Humildad reina en la Victoria en el Domingo de Ramos de Málaga
La salida ha sido pausada, majestuosa, con la seriedad que caracteriza a los "servitas blancos"
Domingo de Ramos en Málaga, en directo: Málaga se echa a la calle para vivir un gran Domingo de Ramos

Málaga/El olor a incienso ha empezado a impregnar la plaza del Santuario. Es la tarde del Domingo de Ramos y el barrio de la Victoria ha esperado con ganas reencontrarse con sus Sagrados Titulares después de dos años, ya que en 2024, por la lluvia, no pudieron salir a la calle. Este año, su salida se ha retrasado hora y media por la amenaza de agua. Con la emoción a flor de piel de los vecinos y de los nazarenos, cuando el centro hierve de público y procesiones, la Basílica de Santa María de la Victoria ha sido testigo de aquel momento de alegría, unión, devoción y fe.
Todos han esperado poder mirar a los ojos al Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo y a Nuestra Señora y Madre de la Merced. Puntuales, a las 17:10, sin hacerse de rogar y como marca la solemnidad de una cofradía que emociona con su presencia, se han abierto las puertas del templo sin demorarse ni un minuto más. Aunque, unos momentos antes, la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y Esperanza ya había formado para ir metiendo a los devotos en un ambiente de retrospección, amor y festividad. Había que celebrar que podían salir a las calles y llenar de elegancia y sobriedad la ciudad en una marea blanca.
Los nazarenos, vestidos de túnica blanca y cinturón de esparto, han empezado a descender por Compás Victoria con calma y rigurosidad. Los cofrades, que han querido dar un caluroso recibimiento a su Cristo y a su Virgen, han hecho lo imposible con tal de verlos. Cualquier ángulo era bueno. Cualquier punto era válido si no se perdían detalle. No se ha hecho de rogar el Señor, que, como cada año, se ha presentado al pueblo de Málaga, derramando algunas lágrimas de sus devotos a su paso. Ha sido el momento del Ecce Homo, sereno, dolido y entregado, como en el pueblo de Jerusalén siglos atrás.
El conjunto escultórico, que muestra la escena en la que se elige liberar a Barrabás, ha vuelto a provocar emoción en algunos de los presentes, de todas las edades. La salida ha sido pausada, majestuosa, contenida. Con la seriedad que caracteriza a los "servitas blancos". Con una humildad imponente. La cofradía, de orígenes que se remontan a 1694, pero refundada en los años 80 con firme vocación de sobriedad, ha desplegado por las calles del Centro un cortejo de 294 nazarenos, dos tronos, y una devoción inquebrantable.
La Virgen de la Merced ha esperado paciente a que llegara su turno. Ha protagonizado uno de los momentos más esperados: su salida desde el interior de la Basílica. El palio apenas cabe bajo el dintel, y no es hasta cruzar la puerta cuando se alza por completo. Junto a San Juan Evangelista, la imagen ha salido entre los compases de la Banda de Música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración. La candelería ha intentado resistir al viento, que amenazaba con apagar la luz, pero ha aguantado para seguir iluminando a un barrio que se debe a Ella.
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