Augusto Pansard, pregonero de la Semana Santa de Málaga: “Son tiempos de valentía y el cofrade tiene que ser valiente”
Semana Santa
El sábado se subirá a las tablas del Cervantes para pregonar a Málaga la Semana Santa de 2024
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Le comunicaron que sería el encargado de dar el pregón de la Semana Santa de 2024 en el silencio del hogar, y con ese mismo silencio guardó el secreto hasta que vio la luz su nombramiento. En su despacho, entre reconocimientos (muchos de ellos de hermandades) y recuerdos personales, cuelga un cuadro donde se refleja parte de su devoción: la Virgen del Rosario, de la Hermandad de la Sentencia, y la Piedad. En otro de los rincones se observa una palma, algo gastada ya, que perteneció a un Domingo de Ramos que se fue y que forma parte de los recuerdos y los orígenes cofradieros de Augusto. Si la infancia es la patria del hombre, Pollinica es la patria del pregonero. “Lo llevo con mucho orgullo. Ser pollinico es un atributo del que presumo permanentemente”, reconoce.
Augusto Pansard, abogado y docente, llegó a las cofradías bien temprano, de la mano de su maestro en la escuela. Lejos quedarán aquellas primeras Semanas Santas cuando el sábado se suba a las tablas del Cervantes para anunciar a la ciudad que ha llegado su Semana Mayor. El pregonero vive una Cuaresma muy diferente, donde no le han faltado el calor de los cofrades y las muestras de cariño. “El cariño anónimo de personas que no te conocen y que se acercan por la calle, que te saludan, que te dan ánimos, que te dicen que tienen ganas de pregón. Son momentos totalmente increíbles”, cuenta Augusto. Un pregonero para el que la Semana Santa y Málaga lo son “todo”.
¿Cómo está viviendo esta Cuaresma tan especial?
Tú lo has dicho, de una forma muy especial, con ese toque tan distinto. Son muchos los momentos absolutamente exclusivos. Ya de por sí las cuaresmas no se repiten, son siempre nuevas, pero este año, por mi condición de pregonero, estoy viviendo momentos irrepetibles que se quedarán por siempre en mi memoria.
A pocos días de dar el pregón, ¿qué se le pasa por la cabeza?
Se me pasa por la cabeza lo mismo que el primer día. Ser yo, tener capacidad para transmitir lo que quiero transmitir a mis hermanos cofrades, con la humildad de quien se presenta ante un senado que es tan sabio o más que yo. Yo no voy a enseñarles nada. Y que salga como Dios quiera.
Ha dado pregones en otras hermandades pero, ¿esperaba verse alguna vez en el Cervantes?
Uno siempre está en el escaparate y, cuando eso sucede, siempre cabe la posibilidad. Se escucha que hay opciones, pero yo tenía asentado que nunca lo sería. Era mucho más probable que nunca lo fuera a que llegara a serlo, por eso cuando se me comunicó la designación por parte del presidente fue una tremenda alegría. No te voy a decir que no lo esperaba o que fuese imposible, sabía que podía llegar, pero lo más probable es que nunca me llegara.
Entregó el texto el pasado Miércoles de Ceniza, ¿cómo ha sido el proceso de escritura?
Han sido dos fases muy distintas. Una primera fase que fue de silencio mediático. Pese a que conocía el nombramiento por parte del presidente, todavía no podía hacerlo público. Era una cosa que había que esperar los tiempos necesarios, a que el señor obispo diese su plácet, a que la Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías tomara conocimiento. Ese tiempo de espera, que era difícil, me llevó a poner muchas ideas en orden. A tener tranquilidad para poder repasar, recordar y pensar que es lo que yo quería. Después, la segunda parte ha consistido en plasmar esas ideas por escrito.
Cuando se escribe un texto, este parte de una idea inicial. En su caso, ¿cuánto queda de la idea inicial en el pregón que escucharemos el sábado? ¿Ha evolucionado?
Evolución hay en cuanto a la idea en la que se desarrolla. La idea, el esquema, ese armazón que comentaba antes que nace del silencio mediático, se ha mantenido de principio a fin, pero solamente era un armazón, era como una estructura. Después, claro, al ir escribiendo aparecen muchos matices, muchas notas nuevas e incluso cosas no pensadas a la hora de desarrollar esa idea inicial.
Escribió el periodista Núñez de Herrera que en los días de Semana Santa no se razona, se siente nada más. A la hora de escribir el pregón, ¿le ha podido más la razón y la reivindicación o el corazón?
Es que en el corazón también cabe la reivindicación. Esta no tiene porque ser ajena al mundo de los sentimientos. Muchas veces el mundo de los sentimientos también se revela. Eso de “ni siente ni padece”, pues aquí el cofrade siente y padece. El corazón también siente y padece. Yo creo que no hay porque disociar ambos mundos. Lo importante es que el corazón tenga razón.
Un pregón también se escribe a partir de las vivencias, ¿cuál es el primer recuerdo que tiene de la Semana Santa?
No puede ser otro que Pollinica, es mi primer recuerdo. Casi, si me apuras, no solo de la Semana Santa, es posiblemente uno de mis primeros recuerdos cuando echo la vista atrás en el tiempo. Es mi túnica pollinica, mi faraona, mi campanita o mi palma de Domingo de Ramos. Y junto a esos recuerdos y momentos, esas otras personas que de forma indisoluble están unidas a ellos.
Llega a Pollinica y al mundo cofrade de la mano de Francisco Muñoz Estrella, ¿qué supuso para Augusto este cofrade?
El principio de todo. Una persona que era mi maestro en la escuela. Por aquel entonces, Paco Muñoz Estrella era teniente de hermano mayor con el gran Francisco Triviño y nos llevó un taco de hojitas para inscribirnos. Ahí me apunté. Él nos explicaba lo que era eso. Yo no tenía antecedentes cofrades ni tampoco tenía tradición cofrade. Él nos ilusionó hasta tal punto de que nos apuntamos media clase y alguno como yo todavía sigue.
¿Cómo vivía aquellas Semanas Santas?
Eran increíbles. Todo niño lo es, pero yo era una esponja absoluta. Esto era algo para mí totalmente novedoso. No sabía lo que me iba a encontrar. Sabía lo que me habían contado en el colegio. Yo me había medio informado, leía un poquito algunas cosas, tampoco entonces la información cofrade era tan abundante como lo es ahora. Un niño de cinco años algo preguntaba también. Y, luego, la experiencia del Domingo de Ramos. Las 15:30 de la tarde, que es cuando salía Pollinica. Algo imborrable. Y además la tengo fresca, como si fuera ayer.
Las hermandades han evolucionado mucho en muy poco tiempo, ¿cómo ve la Semana Santa de ahora?
Creo que cada cosa tiene su tiempo y tiene su lugar, sus circunstancias. Por fortuna las circunstancias que tenemos en el siglo XXI no son las que se tenían en los años cincuenta o sesenta, donde casi que tuvimos que reinventarnos de nuevo los cofrades. Hemos crecido muchísimo, pero también hay que recordar que en tiempos muy complicados hemos sabido estar. Creo que estamos en un excelente momento, pese a que hay personas que están empeñadas siempre en decir que esto se acaba. Yo creo que la Semana Santa está tremendamente arraigada en la conciencia de del malagueño.
Está también vinculado con las hermandades de la Piedad y la Sentencia, ¿cómo llegó a ellas?
A Sentencia llego como se llegaba también mucho en aquellos años setenta, por los vecinos del bloque, por el barrio. Yo vivía en Fuente Olletas, en la parte alta de la Victoria, y allí en ese bloque vivía el que entonces era teniente de hermano mayor de la Sentencia, Rafael Rodríguez, nos apuntó a todo el grupo de chavales de allí. Si Pollinica fue la escuela, Sentencia fue el barrio. En el fondo siempre es esa idea del cofrade de captar, de llevar a sus hermandad a lo que tiene cercano, y a raíz de esa cercanía con Rafael pues entro en Sentencia. Finales de los setenta posiblemente.
Piedad fue más tardío. Fijate, en Pollinica me apuntaron casi en el colegio, en Sentencia los vecinos y en la Piedad me apunté yo. Fue con motivo del pregón que yo dí allí, que fue la primera vez que yo dí un pregón. Me atrapó la imagen, esa sensación de quedarte prisionero de una imagen con una carga devocional increíble. No me hizo falta más. Evidentemente, yo no me he hecho hermano de todas las hermandades que he pregonado, pero en Piedad sentí una devoción a primera vista que me llevó a pedir ser hermano.
¿Qué significan para el pregonero sus devociones?
Todo. Las tengo presentes en mis momentos felices, en momentos muy amargos y en momentos complicados de salud. Son mi faro, mi confianza, mi fuerza, mi estímulo y mi razón de ser. No sabría vivir sin devociones, las tengo muy presentes. Estoy seguro de que mis devociones cuidan mucho mejor de mí que yo de ellas.
¿Qué es para Augusto la Semana Santa?
La Semana Santa para Augusto es un fenómeno totalmente transversal. Es el recuerdo, es la convivencia, es el reencuentro, es la manifestación de fe… de una manera de expresar la fe que vive uno en compañía de hermanos. Si no hubiese Semana Santa yo sería uno de los que lucharía por inventarla.
Por último, este año que tiene el privilegio y la suerte de ser la voz que pregone la Semana Santa, ¿qué le diría a los cofrades?
Que sientan el orgullo de serlo. Que estén orgullosos de ser cofrades. Que lo manifiesten, que sean reconocibles como cofrades. Que sean valientes, son tiempos de valentía y el cofrade tiene que ser valiente y vivir de cara a un mundo que necesita de compromiso. Es el momento del compromiso, es el momento de arriesgar y es el momento de mostrarle al mundo que los cofrades estamos aquí todo el año.
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