De Dios de Hollywood a demonio en seis meses
El fundador de Miramax ejerció su poder sobre el cine con mano de hierro
Nueva york/Afirmar que Harvey Weinstein era uno de los hombres más poderosos de Hollywood no es ninguna exageración: es la segunda persona más nombrada en los discursos de los premiados en los Oscar (34 veces), sólo superado por Steven Spielberg y empatado con Dios.
Desde que en octubre saliese a la luz su faceta como depredador sexual, Weinstein, de 66 años, ha sido despedido de su productora, expulsado de la Academia del Cine de Hollywood, abandonado por su mujer y repudiado por sus colegas. Criado en Nueva York en el seno de una familia judía, ha vivido toda su carrera cinematográfica de la mano de su hermano Bob, con el que fundó su primera productora a la que llamaron Miramax en honor a sus padres -Miriam y Max-. Su primer "taquillazo" fue Pulp Fiction, de Quentin Tarantino, un amigo fiel que acabó reconociendo que pudo haber hecho más por pararle los pies ya que sabía "lo suficiente" acerca de sus fechorías.
En 2005 abandonó Miramax y fundó una nueva productora junto a su hermano, The Weinstein Company, en la que según los fiscales sometió a un trato "despiadado" a algunas de sus trabajadoras, a las que encargaba buscarle conquistas sexuales y amenazaba con usar sus contactos políticos si se atrevían a hablar.
No iba de farol: Weinstein, importante donante demócrata, lo fiaba todo a sus conexiones e intentó parar la tormenta cuando la vio venir escribiendo a importantes ejecutivos de Hollywood.
Pero no lo hicieron. A Weinstein lo abandonaron todos, comenzando por su esposa y madre de dos de sus hijos, la diseñadora Georgina Chapman. Hasta la fecha, unas 80 mujeres han alzado su voz contra Weinstein, algunas tras décadas de silencio, y su caso sirvió de mecha para el movimiento #Metoo, que ha ayudado a destapar otros casos de abusos en el mundo del cine, el periodismo o la política.
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