Lunes Santo en Málaga: La Plaza del Obispo se rindió ante la juventud cofrade de Estudiantes

Aún no se habían abierto las puertas de la Casa Hermandad de los Estudiantes, pero ya se respiraba el ambiente de un Lunes Santo especial en Málaga. Los más pequeños llegaban de la mano de sus padres, con túnicas recién ajustadas y campanillas en mano, listos para soltarse y correr hacia la zona de la guardería, donde los nazarenos los esperaban con cariño. Era un momento de emoción contenida, donde las generaciones se entrelazaban en la tradición cofrade.

Los nazarenos se preparaban ajustando sus túnicas y revisando cada detalle antes de iniciar su estación de penitencia. Al caer la tarde, la hermandad abrió las puertas de su casa hermandad en la calle Alcazabilla, iniciando su estación de penitencia. Los jóvenes hombres de trono, en silencio, alzaron el trono del Cristode los Estudiantes al cielo mientras entonaban el ‘Gaudeamus Igitur’, himno que resonó con fuerza y emoción entre los presentes. Este canto, símbolo de unión entre generaciones, envolvió el ambiente con una dignidad serena y compartida.

Ellos, los jóvenes, con paso firme, llevaron sobre sus hombros el peso del Cristo de los Estudiantes, sosteniendo no solo el trono, sino también el tiempo, los sueños y el futuro. A diferencia del año anterior, el cielo no interrumpió la procesión; no hubo lluvia ni viento que alterara el recorrido, solo un leve ajuste de 30 minutos en el itinerario para evitar pequeñas inclemencias del tiempo. Un sol tímido, oculto entre nubes suaves, observó en silencio la estampa.

El Lunes Santo se desplegó sin urgencias, y en el aire flotó una paz que pareció milagrosa tras las previsiones que habían preocupado a muchos durante semanas. La ciudad respiró hondo y contempló, desde la Alcazaba y sin paraguas que obstaculizaran la vista, el manto rojo del Coronado de Espinas.

A las 18:30 horas, la Cofradía de los Estudiantes celebró su tradicional acto en la Plaza del Obispo. El encuentro entre el Cristo y la Virgen con el obispo transcurrió sin prisas ni pausas, como si el tiempo se hubiera rendido ante la solemnidad del momento. Bajo la imponente sombra de la Torre Sur, la luz del atardecer se filtró entre cada detalle, creando destellos dorados que bañaron cada rincón. Todo se detuvo en un instante de recogimiento, donde la Semana Santa y la Iglesia se fundieron en una armonía perfecta. En este espacio, suspendido entre lo terrenal y lo celestial, la ciudad vivió una vez más su veneración más profunda, sin la urgencia del tiempo ni la amenaza de la lluvia.

Este año, la Cofradía de los Estudiantes presentó por primera vez a la Banda de Cornetas y Tambores Dolores Coronada de Álora, y estrenó detalles dorados en las cabezas de varal y una nueva campana para el trono del Cristo, enriqueciendo aún más su patrimonio artístico. Con todo ello, el Lunes Santo coronó de gracias y esperanzas a quienes rezan bajo un varal de tonos rojos y verdes por su presente y su futuro.