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Uno de los más famosos comentarios y creencias populares más escuchadas es la de que 'ya no comemos como lo hacían nuestros antepasados'. Una afirmación que se hace en positivo para el estilo de alimentación y hábitos de nuestros ascendientes y la calidad nutritivacalidad nutritiva de sus productos. En este sentido, llevamos años asistiendo a las nuevas tendencias del 'todo vuelve'. En la moda, en las dietas, en el arte... Y en esta época de universalidad e interconexión, las modas cada vez se difunden con mayor rapidez. Una de las mayores tendencias es, sin duda, las nuevas corrientes dietéticas. nuevas corrientes dietéticas El estilo de alimentación y los nuevos productos han cogido fuerza estos últimos años y llegan al 2022 como auténticas tendencias nutricionales que nos acompañarán de ahora en adelante. Una de ellas se basa, precisamente, en unos antepasados muuuuy lejanos: los que vivieron durante la prehistoria.
Se trata de un tipo de alimentación que consiste en tratar de imitar la dieta de los ancestros más remotos de la humanidad, intentar comer con la mayor 'naturalidad' posible. Sus defensores apuntan que no se trata de una dieta temporal, sino de un estilo de vida cotidiano. Consumir únicamente los alimentos que consumían nuestros ancestros del paleolítico, donde cogían los alimentos directamente de la naturaleza, resulta algo difícil desde la revolución industrial. Los alimentos naturales, sin procesar, fueron siendo sustituidos poco a poco por los alimentos procesados hasta llegar a nuestros días, donde la base de la dieta de muchas personas consiste en este tipo de productos. Por tanto, ¿Cómo se puede seguir? y, ¿cuáles son las consecuencias negativas de su implementación?
En EEUU causa furor y ya son muchos los famosos de Hollywood que la siguen como Matthew McConaughey, Jessica Biel, Megan Fox, Uma Thurman… Incluso la súper modelo Adriana Lima o el tenista Novak Djokovic son fieles a este plan nutricional.
un plan nutricional basado en la antigua dieta de plantas silvestres y animales salvajes que fueron consumidos por los humanos del período Paleolítico (período que duró 2,5 millones de años y que terminó con el desarrollo de la agricultura hace unos 10.000 años).
Por este motivo, da prioridad a los alimentos que se podían obtener mediante la caza y la recolección (como, carnes magras, pescado, frutas, verduras, nueces y semillas) y limita aquellos alimentos que surgieron con la agricultura (como, los productos lácteos, los cereales y las legumbres).
Por tanto, para seguir esta dieta lo recomendable es que nuestra alimentación se base en el consumo de alimentos integrales tales como huevos, frutas, verduras, frutos secos, semillas, tubérculos y carnes magras. La paleodieta excluye los alimentos procesados, los cereales, los azúcares simples y las legumbres, los granos y los lácteos. En el caso de los lácteos, éstos deben ser siempre crudos, nunca pasteurizados, por lo que esta opción amplía el abanico de posibilidades.
La dieta paleo tiene muchas cosas en común con el crudiveganismo. Sus defensores aseguran que nuestro sistema digestivo y nuestra genética no han tenido tiempo de adaptarse a los cambios sucedidos desde la generalización de la agricultura y, evidentemente, de la revolución industrial. Por ello, defienden combinar la sabiduría de la dieta de nuestros ancestros con las ventajas para la salud que la medicina moderna nos ofrece.
Al eliminar algunos grupos de alimentos, es cierto que se puede contribuir a la pérdida de peso y mejoras en la salud. No obstante, la dieta paleo limita varios alimentos, lo que, a largo plazo, puede generar deficiencias nutricionales y traer graves consecuencias para la salud.
Asimismo, las opiniones en contra indican que precisamente los cereales y los carbohidratos fueron producto de la evolución social de los seres humanos, y que la mayoría de las dietas balanceadas no prohíben el consumo de tales alimentos en forma adecuada. Además, excluir de la dieta las legumbres, puede suponer una pérdida importante de proteínas vegetales, vitaminas y fibra.
Un exceso de proteínas puede producir ''Rabbit starvation'' o intoxicación por proteína, un tipo de desnutrición aguda debida al consumo excesivo de carne magra (por ejemplo, conejo) sumado a la falta de otras fuentes de nutrientes. Los síntomas pueden ser: diarrea, cefalea, fatiga, baja presión arterial y malestar, que sólo puede compensarse ingiriendo grasas y/o hidratos de carbono. En este sentido,un consumo excesivo de carne roja, como anunciaba la OMS, se ha asociado a una mayor probabilidad de sufrir de cáncer o, incluso, otro tipo de enfermedades.
Por otro lado, se ha observado que las personas que siguen una dieta paleo tiene una microbiota intestinal diferente con niveles altos de N-óxido de trimetilamina (TMAO), un compuesto que está vinculado con las enfermedades cardiovasculares.
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