Victoria y Málaga en perfecta simbiosis

La ciudad arropa a su Patrona en su traslado de regreso a su Santuario tras los cultos realizados en su honor

Santa María de la Victoria en el Patio de los Naranjos.
Santa María de la Victoria en el Patio de los Naranjos. / Marilú Báez
José Miguel Ramírez

11 de septiembre 2021 - 10:27

Málaga/La realidad superó a la ficción. Los silentes pasos de los portadores rechinaron en el interior de la Catedral. Málaga aceleró sus pulsaciones, ya la sentían muy cerca. Todas las miradas se dirigieron a un mismo punto. Ella, cetro en mano, miraba a su Hijo, mientras ambos sentían poco a poco la brisa de las 6:35 de la madrugada. La ciudad quebró y pidió Clemencia. Málaga fue de Santa María de la Victoria, y la Patrona desató las emociones que quedaron guardadas en un cajón desde hace 554 días.

Los vítores se sucedieron a la vecina excelsa del barrio victoriano. Las lágrimas afloraron, por la alegría de saber que todo vuelve, aunque Ella nunca se fue ni abandonó a sus fieles. En los momentos más complicados de la pandemia, Santa María de la Victoria abrió las puertas de su Santuario para que sus devotos se postraran ante Ella. Y el pueblo devolvió todo ese cariño. En la mañana de este 11 de septiembre los malagueños abrieron las puertas de sus corazones, porque ante la Virgen no necesitaban ningún escudo.

El cortejo desfiló en filas de a tres y sin ninguna insignia ni velas por recomendación expresa del Obispado. Cadenciosa, sin prisa pero sin pausa, fue recorriendo la calle Císter entre un gentío que supo respetar, que acompañó y que rezó a su manera. Qué bonito fue y cuánta juventud. 28 almas fueron las encargadas de elevar a la mismísima gloria a la Señora, portando las andas, cedidas por la archicofradía del Paso y la Esperanza para tal ocasión, en dos turnos de portadores de 14 personas cada uno de ellos. Victoria y Esperanza, no hay dos advocaciones que describan mejor lo ocurrido en los 97 minutos que la Patrona estuvo en la calle.

Vicente Aleixandre debió imaginarse una escena parecida a la que muchos tuvieron la suerte de presenciar para componer su perfecta sinfonía lingüística en su ‘Ciudad del Paraíso’. La Victoria giró hacia la izquierda y encaró la subida de calle Alcazabilla, ahí fue donde la Señora nos llenó de Gracia y Esperanza y alivió tanta Soledad.

La Virgen de la Victoria en la calle Alcazabilla.
La Virgen de la Victoria en la calle Alcazabilla.

Muchos la acompañaban, pero otros fieles se quedaban inmóviles a ambos lados de las calles. No se movieron. Sus miradas permanecieron fijadas en el cielo tras pasar ante ellos la Virgen, quizás buscaban explicaciones a algo tan divino, quizás se quedaron anclados el resplandor de tantos y tantos que nos dejaron en estos fatídicos meses, quizás quisieron reprimir algunas lágrimas que irremediablemente se derramaron. La Victoria limpió el alma.

Las velas de las andas cada vez tomaban menor protagonismo, el amanecer más victorioso que Málaga recuerda estaba teniendo lugar, y la luz del sol no quiso perderse el histórico acontecimiento. Algunos ni repararon en las cuatro ánforas, que contenían unos frondosos centros de flores blancas que perfumaron ligeramente su caminar ante la falta de incienso, solamente tenían ojos para Ella. La nueva medialuna, de Orfebrería Montenegro, enmarcó aún más su presencia.

Fue en esa línea imaginaria que separa el centro histórico de su barrio, donde los pétalos cayeron sobre su sien y las campanas repicaron en la casa hermandad de la cofradía del Rico. Las mascarillas no impidieron contagiar la emoción del instante, porque en su calle de la Victoria, nos llenó de Amor, acudió a nuestro Rescate emocional y espiritual en calle Agua con suma Humildad, y se encontró con la Madre del Rocío, María Coronada por seis años ya. Septiembre siempre es especial en el barrio de la Victoria para la Madre que es ‘Puerta del cielo’.

Santa María de la Victoria a su paso por la casa hermandad de la cofradía del Rico.
Santa María de la Victoria a su paso por la casa hermandad de la cofradía del Rico. / Marilú Báez

Ya se vislumbraba el Santuario, y la Señora no perdía el Compás mientras se sucedían los sentidos reencuentros de la ciudad consigo misma, y de los malagueños con sus raíces más profundas. Aquel domingo 8 de septiembre de 2019, la Victoria procesionó por última vez por las calles del centro histórico. Hasta este día, en el que el recorrido directo evitó que la Patrona pudiera mecerse por algunas de las principales calles del casco antiguo. Por aquel entonces, el buen maestro de este juntaletras distinguió entre dos ambientes, que calificó como ‘Malaka y Málaga’. Tras dos años de aquel glorioso día, la ciudad se unió en un mismo sentimiento, en una única oración. Puede que la ciudad aprendiese también de sus sabias palabras y sus reflexiones, que al igual que otros cofrades tanto aportan y enseñan. Ellos, que permanecen en la sombra, mantienen siempre viva la llama de la ilusión, y por eso también son parte activa de esta Victoria malacitana.

En el amanecer más victorioso reinó el amor fraterno. El incienso no penetró en los que activaron sus despertadores en una mañana en la que se sintió ese nudo típico de un Domingo de Ramos que hay que sentir para comprender. La Victoria seguía ascendiendo, y nos demostró que con Caridad todo es posible, y que pasito a pasito continuaremos alzando el vuelo. Ella volvió a ser Fe y Consuelo. El Santuario ya custodia desde las 8:13 a la Patrona, y si Ella quiere, en menos de 12 meses volverá a bajar al centro en Rosario de la Aurora para recordarnos que en Málaga, a pesar de las adversidades, siempre alcanzaremos junto a Ella la Victoria.

Nueva petalada en el encierro de la Patrona.
Nueva petalada en el encierro de la Patrona. / Marilú Báez
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