Un Domingo de Ramos pleno en Málaga

De la amenaza de agua al esplendor: Pollinica, Lágrimas y Favores, Dulce Nombre, Salutación, Humildad y Paciencia, Ecce Homo, Huerto, Salud y Prendimiento culminan con brillantez sus desfiles

Las mejores imágenes del Domingo de Ramos de Málaga | Semana Santa 2025

La Pollinica el Domingo de Ramos en Málaga, en imágenes
La Pollinica el Domingo de Ramos en Málaga, en imágenes / Javier Albiñana

Málaga/Había preocupación en Málaga capital en la tarde noche del Sábado de Pasión y no sólo porque por la mañana el Cautivo debió acortar su traslado y hacerlo directo desde San Pablo a su casa hermandad, sino también porque a partir de las doce de la mañana del Domingo de Ramos y hasta las seis de la tarde, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) pronosticó la posilidad de que lloviera. Y el agua es la enemiga natural de las procesiones. Lo ha sido siempre. En 2024 no salió casi ninguna por la lluvia y nadie quería repetir la mala experiencia de la última Semana Santa. Pero el nublado cerrado de la mañana dejó paso, tímidamente, a rayos de sol y a un bochorno de áupa y, pese a que todas las hermandades retrasaron una hora y media su llegada al recorrido oficial y Pollinica adelantó a las cuatro de la tarde su encierro, lo que se presagiaba como un día trágico se convirtió en una jornada esplendorosa en la que procesionaron con brillantez Pollinica, Lágricas y Favores, Dulce Nombre, Salutación, Humildad y Paciencia, Humildad (Ecce Homo), Huerto, Salud y Prendimiento. Pleno al nueve. Una quiniela cofrade que, al principio del día, no estaba tan clara. Y, claro, en la que no sólo ganan los cofrades, sino toda Málaga.

La otra novedad de la jornada, más allá de la presencia de Antonio Banderas, como siempre, junto a la Niña de San Juan, la visita de diversas personalidades del mundo de la música o la sorpresa de la comparsa de Alhaurín el Grande a la Pollinica en la Tribuna de los Pobres, fue la entrada en vigor de un nuevo sistema de control de acceso a las sillas y tribunas con la lectura de un código de barras, para que sólo el titular de la localidad pueda usarla y evitar que una sola persona meta a más gente de la cuenta a seguir las procesiones. El dispositivo dio algunos problemas por la mañana y otros terminales no llegaron, pero, por la tarde, se implementó al 100% con las normales y consabidas dudas de los abonados. Muchos de ellos fueron aconsejados por los trabajadores del ente agrupacional, que con amabilidad y mucho tacto lidiaron con un reto mayúsculo que no llegó, ni mucho menos, al caos del Domingo de Ramos de 2019, cuando se inauguró el nuevo recorrido oficial. En definitiva, sol y justicia en un Domingo de Ramos pleno. Para enmarcar.

Pollinica

Un Domingo de Ramos más, Málaga se echó a la calle y lo hace mirando al cielo y esperando que no lloviera, aunque nadie lo esperaba a eso de las diez menos cuarto en calle Parras, desde donde debía hacerse a la calle la cofradía de la Pollinica. El entorno de Parras, la Plazuela del Cristo de la Sangre y Gaona presentaban un aspecto de día grande, con el gentío conteniendo la respiración por la amenaza de agua. Todas las cofradías de San Felipe Neri esperaban en la puerta a la hermandad de San Agustín con sus guiones.

La Pollinica el Domingo de Ramos en Málaga, en imágenes
La Pollinica el Domingo de Ramos en Málaga, en imágenes / Carlos Guerrero

Dentro de la casa hermandad, el obispo de la diócesis, Jesús Catalá, se dirigió a los hombres de trono, envuelto en olor a incienso y rodeado por palmas: “Que vuestro gesto sea de fe y testimonio público por las calles de Málaga”. Y así ocurrió, como un milagro que se repite cada Domingo de Ramos, con cientos de niños esperando al Señor y a la Virgen y muchísimo fervor.

El alcalde, Francisco de la Torre, el líder de la oposición, Daniel Pérez, y varios concejales más tanto del equipo de gobierno como del PSOE y Vox estuvieron presentes. Las secciones de nazarenos se formaban en la Plazuela Cristo de la Sangre mientras los tronos recorrían metros desde Parras. Los portadores rezaron un padrenuestro y un avemaría antes de hacerse a la calle y tras escuchar en absoluto silencio las palabras del prelado.

Jesús de la Pollinica salió con el Himno Nacional, interpretado por la Agrupación Musical de la Vera Cruz de Campillos. La maniobra es siempre difícil por la estrechez de Parras y la amplitud del trono, pero mayordomo y capataces consiguieron virarlo con dulzura para embocar Parras, sin aspavientos y con elegancia. Luego interpretaron ‘Dijiste mi nombre’ y la calle prorrumpió en aplausos por ver, de nuevo y tras un año de espera, el paso pollinico. Después, y ya frente a la parroquia, sonó ‘Perdona a tu pueblo’.

Acto seguido, le tocó el turno a la Virgen del Amparo, que inició su recorrido profesional con el Himno Nacional, interpretado por la Banda de Música Santa Cecilia. Seguidamente, y para ganar metros en Parras, ‘Reina de San Agustín’. Espectacular la mecida progresiva acompañada por la música y el silencio del gentío. La candelería estaba completamente encendida y la Virgen lucía esplendorosa entre las vigorosas llamas. Después, sin solución de continuidad, sonó ‘María Santísima del Amparo’, la marcha que le dedicará el maestro José Antonio Molero. La hermandad acumuló cierto retraso en su encierro.

Lágrimas y favores

A veces, los Domingos de Ramos traen lágrimas; en otras ocasiones, como este, conceden gracias. Aunque la salida se pospuso hasta las 16:50, una hora y media más tarde, al igual que ocurrió con el resto, la fachada de San Juan, con su inconfundible mosaico de tonos rojizos, se vio invadida por motas humanas: gente congregada en los alrededores mirando los relojes, que parecían estar parados por la propia espera.

Cofradía Lagrimas y Favores pasando por calle Larios
Cofradía Lagrimas y Favores pasando por calle Larios / Ana Jiménez

Dentro del templo, la Niña de San Juan, los hermanos de la cofradía con cruces de Malta bordadas en sus atuendos, y él, el otro gran protagonista del lugar: Antonio Banderas, mayordomo del trono. Pegado a la campana, con el aliento a punto de empañarla, el actor malagueño entonó el himno de la cofradía dentro de San Juan, que el mismo escribió. La emoción se dibujó en su rostro, revelando que este año, sí, lograron salir a la calle. Los sollozos del año anterior se convirtieron en aclamaciones de “¡Viva María Santísima de Lágrimas y Favores!” justo cuando la banda puso fin a su interpretación y las puertas del templo, y del cielo, se abrieron para recibir a la Virgen.

El firmamento, blanco e inmaculado, como un velo de pureza ajustado al trono, escoltó a la imagen y a su séquito hasta calle La rios, donde la Catedral, a la izquierda, y San Juan, a la derecha, se estremecieron con el paso de una Niña convertida en milagro, en un domingo cuyo cielo no era tan azul como proclama su himno. Así, tras su paso por el Recurrido Oficial, llegó a la Manquita, y allí, los nazarenos de túnica verde y crema llevaron sus manos a la cruz de Malta que cada Domingo de Ramos les late en el pecho, comprendiendo que sí, también hay domingos en los que se derraman lágrimas de emoción y se reciben favores, como la lluvia anunciada… que nunca llegó.añklaskjd ssd.

Dulce Nombre

A las 15:30, después de atrasar su salida casi hora y media y en pleno corazón de Capuchinos, la tercera cofradía del día se abrió paso con humildad desde la parroquia de la Divina Pastora. La Hermandad del Dulce Nombre fue recibida por sus fieles en cuanto los primeros nazarenos empezaron a andar entre el olor a incienso y las miradas fijas del público en la rampa de salida.

Hermandad del Dulce Nombre
Hermandad del Dulce Nombre / Carlos Guerrero

La plaza de Capuchinos, abarrotada de aquellos que esperaban ver a sus titulares, guardó el silencio propio de las grandes citas, solo interrumpido por las pisadas de los franciscanos y por el andar de los nazarenos, que hicieron bailar sus capas negras, que con sus sobrios, lucieron el cortejo. La cruz de guía se hizo paso seguida por túnicas marrones, capirotes y capas negras. Y entonces, la Agrupación Musical María Santísima de los Dolores (Linares) hizo lo propio: acompañar el cortejo con un ritmo pausado para dar la bienvenida que merecían los fieles en el barrio. Poco después, el trono de Nuestro Padre Jesús de la Soledad, Negaciones y Lágrimas de San Pedro —obra del imaginero cordobés Antonio Bernal Redondo en el año 2000— comenzó su descenso por Capuchinos. Representando una escena bíblica con dramatismo profundo, el Señor sabía de la traición que le aguardaba.

La mirada de Nuestro Padre Jesús de la Soledad, aunque dolida, transmite calma entre sus devotos. Ellos, su pueblo, han esperado con un respetuoso silencio su llegada, sin apartar la vista, capturando el momento después de que el año pasado tuviera que quedarse en casa sin poder alegrar las calles de su barrio. El Señor prosiguió su caminar con el compás de la banda a paso firme, sin prisas, saboreando cada paso.

Tras Él, se pudo ver el rostro de María Santísima del Dulce Nombre desde la lejanía. También obra de Bernal –en 2005–, la Virgen lucía imponente sobre su trono de plata con su característico manto turquesa, similar a un mar en calma para transmitir esa paz en mitad del ajetreo y los nervios propios del Domingo de Ramos. Este año, su candelería estrenó la última fase de su nuevo conjunto, que brilló con fuerza desde el momento en el que se echó a la calle de su barrio, aun saliendo con la luz del sol, sin que el viento pudiera apagar ese estreno tan esperado.

Los fieles tuvieron que reprimir sus ganas de descubrirlo desde el pasado año, que no pudo salir. Los vecinos fueron testigos de su belleza. Pronto, la emoción de la plaza de Capuchinos se rindió ante Ella y la recibió con un aplauso espontáneo. La banda Trinidad Sinfónica bordó su acompañamiento, arropando el avance suave de la Virgen con ‘Dulce Amor de Dios’.

El recorrido del cortejo siguió su camino por Dos Aceras, Plaza Teatro y Santa Lucía, con el saludo obligado a la iglesia de los Mártires. Dulce Nombre ha mantenido la compostura, el ritmo pausado, sin detenerse, y la elegancia en cada uno de sus pasos.

Salutación

Con puntualidad británica la hermandad de Jesús de la Salutación y la Virgen del Patronicio comenzó su estación de penitencia, retrasada el Sábado de Pasión de acuerdo con el resto de cofradías con el fin de evitar el riesgo de lluvia. Pero a la hora de la salida brillaba un sol de justicia y el fervor entre los congregados junto a la puerta de San Felipe Neri era más que evidente. La propuesta estética de esta cofradía es diferente a la del resto del Domingo de Ramos: sobriedad, silencio, barroquismo en la sencillez, orden en las filas nazarenas. Y devoción, claro.

Cofradía de Salutación en la Semana Santa de Málaga
Cofradía de Salutación en la Semana Santa de Málaga / Francis González

La maniobra de salida siempre es difícil en San Felipe Neri, por las reducidas dimensiones de la puerta. Pese a ello, cada Domingo de Ramos se hace el milagro y el Nazareno de la Salutación inicia su trayecto hacia el Gólgota portado por 120 hombres. La santa mujer Verónica enjuga su rostro cansado, exhausto. Este año la ejecución de la pintura ha correspondido a Nuria Barrera Bellido.

La maniobra es compleja: los hombres de trono de los varales exteriores salen a la calle y estos se pliegan, para dejar al resto de portadores el peso de sacar al trono a la Plazuela Cristo de la Sangre. Después, se vuelven a colocar los varales y el trono comienza a embocar poco a poco calle Gaona. El Señor ha salido con ‘Marcha triunfal’, interpretada por la Agrupación Musical San Lorenzo Mártir. Es la excelencia del detalle.

La salida de la Virgen del Patrocinio, titular mariana de la cofradía de la Salutación, también es complicada, como ocurre con la del Nazareno. Aún más si cabe si te tiene en cuenta la altura del palio, que siempre lame el dintel de la puerta. El silencio manda.

La dolorosa se aproximó a su salida con ‘Nazareno de la Salutación’, para después, una vez salvada la complejísima maniobra de salida que casi coloca el trono a ras de suelo, escuchar el Himno Nacional y, ya en la plaza, ‘Pasa la Virgen del Patrocinio’, magistralmente interpretada por la Banda de Música Jesús Nazareno de Almogía. La revolución estética de esta dolorosa comienza con la cuidada sección de nazarenos y su finísima sobriedad en un trono contenido que es, a la vez, un joyero por su sublime sencillez.

Humildad y Paciencia

Humildad y Paciencia es una cofradía de barrio, de la Cruz de Humilladero, construida desde abajo hacia el cielo por vecinos devotos que querían que el entorno de calle La Unión tuviera una devoción mariana, la Virgen de los Dolores y Esperanza, una corporación que heredó el hábito y las maneras carmelitas y que, enclavada en su arteria, se ha convertido en cumbre del procesionismo de barrio, como ocurre con Nueva Málaga. Es una zona con una masa de fieles muy importante que se vuelca cada Domingo de Ramos por cuidar cada detalle y que todo discurra a la perfección. Es esencia y pureza, pero también mixtura y ejemplo de trabajo bien hecho durante años, de implicación de los jóvenes y de transmisión de la herencia nazarena de padres a hijos. Es una historia de éxito, un éxito nacido en 1987.

Cofradía de Humildad y Paciencia el Domingo de Ramos en Málaga
Cofradía de Humildad y Paciencia el Domingo de Ramos en Málaga / Francis González

La hermandad combinó bien el ritmo más ligero con los necesarios momentos de recrearse en el paso y la música en curvas o en zonas emblemáticas, como en el Perchel. Tiene uno de los recorridos más largos de la Semana Santa de Málaga, 7,78 kilómetros, parecido al de Nueva Málaga (7,2 kilómetros), pero el orden en las secciones de nazarenos de Cristo y Virgen es siempre envidiable.

El Señor de Humildad y Paciencia es una cumbre de la imaginería malagueña, obra de José María Ruiz Montes, el mismo que ha diseñado el nuevo trono de Jesús de la Sentencia. En la esquina de Ordóñez y calle Atarazanas, la Banda de Cornetas y Tambores del Carmen interpretó la marcha ‘Esencia’, en una maniobra en la que mayordomo, capataces y hombres de trono trazaron a la perfección pese a lo cerrado de la curva. Alberto Berdugo ha tallado ya los arbotantes del trono, que son estreno este año y la cartela, que el año pasado no se estrenó. Poco después, la Virgen de Dolores y Esperanza llegó, como el Señor de Humildad y Paciencia, a paso rápido a calle Ordóñez, con la intención de incorporarse al recorrido oficial después  de un larguísimo trayecto de ida al Centro, pero las túnicas pardas de la hermandad carmelita, arracimadas en torno a la dolorosa, han conformado una enorme marea de fe que provoca la ausencia de cansancio y la entrada en éxtasis. Ese es el estado del hombre y la mujer de trono, como Paco Jiménez Valverde proponía en el sentido de establecer una comunión absoluta entre el miembro del cortejo y el desfile procesional, y en la curva entre Ordóñez y Atarazanas, mientras el tintineo del palio describía elípticos movimientos de devoción contenida, la Banda de Música de la Cruz de Humilladero, cómo no, ha interpretado ‘Virgen de la O’. El delirio no ha tardado en llegar. La imagen parecía andar sobre un mar de devotos. De diez la curva.

Humildad

El olor a incienso impregnó la plaza del Santuario. El barrio de la Victoria ha esperado con ganas reencontrarse con sus titulares después de dos años, ya que en 2024, por la lluvia, no pudieron salir a la calle. Con la emoción a flor de piel de los vecinos y de los nazarenos, cuando el centro hierve de público y procesiones, la Basílica de Santa María de la Victoria fue testigo de aquel momento de alegría, unión, devoción y fe.

Cofradía de la Humildad el Domingo de Ramos en Málaga
Cofradía de la Humildad el Domingo de Ramos en Málaga / Francis González

Todos esperaban poder mirar a los ojos al Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo y a Nuestra Señora y Madre de la Merced. Puntuales, a las 17:10, sin hacerse de rogar y como marca la solemnidad de una cofradía que emociona con su presencia, se abrieron las puertas del templo. Aunque, unos momentos antes, la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y Esperanza ya había formado. Había que celebrar que podían salir a las calles y llenar de elegancia y sobriedad la ciudad en una marea blanca.

Los nazarenos, vestidos de túnica blanca y cinturón de esparto, empezaron a descender por Compás Victoria con calma y rigurosidad. Los cofrades, que quisieron dar un caluroso recibimiento a su Cristo y a su Virgen, hicieron lo imposible con tal de verlos. Cualquier ángulo era bueno. Cualquier punto era válido si no se perdían detalle. No se hizo de rogar el Señor, que, como cada año, se presentó al pueblo de Málaga, derramando algunas lágrimas de sus devotos a su paso. Fue el momento del Ecce Homo, sereno, dolido y entregado, como en el pueblo de Jerusalén siglos atrás.

El conjunto escultórico, que muestra la escena en la que se elige liberar a Barrabás, volvió a provocar emoción en algunos de los presentes, de todas las edades. La salida fue pausada, majestuosa, contenida. Con la seriedad que caracteriza a los servitas blancos. Con una humildad imponente. La cofradía, de orígenes que se remontan a 1694, pero refundada en los años 80 con firme vocación de sobriedad, desplegó por las calles del Centro un cortejo de 294 nazarenos, dos tronos, y una devoción inquebrantable.

La Virgen de la Merced esperó paciente a que llegara su turno. Protagonizó uno de los momentos más esperados: su salida desde el interior de la Basílica. El palio apenas cabe bajo el dintel, y no es hasta cruzar la puerta cuando se alza por completo. Junto a San Juan Evangelista, la imagen comenzó su desfile con los compases interpretados por la Banda de Música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración. La candelería resistía bellísima al viento, pero aguantó para seguir iluminando a un barrio que se debe a Ella.

Huerto

El Domingo de Ramos se desplegó en Málaga con una estampa que parecía arrancada de un sueño largamente pospuesto para los hermanos del Huerto. Este año la cofradía volvió a escribir su historia, esta vez sin interrupciones, sin prisas ni desconsuelos. Porque un año atrás, la ilusión se volvió pena en cuestión de minutos: el Cristo apenas cruzó el umbral de la casa hermandad cuando los cielos que estaban encapotados, de golpe, descargaron una lluvia tan intensa que lo obligó a regresar apresuradamente con desconcierto y la tristeza: el andar firme se convirtió en carrera torpe y su paso solemne en retirada con cierta vergüenza. La Virgen de la Concepción, mientras tanto, permaneció tras las puertas, sin llegar siquiera a rozar las calles que tanto la esperaban. Desde el interior, se fue testigo silente de una tarde que nunca llegó a ser, pero que este año sí es. El barrio quedó entonces con la fe empapada y los ojos anegados de promesas rotas. Pero 2025 trajo consigo una nueva oportunidad.

Cofradía del Huerto en la Semana Santa de Málaga
Cofradía del Huerto en la Semana Santa de Málaga / Ana Jiménez

La plaza frente a la casa hermandad rebosó vida desde primera hora de la tarde. Vecinos, devotos y extranjero se agolparon mientras los hermanos del Huerto ultimaba los preparativos en las estrecha calle aledaña. A pesar de que el cielo permanecía parcialmente cubierto, no hubo amenaza real de lluvia, y eso ya era suficiente para que la esperanza se transformara en celebración incluso antes de que sonaran los toques de campana.

Los titulares emergieron con solemnidad desde su casa hermandad. Sus presencias impusieron respeto nada más asomar por el dintel. La Virgen de la Concepcion, que salió con el sol de cara y el atardecer a un palmo, lucía un manto liso que al fin pudo arropar a la ciudad tras su paso.

El cielo, aunque aún encapotado, mostraba claros, como si quisiera disculparse por lo sucedido el año anterior. Y esta vez, el Huerto no miró al cielo con temor, sino con gratitud. Porque si bien en el pasado fue sinónimo de tristeza y retirada, este 2025 lo fue de recompensa y promesa cumplida. A golpe de corneta y tambor, la Cofradía del Huerto por un Domingo de Ramos pleno, por un cortejo en la calle, por los vitores de los devotos que acompañaban al Cristo y a la Virgen, por los aplausos, por las lágrimas y por los rezo: por todo lo que se había quedado guardado durante doce meses y que por fin encontró su cauce en este día de primavera.

Málaga respondió como solo ella sabe hacerlo: pintando cada esquina para ellos, poniendo luces y sombras al paso de los titulares, convirtiendo la noche en parte de la procesión. Con ello, la procesión recorrió cada esquina con paso tranquilo, disfrutando esta vez sin tener que regresar corriendo: esta vez, para quedarse.

Salud

Del bullicio al silencio solemne y respetuoso. Las puertas de San Pablo se abrieron a las 18:44, a la hora prevista de su salida este Domingo de Ramos. Los primeros nazarenos, con las túnicas blancas y los capirotes morados, asomaban por la puerta. Pocos minutos más tarde, el Cristo de la Esperanza en su Gran Amor captó los cientos de miradas de los devotos en la plaza de San Pablo. El titular crucificado atravesó la puerta a las 18:55 cuando, entre los asistentes, se hizo el silencio.

La cofradía Salud saliendo en la Semana Santa de Málaga
La cofradía Salud saliendo en la Semana Santa de Málaga / Carlos Guerrero

Mecido con delicadeza, el Cristo avanzó bajo el dintel de la parroquia poco a poco, sin prisa, ante la mirada de los centenares de asistentes. Casi en un suspiro, los hombres de trono levantaron al crucificado y la multitud aplaudió de forma espontánea. A mecidas lentas, suaves, haciéndose hueco entre sus fieles, el Cristo de la Esperanza en su Gran Amor se dirigió al corazón de San Pablo al ritmo que marcó la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Cautivo. El acompañamiento musical fue cumbre, como siempre suele suceder con esta banda.

El trono paró en mitad de la plaza, momento que aprovecharon los más devotos para alzar sus teléfonos al aire y capturar un momento tan único como especial. De nuevo, los hombres de trono lo levantaron con fuerza para seguir su recorrido. “¿Qué se le dice al Cristo? ¡Guapo, guapo y guapo!”, coreó al unísono toda la plaza, haciendo retumbar cada recoveco de San Pablo, celebrando que su titular puede salir a la calle este año.

Después de que el año pasado no pudiera salir, y tras los pasos del Cristo de la Esperanza en su Gran Amor, comenzó a procesionar Ella bajo un silencio sepulcral. Los allí presentes se dejaron llevar llevar por las suaves mecidas de los hombres de trono, que, con cuidado, descendieron por la rampa de San Pablo. La Virgen avanzó a ritmo lento, pausado y suave. Tanto que dejó sin aliento a sus más fieles. La Banda Musical Nuestra Señora de la Paz marcó el tempo de sus andares, un compás solemne para el inicio de su procesión. Un reencuentro sentido tras dos años sin poder verse las caras, en una plaza llena que, minuto a minuto, fue aglutinando a más personas.

Prendimiento

La tarde se encendió de incienso y promesa en el barrio de El Ejido y entre las sombras doradas del centro, Málaga se abrió como un corazón sin paraguas ante el Jesús del Prendimiento y la Virgen del Gran Perdón.

El año pasado, la lluvia fue palabra que se dijo, camino que se anduvo solo en parte, un llanto contenido entre varales y balcones cerrados a la vuelta apresurada a la casa hermandad entre miedos, plásticos y vergüenza. Pero ayer la historia cambió su tono.

Virgen del Gran Perdón en la Sermana Santa de Málaga
Virgen del Gran Perdón en la Sermana Santa de Málaga / Carlos Guerrero

La música se convirtió en hilo conductor, en el ritmo que unían pasado y presente, creando nuevos recuerdos más alegres. Tras el Cristo, la Agrupación Musical Virgen de Gracia de Archidona marcaba el compás con marchas que resonaban en el alma mientras que tras la titular mariana, la Banda de Música Virgen del Rocío de Málaga envolvía el ambiente con sus melodías, tejiendo un manto sonoro que acompañaba cada pisada.

Prendimiento volvió a la calle en un Domingo de Ramos en el que reconcilió Málaga, seguido de la Virgen que a paso firme avanzaba calle a calle del itinerario hasta llegar al Centro. Iban despacio, sí… porque pisan con alma los pasos que el agua no dejó el año pasado. Cada esquina es un reencuentro, cada mirada, una oración sin voz solo rota por los comentarios de que así sí se sale.Nazarenos de colores blancos salpicados de tonos rojos y azules en cada sección, como pinceladas picasianas, llenaban las calles: algunos con el calzado negro típico de estos trajes y otros muchos descalzos en señal de promesa. Entre ellos, la cera de las velas iba escribiendo su propio evangelio sobre el asfalto, como si cada gota llevara el peso de una súplica rezada desde hace más de 365 días. Y Málaga se arrodilló al paso ante la hermandad de El Ejido. Sin capotes ni techos, porque supo que este año, al fin, el cielo no lloró.

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