Una historia entre bordados
El manto fue bordado en 1955 por el taller de Esperanza Elena Caro · Mide ocho metros de largo · La pieza ha sido restaurada por el taller de Felicitación Gaviero
EL ajuar con el que cuenta la Virgen de los Dolores Coronada de la Expiración hace que en la noche de cada Miércoles Santo un museo andante recorra las calles de la ciudad. Sobre los hombros de esta dolorosa del siglo XVIII cae cada Semana Santa la que está considerada como una de las mejores joyas del bordado de Andalucía. Su manto de procesión. En los hilos de oro de esta prenda tan insólita también está recogida la historia de la cofradía. Pilar Díaz Ocejo es historiadora del Arte y en el año 1993 escribió Artes ornamentales en el trono procesional de María Santísima de los Dolores Coronada. En este estudio Díaz resalta que el manto de la Virgen de los Dolores, al igual que el palio, fue encargado en el año 1951, pero en él se entrañaba una dificultad.
Su diseño debía estar en conjunción con el palio y con la orfebrería del trono y además, aglutinar, por deseo de la cofradía, los dos mantos de procesión que la Virgen había llevado desde el año 1921. El que se había elaborado en los años 20 era un manto de pequeñas dimensiones cuyos bordados se extendían desde un eje longitudinal central hacia los extremos en donde se apreciaban motivos de hojarasca, jarrones y flores.
El manto realizado en los años 40 tenía una ornamentación con grandes escudos alrededor de todo el perímetro de la pieza y otro de mayor tamaño en la en la parte alta. En este elemento principal, aparecen hojas de acanto, piñas y flores.
Pero según recoge el acta de la junta de gobierno celebrada el 27 de abril del año 1954, en aquella sesión se informa de que van a comenzar las gestiones para realizar un nuevo manto, cuyo resultado, un año después, sería el que hoy se conoce. El bordado del actual manto se reparte de forma diferente en cada uno de los espacios en los que se divide, gracias a las líneas decorativas que de forma concéntrica, repiten el formato de la pieza y que están, además, en consonancia con las que hay en el palio. En la zona central la decoración se extiende rememorando el manto de los años 20. Desde un eje vertical central aparecen grandes tallos, piñas y formas a partir de las cuales se reparten ramas y hojas ondulantes a modo de rocalla.
En la zona junto al contorno, los tallos y las finas hojas van formando roleos que están sin duda rememorando los motivos del manto de los años 40. En cuanto a cifras, el manto mide ocho metros de largo por 4,75 de ancho. Para su ejecución fueron necesarios 28 metros de terciopelo negro de 1,30 metros de ancho, fabricado expresamente, para que pudieran evitarse costuras.
En su elaboración intervinieron 38 obreras que trabajaron una media de diez horas al día durante un año. A comienzos de febrero de 1955, el taller hispalense de Caro comunicaron que el manto estaba totalmente terminado. Antes de llegar a Málaga se expuso durante unos días en el establecimiento de los señores Ramos de Sevilla. Debido al mal estado en el que se encontraba la pieza actualmente, la cofradía de la Expiración decidió someterlo a una profunda restauración.
Durante aproximadamente un año, el manto ha estado en los talleres de Felicitación Gaviero, en donde se ha llevado a cabo un proceso dirigido y coordinado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
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