El Cristo Yacente baja del Monte Calvario en su Sagrada Mortaja

La cofradía, que salió de la Basílica de la Victoria a las 16:00, fue la que abrió los recorridos procesionales del Viernes Santo

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La cofradía del Monte Calvario sale del Santuario de la Victoria.
La cofradía del Monte Calvario sale del Santuario de la Victoria. / Marilú Báez

En la ermita del Monte Calvario, durante las horas previas al inicio del recorrido procesional de la cofradía, el público podía presentar sus respetos al Cristo yacente como si de un velatorio se tratase. Su cuerpo inerte reposaba en la capilla haciéndose tan cercano como humano. Subir cada año hasta allí y presenciar el traslado, que da comienzo a las 15:00, es un momento único del Viernes Santo que muchos no quisieron perderse.

Entre cañas de azúcar y limones cascarúos, porque la pena no siempre está reñida con el hambre, las tradiciones se perpetuaban un año más en la bajada de la Vía Dolorosa del Calvario. Desde allí por la glorieta Padre Manuel Gámez y la plaza del Santuario se portó al Cristo hasta el interior de la Basílica de Santa María de la Victoria.

Una vez dentro realizaron su entronización y a las 16:00, con la puntualidad acostumbrada, se abrieron las puertas del Santuario para que la cofradía del Santísimo Cristo Yacente de la Paz y la Unidad en el Misterio de su Sagrada Mortaja y Santa María del Monte Calvario comenzara su salida procesional por la calle Compás de la Victoria. Las túnicas negras con el cíngulo del mismo color y el escapulario de la Orden Mínima con el emblema de la caridad bordado en el pecho llenaron las calles victorianas en una tarde soleada que esperaba la salida de otras siete cofradías.

Traslado del Cristo Yacente desde la ermita del Monte Calvario.
Traslado del Cristo Yacente desde la ermita del Monte Calvario. / Marilú Báez

A los pocos minutos se escucharon las primeras campanas desde el interior del templo y el trono inició su salida. Lo hizo sin mecer para que la corona de la Dolorosa del conjunto no rozase con el arco del techo. La plaza lo recibió con el mayor silencio que el respetable era capaz de dar. Móviles en alto para captar la escena que cada Viernes Santo recorre las calles del centro.

La hermandad, que data de mediados del siglo XVII, procesiona al Cristo Yacente acompañado de Nuestra Señora de Fe y Consuelo, una talla anómia de 1770 atribuida a Antonio Asensio de la Cerda, los santos varones –José de Arimatea y Nicodemo– y las santas mujeres –María de Cleofás, María Salomé y María Magdalena–, también conocidas como ‘las Tres Marías’. Su caminar por las calles de Málaga tuvo el acompañamiento musical de la Banda de Música Nuestra Señora de la Soledad.

El trono de Santa María del Monte Calvario a su salida de la Basílica.
El trono de Santa María del Monte Calvario a su salida de la Basílica. / Marilú Báez

Tras Él, la Dolorosa bajo palio realizada en los años 70, Santa María del Monte Calvario. A la Virgen, que este año estrenó el techo de palio diseñado por Eloy Téllez, le guio sus pasos los sones de la Banda de Música Nuestra Señora de la Paz. La salida la hicieron a brazos, para subirla a hombros nada más que el palio rebasó el arco de la puerta. Con soltura y agilidad, en media hora se puso completa la cofradía en la calle.

Poco antes de las siete de la tarde, fue la primera hermandad de la tarde en pedir la venia en la Tribuna Oficial e iniciar el recorrido que la llevaría a realizar estación de penitencia en la Catedral casi cinco horas más tarde de haber emprendido su camino. El regreso a casa lo harían por las calles Álamos, Peña y Cruz Verde para alcanzar su barrio por Altozano.

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