Tradición, promesa y colas en la cita del primer viernes de marzo con Jesús de Medinaceli
Semana Santa
Cientos de devotos acuden hasta el templo de Santiago para depositar las tres monedas a los pies del Cristo
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Es mediodía en los aledaños de la parroquia de Santiago Apóstol. La calle Granada y las calles que hasta ella llegan son un río de devoción que no cesa. La cola se extienden a lo largo de toda la vía y, en ella, se observan mujeres mayores, jóvenes e incluso familias que acuden al completo con la cita de este primer viernes de marzo. No son pocos los extranjeros y personas ajenas a lo que sucede en el interior de templo que se acercan hasta la fila con sus pregunta correspondientes: ¿Qué pasa? ¿Por qué esta cola? Lo que sucede es que el nuevo mes no solo trae el azahar o la luz de la que será la próxima Semana Santa. Marzo también trae el peso de la devoción y la tradición bajo la advocación de Jesús de Medinaceli.
Esta imagen de finales del siglo XVII forma parte de esa otra Cuaresma que no se ve y habita dentro de los templos. Esa otra Semana Santa que es ajena al procesionismo y a todo lo que rodea el mundo cofradiero. Todo hace indicar que la talla del Señor salió de las gubias de Juan Bautista del Castillo, padre del también escultor Antonio del Castillo. “La imagen nuestra viene de Antequera, el autor es desconocido y no tenemos constancia exacta de quién es. El año pasado fue sometida a una restauración por el taller de Santa Conserva en Antequera. Ellos creen que la autoría corresponde a este escultor”, cuenta el presidente del grupo parroquial, Isidoro Rodríguez.
Tres monedas y una promesa
Cuenta la historia que, sobre el siglo XVII, el Cristo, que se veneraba en una de las colonias españolas situadas en el norte de África, fue apresado por los musulmanes. A modo de rescate, pidieron por la talla su peso en monedas. Al depositarlas sobre una balanza, ésta se equilibró justo en las treinta. Desde entonces no han dejado de circular leyendas entorno a la imagen, que han ayudado a acrecentar la devoción a Jesús de Medinaceli.
La tradición de las tres monedas ha llegado hasta nuestro días. Con ellas van deseos, peticiones o agradecimientos de los miles de devotos que acuden a las plantas del Cristo. La mayoría de ellos coinciden en que lo fundamental que hay que pedirle es salud. Una de estas devotas es Toñi, que además de cumplir con el precepto de depositar las monedas, acude a Santiago por una promesa. “Vengo todos los años porque tengo hecha una promesa por mi madre. Ella falleció a causa de un cáncer y desde entonces no falto a la cita”, confiesa. Emoción, esa es la palabra con la que expresa esta devota lo que significa volver cada primer viernes de marzo a reencontrarse con el Cristo. Una emoción tan honda que se traduce en sus ojos cristalinos al contar la historia. Al igual que ocurre con otras familias, Toñi no va sola: "Vengo por lo menos desde hace veinte años, y mis hermanas suelen acudir también cada primer viernes de marzo conmigo".
Otro caso similar es el de José Luis, que acude hasta esta añeja iglesia para renovar la tradición de aquellos que viven en el recuerdo. “Antes mi abuela acudía todos los años. Desde que falta en la familia, venimos para seguir con su tradición y de alguna forma también recordarla”, explica.
Grupo parroquial
En el año 2015, como consecuencia de la obras que se llevaron a cabo en Santiago, la imagen tuvo que ser trasladada hasta la iglesia del Santo Cristo en calle Compañía. Por aquel entonces, el párroco reunió a una serie de personas relacionadas tanto con el consejo parroquial como con la Hermandad de la Sentencia. El desarrollo de los trasados y la estancia del Señor en el mencionado templo tuvieron tal éxito que el sacerdote les encargó que se ocuparan del culto a Jesús de Medinaceli.
Desde entonces, este grupo se configuró como grupo parroquial, cuya misión es la de “darle culto a la imagen y encargarnos de todo lo relativo a ella, no solo de cara a su festividad, sino también para el triduo previo y para la misa que le rendimos cada primer viernes de mes”. Isidoro Rodríguez cuenta que la devoción se palpa todo los primeros viernes de mes, aunque no en la medida ni en la proporción de hoy. “Todos los primeros viernes de mes se nota que hay un chorreo de personas que vienen a presentarles sus oraciones, a darle gracias y pedirle aquello que necesitan”, narra el presidente del grupo.
Aunque la historia y la tradición juega a favor de estos devotos, desde el grupo parroquial intentan fomentar la devoción para que vaya más allá. “Es cierto que hemos intentado ampliar en el tiempo esa devoción, es decir, que no solo se concentre en el primer viernes de marzo ni en el primer viernes de cada mes, ni solamente sea el hecho de venir y depositar las monedas y venir. Hemos hecho un triduo, un ejercicio del Vía Crucis. Intentamos también darle toda la difusión posible a través de las redes sociales y de los medios de comunicación. Cada primer viernes de mes le damos esa eucaristía en la que invitamos a la comunidad parroquial. Vamos notando que esa devoción ya no solo se asocia al primer viernes, sino que en los diferentes cultos se va notando la asistencia y la participación”, concluye Isidoro.
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