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Cáncer
La Fundación Amancio Ortega ha donado 280 millones a la sanidad pública para comprar diez equipos de protonterapia, destinados a los tratamientos más avanzados contra el cáncer y que no estaban disponibles hasta ahora en nuestro país de forma gratuita. Los mismos se repartirán en siete comunidades autonómas y forman parte de los 290 que la Fundación Amancio Ortega se comprometió a donar a hospitales públicos de toda España. Pero,¿cómo funciona esta novedosa terapia?
La protonterapia es una forma particular de radtioterapia externa (RTE) en la que se irradia el tejido tumoral empleando un haz de protones. Su gran ventaja es que es más precisa que otras formas de radioterapia y sirve para radiar los tumores más escondidos. El acelerador lineal de electrones de fabricación estadounidense cuesta unos dos millones de euros y es el modelo más avanzado del mundo para tumores en los que la radioterapia no resulta efectiva y la cirugía no es una opción.
Este tipo de radioterapia suele emplearse en sitios patológicos que permiten la disipación de altas dosis de radiación, como sucede en el melanoma uveal, los tumores paraespinales, tumores cerebrales y otros sarcomas; en estos casos, proporciona una probabilidad de control local mayor que la radioterapia convencional.
A diferencia de la radiación de fotones tradicional, que usa rayos de rayos X para atacar al tumor pero que aplica radiación en tejido sano, la terapia de protones es un tratamiento que dirige protones cargados positivamente al tumor, donde depositan la mayor parte de la dosis de radiación. Con esta terapia la radiación residual es mínima, lo que reduce en buena meida los efectos secundarios de otras técnicas y el daño al tejido circundante.
Para ello, se usa un acelerador de partículas que puede ser de dos tipos concretos (ciclotrón o sincrotrón). Estos dispositivos aceleran un haz de protones que es dirigido, usando potentes campos magnéticos, hacia el tumor del paciente, donde interfiere con la división celular y puede provocar muerte celular.
Es por esto que la precisión resulta tan importante: aunque las células tumorales son más vulnerables por su alto nivel de división y bajo nivel de reparación del ADN, la radiación puede también causar severos daños en las células sanas. Y la técnica resulta tan precisa gracias a un brazo de última tecnología que dispara la radiación y un sistema de toma de imágenes que permite ver exactamente a dónde está llegando.
Tal y como explica la Clínica Universitaria de Navarra, uno de los pocos centros sanitarios que ha venido administrando este tratamiento en España (hasta el momento, eran todos privados), las sesiones duran algo más de media hora, aunque la irradiación no suele exceder el minuto, y se requieren entre 20 y 30 sesiones en total.
Los tumores para los que se considera adecuado este abordaje son, según indica la Sociedad Española de Oncología Radioterápica, los tumores próximos o en la base del cráneo, los tumores del sistema nervioso central o primario o metastásicos en la médula espinal, los tumores oculares, los tumores pediátricos con necesidad de radioterapia, los pacientes con síndromes genéticos con riesgo de elevada toxicidad y, en casos seleccionados, la reirradiación.
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