El mayordomo del Papa y un informático del Vaticano serán procesados por el robo de documentos
Paolo Gabriele y un informático serán juzgados por la sustracción y difusión de documentos secretos de la Santa Sede.
Ciudad del vaticano/El mayordomo del papa Benedicto XVI, Paolo Gabriele, y un informático del Vaticano serán juzgados por el robo y difusión de documentos secretos de la Santa Sede, según la decisión del juez instructor del Tribunal de Estado Vaticano, Piero Antonio Bonnet. La petición de enjuiciamiento por parte del promotor de Justicia del Vaticano (fiscal), Nicola Picardi, y el dictamen de Bonnet, documentos que suman 30 páginas, fueron entregados por el Vaticano a los medios de comunicación.
Además de la sustracción de documentos reservados, entre el material retenido "se encontró un cheque a nombre de Benedicto XVI por un valor de 100.000 euros, una pepita de oro y una edición ilustrada de la Eneida de Annibal Caro de 1581, todos ellos regalos ofrecidos al Santo Padre", refiere el fallo. Interrogado sobre ello, agrega el documento jurídico, el imputado Gabriele dijo: "En la degeneración de mi desorden ha podido ocurrir también esto". Junto al ciudadano vaticano Gabriele, de 46 años, al que se le imputa el delito de robo con agravante, el juez acusa también al ciudadano italiano y técnico en la Secretaría de Estado Claudio Sciarpelleti, de 48 años, "de haber favorecido el robo con agravante y de violación de secreto".
El proceso penal de tres jueces se celebrará después del 20 de septiembre y la pena que puede recaer sobre los acusados, sobre todo sobre Gabriele, oscila entre uno y seis años, aseguró el portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, en rueda de prensa. Con el envío a juicio de los dos empleados vaticanos no concluyen las investigaciones sobre la sustracción de documentos -aseveró Lombardi- ni tampoco se excluye la posibilidad de posibles cómplices de Gabriele y "su eventual rogatoria internacional". "La instrucción vaticana va adelante, aunque con tiempos consistentes por su meticulosidad", matizó el jesuita.
Sobre Gabriele, Lombardi explicó que fue sometido a dos peritajes psiquiátricos, uno por parte del tribunal vaticano y otro pedido por su abogado defensor, y ambos demostraron que era "una persona correcta y normal" que cometió un "hecho extremadamente grave". Eso sí, explicó el portavoz, tenía un caos en su mente que luego se reflejó en el desorden de los documentos sustraídos de la escribanía papal encontrados en su casa, situada en el Vaticano.
Gabriele admitió haber cometido el delito con el fin de "mejorar la situación eclesial que se vive en el interior del Vaticano y nunca para dañar a la Iglesia y a su Pastor", según el dictamen. Desde su posición, matiza el documento, Gabriele relata que podía "observar la doble función papal, como vértice de la Iglesia y jefe del Estado".
En cuanto a Sciarpelleti, es amigo de Gabriele y fue investigado un día después de la detención del mayordomo del papa, es decir, el 24 de mayo, dijo el portavoz del Vaticano. El analista programador estuvo detenido sólo una noche y a la mañana siguiente fue puesto en libertad provisional porque los magistrados consideraron que su implicación era "menos grave" que la de Gabriele, que se encuentra en arresto domiciliario desde el 21 de julio y así permanecerá hasta el juicio, precisó Lombardi. Sin embargo, el portavoz sostuvo que "el único motivo por el que ha sido imputado es porque tenía una relación de amistad con Gabriele y no ha sido considerado como un cómplice". Sciarpelleti, agregó, "es enviado a juicio porque sus testimonios han sido contradictorios y no se expresó con coherencia". El técnico vaticano se "encuentra en libertad provisional, en suspensión cautelar, aunque recibe su salario", puntualizó Lombardi.
El escándalo de las filtraciones de documentos reservados de la Santa Sede se desató a principios de año, cuando una televisión italiana sacó a la luz unas cartas enviadas a Benedicto XVI por el nuncio en EEUU, Carlo María Viganó, en las que denunciaba la "corrupción, prevaricación y mala gestión" en la administración vaticana. A mediados de abril, el papa creó una Comisión Cardenalicia, presidida por el español Julián Herranz, para esclarecer el robo y filtración de cientos de documentos privados. El 19 de mayo pasado se publicó el libro Sua Santitá, de Gian Luigi Nuzzi, con un centenar de nuevos documentos filtrados desde el Vaticano que desvelan tramas e intrigas en el pequeño Estado.
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