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La eléctrica Tepco ha puesto este domingo fecha al fin de la crisis nuclear de Japón, un plazo máximo de nueve meses en el que la accidentada planta de Fukushima debería estar controlada, con sus reactores en "parada fría" y sin emitir fugas radiactivas.
Tras muchas presiones, críticas y una alarma generalizada, la operadora de Fukushima presentó una "hoja de ruta" para salir de la crisis que sitúa en tres meses el tiempo preciso para devolver la refrigeración estable a las unidades dañadas, y entre seis y nueve meses el período necesario para apagar su combustible nuclear.
Ello supondría que, en verano, la dosis de radiación emitida por la planta se habría reducido de forma constante y que, hacia finales de año, estarían ya controladas sus fugas radiactivas.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, calificó este plan de la gestora de la planta de Fukushima como un "pequeño paso adelante", mientras la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, de visita en Tokio, dijo que expertos de su país van a analizarlo.
La Agencia para la Seguridad Nuclear de Japón hará también un seguimiento del cronograma de Tokyo Electric Power (TEPCO), que prevé además rodear con cubiertas gigantes los edificios de los tres reactores antes de los próximos nueve meses.
En los primeros tres meses se tratará de contener la filtración radiactiva del reactor 2, donde se cree que se produjo una fusión parcial de barras de combustible nuclear, además de construir nuevos sistemas de refrigeración ante los edificios de las unidades 1 y 3. Entre seis y nueve meses, el objetivo es dejar a esos tres reactores dañados en "parada fría" o con una temperatura inferior a 95 grados centígrados, es decir, sin riesgo de fusión del núcleo.
Así, hacia final de año la central de Fukushima debería dejar de emitir sustancias radiactivas a la atmósfera, razón por la que este accidente fue equiparado en gravedad con el de Chernóbil en 1986. El sistema de refrigeración de los reactores 1, 2 y 3 de la central nuclear de Fukushima (noreste de Japón) no funciona desde el devastador terremoto del 11 de marzo mientras la piscina de combustible de la unidad 4 sufre también graves daños.
Además del tsunami que anegó la planta con olas de hasta trece metros de altura, la situación de esas cuatro unidades se vio empeorada por tres explosiones de hidrógeno los días 12, 14 y 15 de marzo, cuando además se produjo un incendio en la unidad 4.
Desde entonces bombas eléctricas inyectan agua para enfriar los reactores a un ritmo de entre seis y siete metros cúbicos por hora, lo que ha generado grandes cantidades de agua radiactiva que se han filtrado a varias zonas de los edificios de turbinas.
Por ello, Tepco espera tener listo en verano un nuevo sistema de refrigeración que permitirá enfriar los reactores, filtrar el agua contaminada y volver a arrojarla sobre las unidades dañadas. La situación de Fukushima, que ha creado una alerta mundial, fue calificada hoy como "una crisis multidimensional con un alcance sin precedentes" por Hillary Clinton, que durante una corta visita a Tokio comprometió el "firme" apoyo de EEUU a la reconstrucción de Japón, uno de sus grandes aliados en Asia.
El dedo señala a la operadora Tepco, que surte de electricidad a gran parte del área metropolitana de Tokio y cuyos dos presidentes, ejecutivo y honorario, admitieron hoy que podrían dimitir para asumir la responsabilidad.
Tras conocer la "hoja de ruta" para poner fin a la mayor crisis de Japón desde la II Guerra Mundial, el Gobierno de Naoto Kan dijo que, una vez controlada la planta de Fukushima, se revisará el perímetro de evacuación en sus alrededores.
Las autoridades japonesas ampliarán este mes las zonas de evacuación a media decena de localidades situadas más allá del radio de exclusión de veinte kilómetros, tras detectarse en ellas elevados niveles de radiactividad que podrían ser perjudiciales.
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