Viernes de Dolores en Málaga: la ciudad ya sueña una nueva Semana Santa
Hasta ocho hermandades trasladaron a sus titulares en la jornada que marca las grandes vísperas
Horarios e itinerarios de todas las procesiones de Málaga
Lunes Santo en Málaga: la Aemet prevé un día de "lluvias seguras"
Málaga/Uno de los componentes elementales de la Semana Santa es, de manera definitiva, el asombro. Cada Semana Santa se repite el mismo rito, de una forma exacta, y ninguna es igual a la otra. Cada una de ellas se viven como si fuese la primera, con la mirada del niño que vuelve y redescubre lo que sucede. Como si algo cambiara dentro del cofrade. Hoy es Viernes de Dolores, y hoy es el día en el que ese asombro se renueva. Todo vuelve a ser nuevo.
Las calles por las que han paseado los malagueños durante todo el año, hoy parecen otras. En el interior de los templos que cada semana visitan, comprueban como ahora se llenan de tronos y los palios parecen elevarse hasta las mismas bóvedas. Los niños, algo extrañados, apuntan con el dedo hacia las imágenes mientras alguien les explica lo que allí sucede. Luego, la cola de fieles en calle Gaona esperando para venerar a la Virgen de los Dolores de Servitas, los altares de insignias, los besapiés y besamanos o las funciones de instituto que en el día de hoy celebran las hermandades de los dolores. La ciudad tiene otra luz y otra forma de expresarse.
Esa misma ciudad que se divisa desde la ermita del Monte Calvario. Por el camino que la conecta con el barrio de la Victoria, sube la gente, algunos incluso realizando el rezo del Vía Crucis. En unas sencillas andas y acompañada de sus hermanos, la cofradía del Viernes Santo trasladó a su titular mariana. Sonaban las campanas del Santuario a las 19:15 y retumbaba el chirriar de la puerta de madera de la capilla. El silencio y la estampa del lugar hicieron que el momento fuese irrepetible. Algo parecido se vivirá dentro de una semana en el mismo lugar, cuando el Señor de la Paz y la Unidad en el misterio de su sagrada mortaja descienda por el mismo sendero para dar inicio a la Estación de Penitencia.
El Viernes de Dolores, como han podido leer, regala muchas cosas al cofrade. Una de ellas es ser la jornada -casi- postrera de los tradicionales traslados. Hasta ocho hermandades trasladaron a sus titulares. Algunos se desarrollaron de forma claustral, con solemnidad y gran belleza, y otros a horas más tardías de lo habitual, como el del Santo Traslado o la Soledad de Mena.
Carretería y el Perchel
Carretería, a pesar de todo, sigue siendo una calle cofrade. Por la estrecha vía donde antaño se situaba la puerta de Antequera hizo acto de presencia el traslado de Viñeros. El silencio y el respeto determinó el paso del Nazareno y la Dolorosa de Traspaso y Soledad. Traslado austero, fiel reflejo de la idiosincrasia de la corporación, cuyo procesionar lo marca el clasicismo y la seriedad.
En el Perchel, donde ahora hay una gran avenida, antes había un viejo barrio que sigue existiendo en la memoria del Cristo de la Expiración y la Virgen de los Dolores Coronada. No está Pavía ni la plaza de San Pedro, pero sí están los titulares de la archicofradía. El crucificado procesionó a hombros de la Guardia Civil y la Virgen en su trono de traslado. Aquí todo es excelencia. Desde el repertorio musical, con marchas como Virgen del Amparo de Peralto o Cristo de los Toreros del granadino José Faus, hasta la forma en la que se colocan los claveles en las jarras o los cirios de la candelería. Sello inconfundible de la Expiración.
Entronizaciones
Las parroquias de Santo Domingo y de San Juan parecieron retroceder en el tiempo por unos instantes. Ambas hermandades, unidas por la advocación de los Dolores, entronizaron a sendos crucificados en sus andas procesionales. De especial belleza fue escuchar los cantos gregorianos en San Juan.
Con las iglesias iluminadas por los cirios, primero el Cristo del Perdón, de la Hermandad de los Dolores del Puente, y luego el Cristo de la Redención, de la Archicofradía de los Dolores de San Juan, atravesaron las naves de sus templos. Al ser portados a hombros e ir a la altura del público, daba la sensación de ir levitando sobre los fieles. Entre flashes y murmullos fueron elevados hasta descansar sobre sus tronos. Desde allí, como la ciudad, ya sueñan una nueva Semana Santa.
También te puede interesar