Dos mil rosas blancas para la Virgen de las Penas
El Cristo de la Agonía y la Virgen de las Penas partieron con delicadeza y recogimiento desde Pozos Dulces para hacer su estación de penitencia en la Catedral
Virgen del Rocío, la reina blanca desde el Altozano a Carretería
Las fotos de Las Penas
Cuando el Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y la Virgen del Rocío rendían bajo sus pies al público de la Tribuna de los Pobres e iniciaban su andadura hacia la calle Fajardo, una de las vías que centró la polémica antes de la Semana Santa por quedar vetada por el Ayuntamiento de Málaga para evitar problemas de movilidad, las puertas del oratorio de Las Penas se abrían puntuales. Minutos antes de las cinco de la tarde, el Santísimo Cristo de la Agonía y María Santísima de las Penas tomaron por completo la plazuela Virgen de las Penas, en el entorno de Pozos Dulces.
Precedidos por 224 nazarenos vestidos con túnicas negras y capirotes burdeos, el crucificado y su Madre serían la segunda cofradía del Martes Santo malagueño en pedir la venia en la Tribuna Principal, con el retraso que trajo la primera de la tarde y que acumularía el resto de hermandades. El recorrido del crucificado estuvo acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y la Esperanza y, tras la Virgen, lo hizo la Banda de Música Nuestra Señora de la Paz.
Ambas formaciones esperaban en la estrecha calle Arcos de la Cabeza al momento de su incorporación al cortejo mientras tenían que solicitar a la gente, una y otra vez, que no pasaran por mitad de la banda. De estos problemas de respeto se vienen quejando las agrupaciones musicales desde hace años.
El trono del crucificado, que porta una imagen realizada por Francisco Buiza en 1972, hizo el giro hacia la calle Pozos Dulces con delicadeza y recogimiento y la plaza lo recibió con el silencio merecido. Avanzó por la serpenteante vía hasta atravesar la calle Compañía y seguir hasta Fajardo para poder acceder así a Cisneros y Especerías para llegar a la Tribuna Principal.
En estas calles estrechas, que brindan siempre bellas imágenes, se congregó un buen número de fieles dispuestos a no moverse un centímetro y a esperar los minutos que separaban al Cristo de su Madre. Nadie quería perderse de cerca a la Virgen de las Penas, que lució su característico manto de flores, que fue elaborado este año con 2.175 tallos de rosas blancas, para seguir una tradición que se remonta a los años 40 del pasado siglo, por un acuerdo entonces de sus hermanos.
Además de las rosas, en la elaboración del manto se han empleado cuatro metros cúbicos de ciprés, 525 paquetes de margaritas blancas, cincuenta paquetes de margaritas rojas, dieciséis paquetes de margaritas beis y tres docenas de gerberas blancas. Este año el manto ha incorporado en su diseño, elaborado por Salvador de los Reyes, el escudo de la Fundación Católica.
La cofradía continuó el recorrido oficial camino de realizar estación de penitencia en la Catedral, a la que entró con algo de retraso. El regreso a casa lo haría por la plaza Uncibay y la calle Méndez Núñez hacia Comedias, Nosquera y Carretería.
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