Extraordinaria normalidad
Entre bambalinas
La añoranza por el recuerdo de lo vivido debe servir para valorar aún más lo que teníamos y recuperaremos
Málaga/Nos pasamos la vida buscando excusas para celebrar algo extraordinario. Miramos el calendario con ansias de que nos muestre una fecha señalada para organizar toda una agenda de actos y cultos por dicha efeméride. Aparcamos algunos proyectos en el día a día de nuestras corporaciones nazarenas para ofrecer lo mejor a la ciudad de Málaga. Quizás antes no valorábamos tanto lo extraordinaria que era nuestra normalidad en el seno de las hermandades y cofradías.
La Semana Santa de Málaga es de por sí única. Dábamos por hecho que solamente las condiciones meteorológicas podrían impedir ese momento que esperamos con ilusión durante todo un año. Era lo más doloroso que podía suceder. Ilusos. A partir de ahora miraremos al cielo y daremos gracias, porque sabemos que el nudo en el estómago que se produce al llegar tu día señalado y no poder ni siquiera salir de casa es aún peor.
Quizás no valga tanto la pena centrar todos los esfuerzos en conseguir algo extraordinario, hay que conseguir que la actividad diaria sea ya extraordinaria, porque lo es. Llegar a tu casa hermandad y tener ese momento de unión, aprendizaje y complicidad con todos tus hermanos es ya excepcional. Puede que incluso los abrazos sean ahora aún más especiales.
La Semana Santa de Málaga saca anualmente a la calle 45 cortejos procesionales a la calle. Miles de hermanos se cubren sus rostros con un capirote como fieles seguidores de sus sagrados titulares, que lucen excelsos en sus tronos portados por cientos de personas. La música consigue aportar ese ambiente especial. Todos tus sentidos entran en acción en apenas unos pocos minutos. Es algo único, y lo tomábamos ya por algo habitual que en cada primavera volvía a suceder.
No es así. Cambiamos nosotros, cada vez contábamos con un año más de experiencia. Las sensaciones son distintas, por eso cada Semana Santa era singular, y a veces no lo veíamos. Celebrar los cultos establecidos por los estatutos de las hermandades es una nueva oportunidad para redescubrirte ante tu devoción, de mirar a los ojos a tus hermanos, de compartir oración, de evadirte por unas horas de esos problemas que traías en el camino de ida para volver aliviado a casa. ¿Cómo no va a ser eso algo extraordinario?
Valoremos lo que tengamos, mirémonos a nosotros mismos, escuchemos a nuestros corazones, disfrutemos y dejémonos la piel en todo lo que sí podemos hacer. Disfruta cada salve, cada Vía Crucis, cada tarde en hermandad, cada salida y cada encierro, cada ensayo con tus compañeros músicos. Disfrutemos cada día y cada noche. No demos nada por sentado y trabajemos día a día en la normalidad más extraordinaria. La fe mueve montañas y el esfuerzo diario siempre da sus frutos. Y entonces será cuando en lo extraordinario simplemente nos dejemos llevar por Ellos, hagamos de todo esto ‘El Camino de la Gloria’.
La Virgen del Carmen sale a la calle
De esa parroquia perchelera volverá a asomarse, bajo un sol de justicia, Nuestra Señora del Carmen a su barrio, a su ciudad. Pisará suelo malacitano. Y sí, es algo extraordinario, y lo seguirá siendo. Su devoción traspasa cualquier frontera y es capaz de llegar hasta el fondo del mar para que unos submarinistas la rescaten y vuelva a bendecir a todos aquellos que llevan un escapulario carmelita por bandera.
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