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Las experiencias emocionales pueden influir en la salud física mediante sus consecuencias fisiológicas, existiendo ya muchas evidencias de que los estados emocionales negativos potencian el dolor, retrasan la cura de infecciones o la cicatrización de heridas. A este respecto, existen también numerosos estudios, y también creencias populares extendidas, de que el estrés o las situaciones de alteración emocional prolongadas en el tiempo, juegan un papel relevante en la base del desarrollo de enfermedades como el cáncer. cáncer.Ahora un nuevo estudio de la Escuela de Neurociencia Sagol y la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Tel Aviv, lo ha confirmado.
Hasta ahora, todas las investigaciones se habían probado en modelos animales, aunque ya existen referencias claras en humanos. La investigación, publicada en la revista 'Nature', confirma que "los modelos animales han demostrado que los factores estresantes pueden favorecer muchos elementos característicos del cáncer", dicen los autores.
El estrés psicológico describe lo que la persona siente cuando está bajo presión mental, física o emocional. Aunque es normal presentar cierto estrés psicológico de vez en cuando, las personas que presentan altos grados de estrés psicológico o que lo experimentan en forma repetida por largo tiempo pueden tener problemas de salud (mentales o físicos).
Se estudió el efecto del estrés en la supervivencia del paciente, así como el estrés dependiente de factores individuales, como depresión, aislamiento, falta de apoyo social, y la que depende de factores que no están directamente relacionados con el individuo, como las guerras y el cambio climático.
En estados de estrés se sabe que los niveles de catecolaminas, adrenalina y noradrenalina, están elevados y que estas sustancias en sangre pueden activar receptores de las células cancerosas y regular una gran variedad de funciones del tumor como son el crecimiento, la migración y la invasión de este.
Y es que cuando el cuerpo está bajo estrés fisiológico o psicológico durante mucho tiempo, se producen en grandes cantidades de este grupo de hormonas, sobre todo de prostaglandina y catecolamina. Estas hormonas suprimen la actividad de las células del sistema inmunológico e indirectamente aumentan el desarrollo de metástasis.
En este sentido, en cuanto a la tasa de progresión de un cáncer ya presente, ahora se acepta que las catecolaminas son capaces de promover la proliferación de células cancerosas, su supervivencia y migración a otros tejidos, lo que provoca la metástasis. Asimismo, las catecolaminas pueden facilitar ''el desarrollo de vasos sanguíneos dentro del cáncer, factor decisivo para su posterior crecimiento. Un fenómeno observado por ejemplo en el cáncer de ovario, mama, páncreas y colorrectal'', según señalan desde el diario EL MUNDO.
Si se produce una cronificación de algún conflicto emocional, esas emociones conducen a un estrés en el que se liberan citoquinas inflamatorias, sustancias que crean un ambiente proinflamatorio del que no se es consciente. De hecho, aunque esta situación se regule con el tiempo, si se ha estado sometido durante muchos meses a este estrés constante, el cáncer puede ir ya por libre.
Es más, añaden, "la respuesta al estrés puede facilitar el crecimiento del cáncer y la metástasis a través de una acción directa sobre las características moleculares del tejido maligno, sobre su microambiente, sobre la actividad inmune antitumoral y sobre otros moduladores indirectos de la progresión del cáncer".
Asimismo, se vincula el estrés, por ejemplo, a la inducción de una menor eficacia de los procesos de reparación celular natural. Esto se debe a que los procesos de deprimentes y crónicos, generan un desequilibrio en el sistema nervioso que también se traduce en mal sueño, malos hábitos de vida e incluso en eventos cardiovasculares y de azúcar en sangre. Todo ello incide de manera negativa en los procesos de auto reparación del cerebro y el organismo.
Además, el estrés puede reducir la resistencia del cuerpo a algunos tipos de virus, llamados oncogenes, que ahora se sabe que están significativamente involucrados en el inicio de alrededor del 15% de los casos de cáncer.
Según indican los autores, el escepticismo entre la comunidad médica de que esto juegue un papel significativo, aleja a este factor de los propios tratamientos, no se tiene en cuenta. Por ello, aconsejan que las intervenciones de manejo del estrés deben probarse en los períodos críticos que afectan la progresión del cáncer, especialmente en el postoperatorio corto y los tratamientos adyuvantes, haciendo comparaciones con otros períodos y acompañándolos con intervenciones farmacológicas encaminadas a contrarrestar el estrés y las respuestas inflamatorias inevitablemente provocadas por los procedimientos médicos".
Los resultados, sugieren asimismo, que no se puede determinar la medida en la que aumenta la progresión del mismo, ya que existen otros muchos condicionantes. Eso sí, está demostrado que influyen en procesos que fomentan o influyen de manera negativa en frenar su avance.
Es por ello que incorporar en nuestras vidas hábitos saludables que busquen la disminución del estrés y, con ello, la disminución de procesos inflamatorios en nuestro organismo sería consecuente con lo que ya sabemos desde la perspectiva científica.
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