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La Pollinica, la ilusión vestida de Domingo de Ramos

Los más pequeños de Pollinica, en la sección de la Virgen, afrontan con ilusión el recorrido. / Pepe Gómez

La calle Parras se convierte cada año en el kilómetro cero, en el punto inicial de la Semana Santa de Málaga. Cuando, puntuales a la llamada, se abren las puertas de la casa hermandad de Pollinica, la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús a su entrada en Jerusalén, María Santísima del Amparo y San Juan Evangelista llena las calles de palmas, incienso y fervor para asentar las creencias y tradiciones de un pueblo que sigue insuflando vida a su rito centenario. Ese que escenifica la Pasión de Cristo, que comienza con su triunfal recibimiento en el lugar donde poco después sería condenado y crucificado, y termina con lo que le da sentido a todo el catolicismo, la resurrección.

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Pollinica sale de su casa hermandad. / C. Fernández

Los siete días de procesiones, con 42 cofradías agrupadas realizando sus recorridos desde sus sedes canónicas o casas hermandad, empezaron este Domingo de Ramos a las 10:15 con los sones de la banda de cornetas y tambores de la hermandad Jesús Nazareno de Almogía. Tras ellos, los más pequeños, la sección infantil, los 'carguitos' como los llaman en la cofradía, y después 290 nazarenos acompañaron al Señor saliendo desde la vecina iglesia de San Felipe Neri hacia la plazuela del Cristo de la Sangre y Dos Aceras.

Los toques de campana anunciaron el momento en el que el trono de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén hizo su salida acompañado del himno nacional y mecido por 180 personas bajo sus varales. Hicieron con precisión el giro para salir de su casa camino del recorrido oficial y mostrar un año más la imagen que el artista cordobés Juan Martínez Cerrillo creó en 1943. La agrupación musical Clemencia de Jerez acompañó, por segundo año consecutivo, al Titular de la cofradía.

Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén por la calle Parras. / Pepe Gómez

Hacía calor ya desde temprano, pero la gente se arremolinaba igual frente a la puerta de la casa hermandad. Muy atrás parecían quedarse las mascarillas, las restricciones y el miedo. La pandemia ni se pensaba en este Domingo de Ramos de cielo limpio y azul que recibió con muchas ganas a la primera de las cofradías de la Semana Santa malagueña.

En su trono de dorado reluciente, con la marcha La Esperanza de Málaga comenzó su caminar por la calle Parras y hasta a los más descreídos se le erizaba la piel. El olor a incienso y la música, el padrenuestro de los portadores de la Virgen, bajo techo todavía, el mismo ritual de siempre abría unos días llenos de emoción, de fe y rezo, de agradecimiento por las peticiones cumplidas, de lágrimas, súplicas y corazones abiertos. También de encuentros de amigos, de primeras salidas adolescentes, de besos primaverales.

El sol ilumina la cara de María Santísima del Amparo. / Pepe Gómez

Tras el Señor, se unieron al cortejo los 280 nazarenos de la sección de la María Santísima del Amparo, con capirotes verdes y túnica color crema. Minutos después lo hizo el trono de la Virgen, seguido por los sones de la Banda Municipal de música de Lora del Río y con la candelería terminada, uno de los estrenos de este año, junto a la corona procesional, diseñada por Pablo Cortés del Pueblo y ejecutada por Alberto Quirós y que ya lució en la procesión extraordinaria.

Por Puerta de Buenaventura, calle Comedias, santa Lucía y Granada, la cofradía alcanzó la Plaza de la Constitución para pasar por la Tribuna presidencial pasado el mediodía y tras ser la primera en pedir la venia a la Agrupación de Cofradías. A las 16:15 tenía previsto su encierro en la casa hermandad y ni un solo metro recorrió sola la cofradía de San Agustín, que el próximo domingo volverá a su sede canónica.

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