El aeropuerto de Barajas llevaba 25 años sin sufrir accidentes áereos con muertos
Los anteriores y únicos datan del año 1983, cuando fallecieron 284 personas en dos catástrofes ocurridas en sólo diez días.
Hacía casi 25 años que en el aeropuerto de Barajas no se producía ningún accidente con muertos. En concreto, las dos únicas catástrofes mortales se produjeron en 1983, cuando en dos accidentes ocurridos con tan sólo diez días de diferencia fallecieron 284 personas. Las habitualmente buenas condiciones meteorológicas y un entorno geográfico próximo sin elevaciones importantes favorece que en el aeropuerto de Madrid-Barajas apenas se hayan producido accidentes.
La primera catástrofe se produjo el 27 de noviembre de 1983, cuando un avión de la compañía colombiana Avianca, que realizaba el trayecto París-Bogotá, y que realizaba escala en Madrid, se estrelló en la localidad de Mejorada del Campo, al realizar la maniobra de aproximación a la pista. En el avión viajaban 192 personas de las que fallecieron 181. El accidente se produjo por un fallo del piloto, que introdujo los datos de posición erróneamente, por lo que a la hora de iniciar la maniobra de aproximación a pista para aterrizar, calculó mal y el avión se estrelló.
En concreto, el piloto inició un giro a la derecha antes de llegar al lugar indicado para realizarlo. El tren de aterrizaje derecho y el motor número cuatro se golpearon con un montículo. Tres segundos después el avión impactó con otra cima, y seis segundos después el ala derecha colisionó con el terreno y se rompió, provocando que el avión diera un giro de 180 grados sobre su eje horizontal y terminara boca abajo en cinco pedazos, incendiándose más tarde.
El accidente estuvo plagado de errores humanos. El más grave fue el del piloto, que no tenía conocimiento de su posición y no consultó las cartas de aproximación publicadas para tal efecto. Pero se sumaron muchas más equivocaciones: La tripulación realizó una navegación poco precisa, y además no tomó las medidas necesarias para calcular la proximidad del suelo; el servicio de control aéreo dio información imprecisa sobre la posición, y el controlador no mantuvo seguimiento en el radar de la trayectoria errónea del avión.
El segundo accidente se produjo diez días después, el siete de diciembre. En esta ocasión se trataba de un avión de la compañía Iberia que realizaba el trayecto Madrid-Roma, con 93 personas a bordo, de las que fallecieron 51. El percance se produjo en el momento del despegue, cuando un DC9 de la compañía Aviaco invadió la pista en servicio, sin que la tripulación del avión de Iberia pudiese hacer nada. En el impacto, el ala izquierda y el tren de aterrizaje del mismo lado fueron arrancados, provocando el incendio y destrucción posterior de la aeronave.
En este caso, la principal causa fue la falta de visibilidad reinante en la pista, que impidió que la tripulación del DC-9 de Aviaco pudiese ver las señales visuales que indicaban que no estaban siguiendo la ruta correcta para llegar a su pista.
En España no se producía un accidente de aviación comercial desde 2003, cuando un avión que cubría la línea entre Málaga y Melilla se salió de la pista al aterrizar en el aeródromo de la ciudad autónoma, provocando siete heridos. El último accidente mortal se produjo en 2001, cunado un avión de la compañía Binter-Mediterráneo se estrelló en las inmediaciones del aeropuerto de Málaga al intentar realizar un aterrizaje de emergencia, falleciendo siete personas.
El 27 de marzo de 1977 se produjo en España el accidente más grave de la historia de la aviación mundial. En el aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife), chocaron dos Jumbos de las compañías KLM y Pan American, muriendo en el terrible accidente 583 personas. En aquella ocasión, la niebla provocó que uno de los aviones se cruzase en la pista por la que el otro Jumbo despegaba.
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