Cien años de la Paloma en las manos de la Virgen, símbolo del Miércoles Santo de Málaga
Este año se han soltado palomas mensajeras en varios puntos del recorrido con permiso expreso y bajo la supervisión del Colegio Oficial de Veterinarios
La Paloma en el Miércoles Santo de Málaga, en fotos
En la Plaza de San Francisco, frente a la emblemática Casa de la Paloma, la banda de música hizo su entrada triunfal, afinando instrumentos y marcando el pulso del Miércoles Santo. Los titulares aguardaban con las puertas abiertas de par en par, las velas encendidas, mirando al gentío con compostura y orgullo. El murmullo de los curiosos congregados en la plaza se fundía con la expectación del momento.
El instante más esperado fue, sin duda, la suelta de palomas mensajeras, que realzó el simbolismo de la Paloma. Para ello, se contrataron cien ejemplares procedentes de una granja de Estepa, todas debidamente anilladas y desparasitadas. Cumpliendo con la nueva ley de bienestar animal, cada liberación precisó permiso expreso de la Delegación de Agricultura de la Junta y se realizó bajo la supervisión estricta del Colegio Oficial de Veterinarios.
Desde la Capilla de la Hermandad en la Plaza de San Francisco, emergió Nuestro Padre Jesús de la Puente del Cedrón, su túnica burdeos ondeando suavemente al compás de la brisa, montado sobre un trono dorado que resplandecía bajo la luz de los arbotantes. Los balcones se poblaron de rostros expectantes, y en la plaza, una multitud guardaba silencio, sólo interrumpido por las marchas procesionales de la Banda de Cornetas y Tambores del Carmen, que parecían elevar las plegarias al cielo.
En el interior, María Santísima de la Paloma aguardaba su turno. Sus ojos verdes, esculpidos en madera de ciprés, reflejaban el alma de la ciudad. En su mano izquierda sostenía una paloma de plata policromada, símbolo de paz y esperanza, evocando aquel suceso de 1925 cuando una paloma blanca se posó en sus manos durante la procesión, inspirando su actual advocación. Desde entonces, cada Miércoles Santo, los devotos esperaban que se repitiera aquel hermoso suceso, convirtiéndose en una de las imágenes más veneradas de Málaga.
La procesión avanzó por las estrechas calles del centro histórico, dirigiéndose directamente a la Tribuna de los Pobres. Cada calle se convirtió en un espacio sagrado, donde la ciudad entera parecía detenerse para rendir homenaje. El vuelo de las palomas y el fervor de los malagueños, renovado en cada paso, surcaban el cielo con oraciones aladas.
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