Estudiantes pasa de la teoría a la práctica y estrena el Lunes Santo en Málaga

A las 19:15 la cruz guía se abría camino entre personas y nubarrones, que solo poco minutos antes habían dejado de 'llorar' desde el cielo para darles paso a los capirotes verdes y rojos

Estudiantes en el Lunes Santo en Málaga, en fotos

La plaza del Obispo abraza a Estudiantes bajo una cúpula de nubes

Estudiantes ya en la calle, este Lunes Santo en Málaga en el que cuatro cofradías suspendieron sus salidas. / Ana Jiménez

La jornada del Lunes Santo en Málaga comenzaba tarde y mal. Con todas las cofradías decidiendo que no iban a salir. Pero en Estudiantes acordaron que sí lo iban a hacer y calle Alcazabilla apoyó su decisión, no sin algún paraguas que se abría y cerraba durante la espera. A las 19:15 la cruz guía se abría camino entre personas y nubarrones, que solo poco minutos antes habían dejado de llorar desde el cielo para darles paso a los capirotes verdes y rojos. Unos firmes toques de campana en el trono del Cristo Coronado de Espinas abrían por fin un Lunes Santo ennegrecido y sin cera en las calles.

El gaudeamus igitur se volvió el himno de toda una ciudad, que por fin sonreía a al son de las voces de los barbilampiños hombres de trono. La promesa de un recorrido sin lluvia se hacía cada vez más real con la salida de María de Gracia y Esperanza.

Con paso ligero y el peso de una incertidumbre sobre sus hombros, ambos titulares llegaron a la Catedral donde el Obispo de Málaga presidió el acto, cono es tradicional. Con todos los nazarenos mezclados en un mosaico de capirotes inquietos, miraban ojipláticos por los pequeños agujeros en el terciopelo la estampa, que pocas horas antes parecía imposible.

La ilusión se mantuvo encendida y vibrante, con la torre sur imponente y el silencio como oración durante unos segundos. Con los sonidos de la banda que acompañaba a María de la O de Gitanos aún resonando en calle Larios, Estudiantes aprendía de ellos y se hacía dueño cerrando el recorrido oficial de un atípico y agridulce Lunes Santo. El camino mojado que les quedaba por recorrer era solo el principio de lo que ni libros ni escuelas ni nada que pueda estudiarse podría darle una lógica: la pasión hecha realidad tras el miedo a la tormenta.

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