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La Pastora al fin coronada por su rebaño en Málaga

La imagen de la patrona de Capuchinos fue la protagonista de una jornada cofrade histórica para la ciudad de Málaga

La corona de la Divina Pastora brilla por primera vez en las calles de Málaga

La procesión de la Divina Pastora en Málaga, en fotos / Ana Jiménez

La historia se hizo carne y habitó entre una ciudad que admira a su Pastora, porque gracias a ella nada les falta. La corona dorada reposaba en un lugar privilegiado en el interior de la Catedral, mirando fijamente al altar mayor, donde la imagen de la Divina Pastora miraba el paso de las horas, casi con la emoción desbordando sus ojos castaños. El silencio del interior se hizo murmullo con los primeros pasos de los malagueños que entraban por el Patio de los Naranjos conforme se acercaban las 11:30 de la mañana del sábado 5 de octubre, una fecha que quedará tatuada en el corazón de muchos devotos: la Divina Pastora al fin es coronada. 

El repique de las campanas de la Torre Sur era el primero de los muchos sonidos que conformarían un día de otoño con olor a primavera, donde la patrona de Capuchinos se convertía en Reina de sus ovejas, que esperaban haciendo cola para asistir a la coronación. El olor a incienso y la bendición del obispo, Jesús Catalá, las mantillas que coloreaban el espacio y el coro preparado a la perfección para acompañar a la eucaristía, creaban un mosaico digno de la propia Santa Constanza de Roma. 

El clima, propio de este rincón andaluz, parecía anunciar lo que ya estaba claro en los corazones de los fieles: sería un día trascendental. La ceremonia, presidida por el obispo de Málaga, no solo ha sido una coronación, sino el reconocimiento a la historia compartida entre la Divina Pastora y la ciudad. La homilía del obispo no se ha limitado a resaltar el valor espiritual del momento, sino que también ha viajado en el tiempo, conectando los episodios históricos que han forjado esta historia que aún tiene hojas por escribir en la ciudad. 

La homilía quedó recogida entre los recovecos de la Catedral. Don Jesús Catalá subrayó los momentos más difíciles que ha atravesado la imagen y su comunicad, haciendo hincapié en las pruebas históricas que enfrentó: la invasión francesa de 1810, la Desamortización de 1835, y las devastaciones de la Guerra Civil, así como la importancia de haber sido apoyada por figuras claves como el beato Marcelo Spínola y Maestre, quien a finales del siglo XIX cedió el antiguo convento capuchino a las Madres Clarisas. Ellas han sido custodias silenciosas y constantes de esta devoción hasta el día de hoy, siendo estas mismas quienes llevaron la corona hasta las manos del obispo.

Y así, entre el pan y el vino, entre el cuerpo y la sangre, entre la alegría y la emoción convertida en lágrimas, el obispo se acercaba bendiciendo a la imagen para ponerle la gran corona dorada que desde hoy se convertirá en parte de la imagen. La Pastora regaló una fugaz sonrisa imaginaria para todos los presentes, que se sintió en el alma, como si se tratase de un milagro, un regalo merecido para la ciudad que siempre ha sido su rebaño. Un aplauso atronador y vítores al son de “¡Viva la Divina Pastora Coronada!” pusieron el punto y final a la mañana, pero se mantuvieron candentes hasta la tarde, cuando a las 17:30 la Pastora volvía a ser el centro de todas las atenciones en su salida procesional para regresar al calor y acogimiento de su templo en Capuchinos. 

El himno del Málaga Club de Fútbol como entrada de la banda Maestro Eloy García como guiño a la que también es Patrona del Deporte y el himno De Andalucía para la primera aparición de la Virgen Coronada ante su pueblo, para hacer su salida aún más íntima: así comenzó una tarde con muchas expectativas que resultaron más que cumplidas. 

Petaladas, verdiales y homenajes se escondían tras cada curva del centro al paso de la Pastora Coronada. Cualquier regalo parecía poco para conmemorar el hecho histórico que se estaba viviendo en Málaga. En un pequeño trono, sencillo como la propio María, la Reina paseaba en una pompa digna de la ciudad que es un pedacito del Cielo en la Tierra. Y volvió a sonreír en los corazones de todos la Virgen con cara de niña y corazón de Madre que guía a sus ovejas hacia el camino de Dios hasta llegar a Capuchinos.

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