La Humildad bendice la Victoria con su habitual seriedad y elegancia
El barrio volvió a volcarse con la salida procesional del Ecce Homo este Domingo de Ramos
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El olor a gambas a la plancha en las terrazas del Compás de la Victoria despertaba el hambre. Los restaurantes y bares del centro, miraras donde miraras, estaban en pleno apogeo cuando todo el entorno de la Basílica de Santa María de la Victoria también hervía, más al sol que a la sombra, con el público que esperaba la salida del Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo y Nuestra Madre y Señora de la Merced.
Diez minutos antes de la hora señalada, la banda de Cornetas y Tambores del Paso y Esperanza llegó desfilando y tocando para hacer su entrada en el santuario y tomar posiciones para acompañar al Ecce Homo durante su recorrido por las calles de la cuidad.
Los poyetes y barandillas eran asientos cotizados para los pies cansados de caminar desde la temprana salida de la Pollinica, que ya se encontraba cercana a su encierro. Puntuales, a las cuatro menos diez, tras los toques acordados se abrieron las puertas para que la Cruz de guía comenzase un cortejo de nazarenos blancos con cinturones de esparto al que acompañarían cientos de fieles por el barrio de la Victoria.
Se pedía silencio y se hizo en la plaza ante la pausada y elegante salida del trono del Señor, un precioso conjunto escultórico que representa la presentación ante el pueblo de Jesús cautivo, en presencia de Caifás, momento en el que se les da a elegir la liberación de uno de los presos. Entonces el gentío grita su preferencia por liberar a Barrabás en lugar del Mesías.
La fundación de esta hermandad se remonta a 1694, aunque de su etapa más reciente destaca su refundación en los años 80 y su ingreso en la Agrupación en 1986. Con la seriedad habitual con la que realizan su recorrido cada Domingo de Ramos, no en vano se les conoce como los servitas blancos, la cofradía volvió a mostrar por el Centro de la ciudad el cuidado conjunto escultórico al que acompaña Nuestra Señora y Madre de la Merced y un desfile formado por casi 300 nazarenos.
La salida de la Virgen desde el interior de la Basílica siempre ofrece una bonita estampa. No se puede realizar a hombros por las dimensiones del trono y el palio y solo se alza cuando se supera el dintel de la puerta.
Junto a San Juan Evangelista, la Virgen de la Merced en su trono de plata salió con la candelería encendida, aunque las rachas de viento se la apagaron al momento y solo unas llamas aguantaron la embestida del viento de levante, que refrescó un poco la tarde. La acompañaba la banda de música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración.
Tras terminar el Compás de la Victoria, le esperaba la calle Altozano para llegar así hasta la Cruz Verde, Peña y Mariblanca y luego entrar en el recorrido oficial por Comedias y Santa Lucía. A las 20:45 tenía prevista su entrada en la Catedral para hacer estación de penitencia y protagonizar, tras su salida por el Patio de los Naranjos, otro de los momentos más bonitos de su recorrido por las calles San Agustín, Echegaray y Granada de vuelta a casa.
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