Acusado frente a un sanedrín

Las procesiones del Martes Santo 2019 en Málaga

El Perchel protagonizó la jornada victoriana por excelencia. Las Penas salió a la calle con una vida interna normalizada tras su intervención.

Las fotos de la Estrella en el Martes Santo en Málaga
La Virgen de la Estrella. / Jesús Mérida
José Luis Pérez · Juan A. Romera Fadón · Pablo Merino

17 de abril 2019 - 06:45

Málaga/Jesús fue también criticado por su mensaje. Vivió el Evangelio como un proceso agónico ante un pueblo de romanos cobardes, unos sumos sacerdotes celosos y los fariseos, irritados por quien movió sus cimientos. En Málaga se convierte en penitente frente a un sanedrín que escudriña cada una de las acciones en sus representaciones: “Ahí hay una vela doblada, esa marcha no está bien interpretada, hay mucho hueco entre los nazarenos”.

Frente a ese ánimo crítico, a la destrucción y al abandono por las modas, Cristo resulta ser referente. Con los panes y los peces puso solución a un problema ante sus discípulos. El público pudo transitar mejor por el centro histórico, más descongestionado que en jornadas anteriores. Sin embargo, se volvió a tardar en exceso en el montaje y organización de sillas en la mitad del recorrido oficial, algo comprensible el primer día, pero que en el ecuador de la Semana Santa no es comprensible.

En la ciudad hace falta que resurja y cambie el hastío por la gloria. La misma que cruza el Altozano, Pozos Dulces, calle Agua, Frailes, Magistrado Salvador Barberá o el pasillo de Santo Domingo. La que espera ya una Resurrección.

Rocío

La Virgen del Rocío en la Plaza de la Marina
La Virgen del Rocío en la Plaza de la Marina / LM Gómez Pozo

Una lengua de trapo resonó en el primer vértice del Altozano cuando las tres insignias guías aparecieron:“La crú de Dió”. El frente de procesión del Rocío se identifica con el Gólgota que cruza el barrio de la Victoria para fidelizar a sus devotos un año más. Los mismos que llenaban, gracias a las asociaciones del barrio y el ambulatorio, un espacio a modo de tribuna en el córner de la casa hermandad.

La inmensa fila de nazarenos de ambas secciones hacía que, cuando alguien se despistaba ante lo que ocurría, ya existiese una gran hilera por la Cruz Verde. El Nazareno de los Pasos lució, metros delante de su trono, uno de los últimos diseños del desaparecido Eloy Téllez: el estandarte bordado por Felicitación Gaviero con pintura de Raúl Berzosa.

Ante la sombra de la piqueta que volvía a cebarse en calle Lagunillas para desmemoriar más aún la ciudad, la Virgen del Rocío se presentó radiante ante los aplausos extendidos por la distancia de un público agradecido al ver a la Novia de Málaga. El exorno floral del trono estuvo compuesto esta vez por los claveles de la ofrenda floral pero también por rosas blancas y alhelíes en las esquinas, frente a los tradicionales nardos. La Virgen lució tonos dorados en su rostrillo.

En el vértice entre Cruz Verde y Altozano llegó la primera petalada ante la Virgen, que incluyó arroz para la Novia de Málaga. En su caminar hacia el recorrido oficial, la Virgen recibió saetas -aunque a micrófono, que sigue desluciendo-, aplausos y vivas hasta que derrochó su devoción en la Tribuna de los Pobres con las marchas Encarnación Coronada y Málaga Corona a su Novia.

Durante su paso por la calle Cisneros, un empujón al encargado de encender la candelería de la Virgen llevó a que el encaje de la mano izquierda ardiese, chamuscando la mano de la imagen de Pío Mollar. El público debe entender que entorpecer la labor de cualquier miembro de un cortejo, incluidos los músicos, puede causar graves daños a personas y devociones.

Nueva Esperanza

Jesús Nazareno del Perdón estrena los arbotantes que rematan el conjunto
Jesús Nazareno del Perdón estrena los arbotantes que rematan el conjunto / Jesús Mérida

Los vínculos florecientes entre las distintas hermandades de Málaga, a veces, transciende la propia fraternidad de la jornada. La búsqueda de momentos de unión entre cofrades de distintos barrios, cortes y días sigue siendo un vestigio de unos nexos de unión cristianos que a veces parecen pasar desapercibidos. No es el caso de Nueva Esperanza que, desde que dieron el sí al nuevo recorrido oficial, tuvieron claro que mantener su paso por la Basílica de la Esperanza era una prioridad.

El Nazareno del Perdón se encontró frente a frente con el Nazareno del Paso. Dos devociones, dos estilos, dos conceptos que cada Martes Santo resurgen en un encuentro marcado por los ritos cumplidos. Siempre, el bajar el trono, la misma fe. Todos al unísono santiguándose ante la talla de Benlliure. Luego, la oración. Y al final, los sones de la Agrupación Musical Ecce Mater de Cádiz. Brillantez interpretativa en piezas como Virgen de las Angustias, con las que se vio un trabajo más sobrio y elegante en el andar de los hombres de trono. El público, además, respetó. Quizá empiece a ser el momento de que también lo hagan con las bandas de música y con el silencio.

El trono del Señor estrenó la primera fase de los arbotantes, que vienen a sustituir a los faroles de esquina. Un aporte artístico y lumínico que engrandece el conjunto pasionista. Un acierto, tanto por el resultado estilístico como efectista.

Con la longitud de un recorrido sabido por todos, ver nazarenos bien tan bien formados desfilando a paso ligero solo se entiende si se conoce la labor de formación que hay detrás de una estación de penitencia.

Desde la glorieta de Lola Carrera se vio aparecer a la Virgen de Nuestra Esperanza mientras sonaba el Himno de Coronación. Encaraba el atrio de la casa hermandad cuando la marcha llegaba al trío. Tras tres toques de campana, el trono al suelo y de nuevo el saludo protocolario entre mayordomos y la permanente. Nuevamente, los mismos ritos consumiéndose en las miradas -todavía frescas- de los portadores.

El conjunto Mariano presentó como es habitual un llamativo exorno floral, compuesto por piñas rosa chicle de dispar tamaño y forma cónica. Unos elementos vegetales de gran calidad a los que quizá se les echó en falta cierto orden.

Concluida la oración, los hombres de trono se dieron la vuelta para enderezar las andas en su caminar mientras sonaba Coronación de la Macarena. Quedaría todavía un maratoniano recorrido al que la hermandad acostumbra a afrontar con toda la dignidad.

Rescate

Nuestro Padre Jesús del Rescate en el barrio de la Victoria
Nuestro Padre Jesús del Rescate en el barrio de la Victoria / Javier Albiñana

Los últimos años de la cofradía del Rescate han puesto un concierto en sintonía en las calles de la Victoria. Cada detalle de la procesión está ultimado en cuanto a enseres, imágenes y tronos se refiere. La restauración del grupo escultórico devuelve el esplendor a las imágenes de Lastrucci que, aunque mantengan una línea plástica media, conjugan a la perfección del Señor. En su transitar desde calle Victoria no faltó el brío propio del avance normalizado en los ensayos que, desde hace años, realizan.

El instante en el que el barrio se encuentra con su devoción callejera, siempre a pie del pueblo en calle Agua, se suma al concierto colorido de sus túnicas. La corporación cuenta con pocos debes, pero recolocar algunos enseres en su cortejo para darle más sentido está entre los aspectos a mejorar. La Virgen de Gracia avanzó con su marcha propia, la sintonía que Perfecto Artola crease para ser una de las más armoniosas y conocidas de la Semana Santa malagueña. El conjunto procesional lució numerosas rosas blancas que dos pequeños nazarenos señalaban en el trono en brazos de sus respectivas madres, detenidas ante los portadores que hacían una pausa. Ya con la noche accedieron al recorrido oficial con plena luz de cirios.

Penas

El Cristo de la Agonía hundido bajo un monte de claveles rojos
El Cristo de la Agonía hundido bajo un monte de claveles rojos / LM Gómez Pozo

El reloj de la torre de la Catedral marcaba las 17:21 cuando tres nazarenos con capirote burdeos andaban a paso ligero y en silencio -probablemente por el recorrido más corto- camino del Oratorio de Santa María Reina y Madre. Sin ser novedad, nunca está de más resaltar la intachable actitud de los componentes de uno de los cortejos más elegantes de los que discurren estos días por el casco histórico de la ciudad. Incluso horas antes del inicio de su estación de penitencia.

Más tarde y escrupulosamente puntual, la cruz guía, escoltada por dos faroles, se echaba a la calle mientras se escuchaban las notas de Cristo de la Agonía de Abel Moreno. Se respiraba en la Plazuela Virgen de las Penas un aire diferente. Cambio. Ilusión. Renovación. Regeneración. Tras cuatro años de intervención, la Hermandad pudo celebrar elecciones y recuperar la normalidad que merecían tras años de recursos, alegaciones e impugnaciones que nada aportan al mundo cofrade. Bienvenida sea esta nueva etapa.

El Señor, hundido bajo un monte de claveles rojos, presentaba recién dorado los arbotantes y la parte baja del cajillo. La Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza interpretaba a la salida Cristo del Amor, una marcha que cumple 75 años y que recuerda el andar sobrio y elegante de antaño.

Tras el crucificado de Buiza, la Virgen de las Penas lucía un manto de flores diseñado por el vestidor de la dolorosa, Javier Nieto Mogaburo. Esta particular tradición del Martes Santo cumple también 75 años y, para tal efeméride, se compuso una idealización del dibujo que llevó por primera vez. Con la nueva junta de gobierno encabezada por Ángela Guerrero, de este curso en adelante un artista se encargará de esta peculiar tarea.

El palio se dirigía a Pozos Dulces bajo los compases de la Asociación Musical de Utrera que interpretaba María Santísima de las Penas de Pantión y Pasa la Virgen de las Penas. Anecdótico que Policía local no autorizará, a 13 días de su salida, la vuelta por la plaza Mitjana. Pese a no influir en el devenir de los horarios e itinerarios de la jornada, una lástima que las Penas no pueda visitar el fantástico entorno de los Mártires de regreso.

Sentencia

Una fila de nazarenos con capirotes celestes acompaña a la Virgen del Rosario
Una fila de nazarenos con capirotes celestes acompaña a la Virgen del Rosario / Javier Albiñana

Las primeras horas de la tarde del Martes Santo resistieron el vaivén de cambios que esta Semana Santa ha padecido con el cambio en el trazado del nuevo recorrido oficial. Plaza de la Merced, Álamos y Carretería. Calles con un indudable sabor cofrade venidas a menos el Domingo de Ramos y el Lunes Santo que ayer albergaban el público de siempre. La primera imagen de la tribuna de los pobres a rebosar de público tardó demasiado en aparecer. Pero llegó a tiempo, fiel a su cita con la jornada más victoriana.

Es precisamente en este punto donde el caminar de la Sentencia cobra sentido. La Plaza de la Merced acogía a la Virgen del Rosario. Con el símbolo de la cruz de santiago en las velas, la candelería resistía encendida pese a la ligera brisa que sobrevolaba la plaza. Algo desordenado el exorno floral del trono compuesto por calas rosas, buvardias rosas y rosas de pitiminí. La Banda de la Paz seguía la estela del manto interpretando Aniversario Macareno y Esperanza del maestro Manuel Marvizón.

Unos metros más adelante en la esquina de calle Álamos con Dos Aceras, Jesús es sentenciado a muerte por Poncio Pilatos. Este se lava las manos frente a las miradas de dos sayones y dos romanos. El público que se congregaba a pie de calle fijaba su mirada en el Señor. Todavía sobre el trono que realizara Pérez Hidalgo -el único que queda en Málaga- avanzaba a paso ligero en busca de la tribuna oficial.

Nuestro Padre Jesús de la Sentencia resiste a las modas musicales y mantiene el acompañamiento de una banda de música. En el caso, la de Torredonjimeno de Jaén. Todo un acierto mantener este corte en un trono que, siempre que emplee un repertorio acertado, luce en su procesionar. Pocos quedan ya en Málaga tras el reciente cambio del Cristo de los Milagros de Zamarrila a las cornetas y tambores. Pese a que la hermandad propuso una consulta no vinculante a los portadores del trono sobre la música, este Martes Santo nada cambió. Con El Evangelista intercalaba el paso largo y la suave mecida.

Estrella

Nuestro Padre Jesús de la Humillación al atardecer
Nuestro Padre Jesús de la Humillación al atardecer / Jesús Mérida

Las puertas de Santo Domingo volvieron a abrirse un Martes Santo 5 años después. Bien valdría la anterior afirmación cualquier titular, pero tristemente no sería todo lo pleno que debiera para hablar de la profundidad que ha adquirido la hermandad de la Estrella. No hay color, ni comparativa posible para no preferir el antonomásico templo perchelero en detrimento de una construcción ex profeso carente de la calidez y el valor cofrade que requiere iniciar una salida penitencial. Por eso, es de aplaudir una y mil veces la actitud desarrollada por los hermanos de esta corporación dominica -sello y seña de una ciudad- a la hora de afrontar una serie de cambios que no son otra cosa que el acercamiento de la cofradía a los tiempos que corren.

Las estampas cofradieras vividas durante la cuaresma en esta parroquia son un viaje a la historia vivida pero con toda la madurez y el conocimiento del presente. De esas puertas salió el cortejo nazareno. Ni más ni menos. Lo que se precisa. Que, todo sea dicho de paso, deambuló descapirotado en bastante menor medida que años anteriores. El pero, tan sencillo y complejo a la vez: las mantillas. Detrás del trono, que para algo preside Él. Poco a poco.

La imagen del Cristo de la Humillación abandonando las naves dominicas recordó a la reciente extraordinaria por el 75 aniversario de la hechura de la talla. Sea sé, una delicia. Como lo es la placa de mayordomía diseñada por Pedro Alarcón que portó el jefe de procesión.

Una lástima que aquella estética al completo quedara enturbiada por la falta de delicadeza de cierta cadena televisiva que con la unidad móvil y la cámara caliente produjo más ruido que aporte.

La Marcha Real sonó con especial fuerza desde el interior del templo, seguida de la Estrella Sublime y una fortísima ovación por recordar y por vivir lo que siempre debió ser. Clásico en su exorno floral, con claves rosas con tiralíneas, y acertadamente ataviada, la Virgen presidió un trono que contó con la restauración del palio por parte de Salvador Oliver. Así, entre aplausos y vivas, marchó buscando un barrio que le llevaría al recorrido oficial, finalizando la procesión en su casa hermandad.

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