Pollinica, Prendimiento y Gitanos brillan en el Domingo de Ramos de Ronda

La Hermandad de la Pollinica ha sido la encargada de abrir la Semana Santa de Ronda en este Domingo de Ramos que en la ciudad del Tajo comenzó con intervalos nubosos, aunque al poco tiempo lucía sol de forma clara y despejó cualquier mínima dura sobre la salida de las cofradías.

Los alrededores del templo de San Antonio, situado en la barriada de La Dehesa, se llenaron de fieles a la espera de la salida de los dos pasos que procesiona esta cofradía por las calles de la ciudad del Tajo, siendo una de las que realiza un recorrido más largo.

Tras la bendición de la palmas y los ramos de olivo en el interior del templo, dos hermanos nazarenos se encargaban de abrir la puerta principal de la iglesia para que la Cruz Guía marcase el recorrido en la vuelta a la normalidad tras los años de pandemia y las limitaciones del pasado año. Los primeros metros del recorrido se llenaron los los tradicionales colores de esta hermandad que luce túnicas blancas combinadas con azul y amarillo

Los más pequeños han vuelto a ser los protagonistas repartiendo imágenes de los titulares entre los asistentes y llevando la alegría de la chiquillería a las calles de la ciudad de una cofradía que desde hace ya unos años cuenta con hermanos costaleros para portar a sus titulares.

Ya por la tarde, el fervor por el Prendimiento y el Manué tomaron las calles del popular barrio de San Cristóbal y las majestuosas calles de la Ciudad.

Los alrededores de la parroquia de San Cristóbal se llenaron mucho antes de que el Prendimiento realizase su primera levantá para iniciar un recorrido hacia el centro de la ciudad. No obstante, su barrio no faltó a su encuentro tras la llegada de la normalidad, abarrotando los primeros tramos en su lento caminar.

Cada chicotá era aplaudida con gran entusiasmo desde las aceras y balcones, mientras resguardada todavía bajo un entoldado, los costaleros de María Santísima del Rosario se preparaban para la primera levantá que estuvo a cargo de un hermano que no podía procesionar este año y que fue el encargado de dar el primer golpe de martillo.

Y mientras los sones de cornetas y tambores llenaban las calles de San Cristóbal, en pleno casco antiguo, junto a la colegiata de Santa María la Mayor, sus calles se inundaron de un intenso olor a romero que llegaba desde los calderos encendidos que anunciaban la pronta salida del Manué, el Señor de los Gitanos.

Con una salida milimétrica que obliga a retirar los respiraderos de los pasos, los costaleros tienen que poner toda su sabiduría y templar sus nervios para que Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Amargura puedan salir a la calle sin sufrir ningún tipo de problema.

A lo lejos se pueden ver las miradas del numeroso público que abarrota los alrededores del templo y que trata ver en la distancia la salida, ya que el reducido espacio hace que tan solo los costaleros y sus capataces puedan estar en la rampa de salida.

Una vez superado el principal obstáculo, la alegría por ver al 'Manué' en la calle se disparó y no faltaron los vivas lanzados una y otra vez.