Pilar Cernuda
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Cofradías
Málaga/En el imprevisible compás existente entre el calor y la jornada agradable, una parte salió este domingo a la calle para tomar la jornada festiva, que se prorroga al lunes, bajo la excusa de encontrarse con la Virgen de la Victoria. Desdoblada en ambientes, como Jekyll y Hyde, la ciudad se divide en un marco clásico como el centro histórico y la Victoria y un carácter jaranero que impregna a quienes viven en barrios con solera y calzan sus mejores galas y a los vienen de los suburbios reproducidos, muy a pesar de la sonrisa que se pide para el turista, en la serie Malaka de Televisión Española.
Esa es la realidad que circundó a la Patrona: ineludible para unos, esperanzadora para otros. Entre representaciones y turistas impactados por semejante ambiente desconocido. En el interior de la Catedral, el obispo Jesús Catalá señaló a María, venerada en el altar mayor, como una victoria “real de Cristo y la Virgen contra las fuerzas del mal: contra el pecado, contra el odio, contra el egoísmo, contra la muerte”. Minutos más tarde se celebró la ofrenda floral en la puerta principal de la Catedral ante una reproducción de la Victoria. Entregar los flores a los pies de la talla sería una buena idea que considerar para un acto de tan breve duración que no interrumpiría la preparación de la procesión.
Y si la mañana fue multitudinaria y hecha para quienes guardan sus preces para la Virgen, la tarde aumentó el aforo para hacer que confluyesen las historias tradicionales de este tiempo. Cuando la cruz guía apareció acompañada de la banda de Bomberos, la devoción se convirtió en conflicto por levantar un móvil y tapar la visión de personas que pierden la caridad cristiana.
Tras superar la curva de salida desde el interior del templo, el trono salió para escuchar Málaga a su Virgen de la Victoria bajo la atenta mirada de los participantes en el cortejo, que por primera vez contó con una sección de velas y con la representación de la Junta de Andalucía. Una petalada y los aplausos del respetable pusieron el resto para dar la sensación de estar otra vez ahí, ante la histórica imagen.
A su alrededor, las dos ciudades. La amada y la no tan querida. Los ambientes respetables y los que pisan al prójimo. Quienes miran desde la distancia y quienes se posicionan en primera fila para arrancar sin piedad estampas de las manos. Los cofrades y quienes no dudan en atravesar el cortejo de mala gaita porque no va con ellos. La Málaga cardada y la de los desconchones en la pared del salón. Todo cabe bajo el templete de la Victoria.
A su paso por Duque de la Victoria, la Patrona recibió una petalada y una guirnalda de “vivas”, tendencia en la Andalucía cofradiera, mientras que en la plaza de la Constitución sonaron malagueñas y se bailaron con colores marengos. La cruceta se basó en himnos marianos, contando con Virgen del Amparo o el Himno de coronación de la Esperanza, y mejoró su presencia en el trono con la luz de cera. A solventar para 2020 queda el recorrido circular, en entornos que le favorecen más, mientras el pueblo busca convertirse en uno bajo el rasero de la Victoria.
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