Humildad y Paciencia, esencia de barrio malagueño en el Domingo de Ramos

La Cruz de Humilladero se vuelca cada Domingo de Ramos con su cofradía

Domingo de Ramos en Málaga: directo

El Señor de Humildad y Paciencia sale desde su casa hermandad.
El Señor de Humildad y Paciencia sale desde su casa hermandad. / Francis González

Málaga/Humildad y Paciencia es una cofradía de barrio, de la Cruz de Humilladero, construida desde abajo hacia el cielo por vecinos devotos que querían que el entorno de calle La Unión tuviera una devoción mariana, la Virgen de los Dolores y Esperanza, una corporación que heredó el hábito y las maneras carmelitas y que, enclavada en su arteria, se ha convertido en cumbre del procesionismo de barrio, como ocurre con Nueva Málaga. Es una zona con una masa de fieles muy importante que se vuelca cada Domingo de Ramos por cuidar cada detalle y que todo discurra a la perfección. Es esencia y pureza, pero también mixtura y ejemplo de trabajo bien hecho durante años, de implicación de los jóvenes y de transmisión de la herencia nazarena de padres a hijos. Es una historia de éxito, un éxito nacido en 1987.

Como el resto de hermandades del día, retrasó su salida hasta una hora y media con el fin de evitar la parte del día en la que el agua amenazaba a las procesiones, pero ha combinado bien el ritmo más ligero con los necesarios momentos de recrearse en el paso y la música en curvas o en zonas emblemáticas, como en el Perchel. Tiene uno de los recorridos más largos de la Semana Santa de Málaga, 7,78 kilómetros, parecido al de Nueva Málaga (7,2 kilómetros), pero el orden en las secciones de nazarenos de Cristo y Virgen es siempre envidiable.

El Señor de Humildad y Paciencia es una cumbre de la imaginería malagueña, obra de José María Ruiz Montes, el mismo que ha diseñado el nuevo trono de Jesús de la Sentencia. En la esquina de Ordóñez y calle Atarazanas, la Banda de Cornetas y Tambores del Carmen ha interpretado la marcha ‘Esencia’, en una maniobra en la que mayordomo, capataces y hombres de trono han trazado a la perfección pese a lo cerrado de la curva. Alberto Berdugo ha tallado ya los arbotantes del trono, que son estreno este año y la cartela, que el año pasado no se estrenó por la lluvia.

Poco después, la Virgen de Dolores y Esperanza llegó, como el Señor de Humildad y Paciencia, a paso rápido a calle Ordóñez, con la intención de incorporarse al recorrido oficial después de un larguísimo trayecto de ida al Centro, pero las túnicas pardas de la hermandad carmelita, arracimadas en torno a la dolorosa, han conformado una enorme marea de fe que provoca la ausencia de cansancio y la entrada en éxtasis. Ese es el estado del hombre y la mujer de trono, como Paco Jiménez Valverde proponía en el sentido de establecer una comunión absoluta entre el miembro del cortejo y el desfile procesional, y en la curva entre Ordóñez y Atarazanas, mientras el tintineo del palio describía elípticos movimientos de devoción contenida, la Banda de Música de la Cruz de Humilladero, cómo no, ha interpretado ‘Virgen de la O’. El delirio no ha tardado en llegar. La imagen parecía andar sobre un mar de devotos. De diez la curva.

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