La Legión abre los cielos en Málaga en una mañana lluviosa de Jueves Santo
La compañía de honores del Tercio Don Juan de Austria III hace su tradicional acto en Málaga, que les acoge con fulgor como promesa de un Jueves Santo con Mena en la calle
Las fotos de la Legión en el traslado del Cristo de Mena en Málaga este Jueves Santo
Así canta la Legión su tradicional 'Novio de la Muerte'
La reina Sofía, invitada de honor en Málaga para ver a la Legión este Jueves Santo
La mañana del Jueves Santo es de ellos, de eso no cabe duda. En el nublado horizonte se divisaban los uniformes en tonos verdes que tanto les caracteriza. Altos, serios y con la mirada puesta en el cielo, que ya lloraba a pequeñas gotas sobre la terminal de cruceros del muelle de Málaga desde primera hora de la mañana: desembarcaba la compañía de honores del Tercio Don Juan de Austria III de La Legión.
Un silencio que dejó mudas hasta las propias olas del mar fue el preludio de los primeros pasos del batallón en Málaga frente a numerosos cargos políticos, personalidades del mundo de la cultura y la figura destacada en el evento, que casi se lleva más miradas que el propio Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, la reina emérita doña Sofía.
Casi como un arranque de pasión, un grito ronco de una voz masculina se escuchó claro "¡Viva la Legión!", a lo que toda la ciudad respondió a una "¡Viva!". Los legionarios continuaban en su pose ante una ciudad que se rendía de nuevo a sus pies y que veía en ellos la esperanza de un Jueves Santo que temblara bajo sus 160 pasos por minuto en la salida procesional de Mena durante la tarde.
Con su propia velocidad y sobre algunos charcos que había dejado la lluvia, una hilera continua de botas negras trotaban de una punta de la zona centro de la ciudad a otra. En su largo camino, miles de personas con sus paraguas y chubasqueros estaban esperándolos emocionados para compartir con ellos ese momento que solo puede entenderse si tienes la suerte de verlo en persona. Con la llegada de la música y una desdibujada silueta por la Alameda, ya les quedaba poco para llegar a la plaza de Santo Domingo, donde las puertas del salón de trono de la casa hermandad de Mena ya estaba abierto, dejando a la vista de todos los que se congregaban en el lugar desde hacía horas a Nuestra Señora de la Soledad Coronada, que presidía la escena desde el interior.
La alfombra roja en una de las esquinas de la plaza y las sillas del mismo color en el centro de la misma llamaban tan poderosamente la atención como el coche negro que llegó entre aplausos a Santo Domingo. De él bajó doña Sofía, saludando y con una sonrisa en el rostro por cumplir ese deseo de ver el peculiar acto religioso, militar y cofrade que es el traslado y entronización del Cristo. A su lado, el obispo de Málaga; cercanos a ella, personalidades como José Luis Martínez Almeida o Antonio Banderas; y a su completo alrededor, una Málaga que la coronaba de hhalagos y que disfrutaba de su presencia.
Unos rayos de sol calientan la escena y dan la luz que faltaba para hacer idílico el momento. La alegría por el cielo despejado típico de la ciudad y desgraciadamente atípico en esta semana, hizo que los presentes festejaran unos segundos por la promesa de que la lluvia desapareciese por completo durante la jornada. Los banderines en alto significa que el crucificado deja la iglesia atrás sobre los hombros y manos de los legionarios para reunirse con una ciudad que le es devota y con una unidad militar que le presta su cuerpo cada año para llevarlo al corazón de la Semana Santa malacitana. "Novio de la Muerte" cantado a todo pulmón por los miembros de la Legión y por todos los presentes parece retumbar por cada rincón de Málaga bajo la presencia de la Catedral, cuya Torre Sur contemplaba los acontecimientos desde la lejanía.
Pulso al Cristo de la Buena Muerte, bajada a los hombros, muestra a los devotos inclinando la cruz, unas palabras para el acto religioso y la Legión coreando, dieron paso a la entronización del Señor junto a su Madre. Al son de sus cornetas y tambores, la unidad militar se fue alejando de la plaza pasando primero por la puerta de la casa hermandad a modo de breve despedida a los titulares, que quedaron expuestos en el interior durante unos minutos para que todos pudiesen acercarse a ellos. Los últimos uniformes verdes paseaban y se hacían fotos todos los que lo pedían, sin perder una simpatía que a veces parecía quedar oculta tras el uniforme pero que sacan con su llegada anual a este lugar.
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