “el aumento alarmante en el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en sal y grasas de mala calidad, afectando negativamente la percepción del sabor y desplazando a alimentos esenciales de la dieta mediterránea”.
El decano destaca la trágica realidad de las cifras de obesidad en España, donde más de la mitad de los adultos sufren de sobrepeso u obesidad, y aproximadamente uno de cada tres niños. De hecho, Andalucía tiene prevalencias de exceso de peso (sobrepeso más obesidad infantil) en la población de 2 a 17 años más elevadas que el conjunto de España según la información obtenida de las Encuestas Nacionales de Salud de España.
“Somos una de las poblaciones con los índices de obesidad infantil más elevados de Europa”, advierte Capitán, señalando la necesidad de abordar este problema desde todos los frentes, desde la responsabilidad individual, las familias, educadores y Administraciones Públicas. El retos e es enorme, pero “solo reduciendo el consumo de bebidas azucaradas y snacks, ya se daría un gran paso”, señaló. Además, demandó mayor presencia de su colectivo profesional en la asistencia sanitaria y en el diseño de políticas públicas.
Carmen de la Cámara, coordinadora de la Unidad de Endocrinología Infantil del Hospital Universitario Reina Sofía, en Córdoba, subrayó la necesidad de abordar los desafíos desde las primeras etapas de la vida, haciendo especial hincapié en la prevención, “especialmente durante los primeros 1.000 días de vida, donde los niños deben iniciar hábitos saludables con la guía de sus familias”. La especialista enfatizó los errores cotidianos en la alimentación infantil, donde las bebidas azucaradas, los zumos y los dulces en exceso se han vuelto habituales, abandonado las frutas por otras opciones menos sanas. “El dulce se convierte en una costumbre diaria a edades tan tempranas que después difícilmente es reversible”, advirtió. De la Cámara abogó por una intervención temprana y programas estructurados de educación en hábitos saludables, destacando el Plan Integral de Obesidad Infantil (PIOBIN) como un ejemplo.
En cuanto a la prevención, De la Cámara elogió los esfuerzos en atención primaria y especializada, pero subrayó la necesidad de más personal, incluyendo psicólogos y nutricionistas, para abordar adecuadamente estos problemas. Sin embargo, reconoció la dificultad de actuar en el seno de las familias, ya que la sociedad ha experimentado cambios significativos en sus costumbres. También señaló las disparidades regionales, destacando que los niños en Andalucía, en el sur de España, enfrentan mayores índices de obesidad.
María Rodríguez Lazo, jefa de dietética y Nutrición del Instituto Hispalense de Pediatría, compartió sus perspectivas sobre la nutrición pediátrica y su impacto crucial en la vida futura de los niños. Rodríguez resaltó la importancia de actuar precozmente. “La nutrición pediátrica es la semillita que vamos a plantar en la infancia de nuestros niños para poder cosechar una vida saludable y próspera en el futuro”, expresó Rodríguez. Hizo hincapié en el papel esencial del dietista nutricionista pediátrico, subrayando que su labor asistencial puede tener un impacto significativo en la salud a lo largo de toda la vida. Rodríguez también abordó la importancia de proporcionar “soluciones y herramientas prácticas a las familias para que puedan implementar de manera proactiva los consejos nutricionales”, afirmó.
La nutricionista reconoció los desafíos actuales que enfrentan las familias, con los niños comiendo en diferentes entornos como comedores escolares. Destacó la necesidad de cuidar estas herramientas y abogó por un debate sobre los comedores escolares, y de escuelas infantiles donde van desde los seis meses.
En este sentido, aludió a “la calidad nutricional de los alimentos ofrecidos en los comedores escolares”, destacando ejemplos específicos de menús desequilibrados; y abogó por una revisión constante de los menús por parte de dietistas nutricionistas. “Aunque indicaciones a veces se incluyen lácteos, que son lácteos azucarados, o en lugar de piezas de frutas se dan zumos de frutas o dulces industriales”. Los menús escolares deben ser completos, variados y educativos en términos de frecuencia, sabores y texturas. En este aspecto José María Capitán defendió el rol del nutricionista escolar para incidir en a familia y trabajar en los comedores escolares.
José Carlos Coutiño, delegado de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en Sevilla, una organización que, según explicó, trata de entender el funcionamiento del mercado y cómo las tendencias de la sociedad afectan las elecciones de consumo, colaborando con organismos públicos para promover la alimentación saludable y desarrollando campañas para priorizar alimentos frescos y limitar el consumo de procesados y ultraprocesados.
Entre algunas de las amenazas, Coutiño señaló la inflación en el sector alimentario, que ha llevado a un aumento significativo en los precios de los alimentos frescos, provocando cambios preocupantes en los hábitos de consumo, con una reducción en la compra de carne, pescado fresco, verduras y frutas frescas; con el paradigmático ejemplo del aceite de oliva.
El delegado de la OCU aludió asimismo a la publicidad dirigida a niños, que en la gran mayoría de los casos promocionan alimentos poco saludables. A pesar de los esfuerzos de la OCU, existe un proyecto de Real Decreto que limitaría estas prácticas publicitarias y que actualmente se encuentra parado, generando obstáculos en la lucha por cambiar los hábitos culturales relacionados con la alimentación. En este sentido, enfatizó la importancia de herramientas normativas para propiciar un cambio cultural y abordar problemas como la obesidad infantil.
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