El Papa implora desde Beirut la paz en Oriente Próximo
Durante el rezo del Ángelus, Benedicto XVI habla sobre la necesidad de resolución del conflicto en Siria y apela al "respeto de la dignidad de toda persona humana, sus derechos y su religión".
Beirut/No es ningún mediador político ni habla con las autoridades en Damasco, pero el papa Benedicto XVI quiere que se ponga fin a la guerra civil en Siria, donde "desgraciadamente, el ruido de las armas continúa escuchándose", así como el grito de las viudas y de los huérfanos. Es por ello que durante la misa que ofició en el Líbano ante 350.000 fieles, hizo un sentido llamamiento para que finalmente se imponga "el silencio de las armas" y cese "toda violencia". El pontífice alemán quiso así hacer valer su autoridad moral. Nadie sabe si ello podrá ayudar al país que ahora está sumido en la violencia, como ocurrió en Líbano en el pasado.
El papa ya se ha pronunciado en el Vaticano en varias ocasiones contra la guerra civil en Siria. Pero en esta ocasión, en su apasionado llamamiento, apeló en concreto a los países árabes, que, "como hermanos", tienen que proponer "soluciones viables" al conflicto, que amenaza con incendiar todo el levante mediterráneo. Las palabras de Benedicto a los países árabes llega justo en un viaje con contactos fructíferos con musulmanes, tanto con los fieles de base como sus dirigentes.
Y eso seguramente gustó al pontífice, pues en las calles de Beirut se veía a muchas mujeres con velo esperando el paso de vehículo papal, que ondeaban banderas del Vaticano y mostraban el mismo entusiasmo que los cristianos. El papa conversó de forma distendida y sin discursos escritos con los líderes de los grupos musulmanes en Líbano, en un "clima de gran cariño", tal como el portavoz del papa Federico Lombardi lo describió a modo de elogio. Le aseguraron que los musulmanes desean que los cristianos sigan en Oriente Próximo.
Entre los 30.000 jóvenes congregados el sábado para saludar al papa también había numerosos musulmanes. Y eso encajaba con el mensaje que pontífice no se cansó de repetir insistentemente: cristianos y musulmanes tienen que actuar juntos en pro de la paz. Y puso como ejemplo a Líbano, donde en numerosas ocasiones conviven ambas religiones en una misma familia. Eso debería trasladarse a toda la sociedad, dijo Joseph Ratzinger.
En un principio la visita de Benedicto XVI a Líbano podría haber sido explosiva debido a los disturbios registrados ante consulados occidentales por las imágenes difamatorias de Mahoma. Pero no resulta fácil perturbar a Joseph Ratzinger, que llegó a Oriente Próximo para difundir sus recetas contra el odio, el conflicto y la guerra. "Por su puesto que ha sido informado por sus colaboradores" sobre la violencia y las manifestaciones, dijo Lombardi, pero el papa evitó hacer mención directa alguna al asunto durante estos días.
Él dijo las cosas a su manera: se trata de "dejar de ver en el otro un mal que se debe eliminar". Pidió "decir no a la venganza, reconocer los errores, aceptar las disculpas sin buscarlas y finalmente perdonar". Este podría ser todo un programa cristiano para la región, para la que el pontífice tan sólo desea una nueva confraternización en la que todas las religiones abracen la cultura de la paz. Rechazó la violencia, ya sea física o verbal. Y ahí entrarían los disturbios que han desatado el vídeo difamatorio sobre Mahoma. El sumo pontífice pidió la defensa de la vida, frente a la guerra, el terrorismo y todos ataques. Y con ello también se refería a Siria, cuya población está sumida en una guerra civil. Más paz, diálogo y respetos son las consignas que vertebran el discurso papal.
El jesuita Lombardi subrayó que el viaje a Líbano ya constituye en sí un mensaje. "Su presencia aquí alienta una convivencia en paz". Él estaba "absolutamente decidido" a viajar a la región justo porque los conflictos se están agravando y el papa es el principal siervo de la paz, que imploró a Dios "el don de la paz para los habitantes de Siria y los países vecinos". Es por ello que Lombardi hizo un "balance positivo de la visita", sobre todo por los conmovedores encuentros con los musulmanes. Lombardi señaló que como el papa no es un político, puede como entidad moral intentar reforzar el papel de Iglesia en la sociedad e instar a los cristianos a no ceder. Además puede elogiar a Líbano como un "laboratorio del futuro" con vistas a una convivencia sin enfrentamientos.
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