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La historia del asesino en serie Romasanta, el hombre lobo de Allariz

Asesinos ibéricos

También conocido como el Sacamantecas o el Sacaúntos de Allariz, asesinó a 9 personas de forma oficial

Alegó que asesinaba debido a que se convertía en un licántropo y no podía evitar matar

El Arropiero, un asesino en serie sevillano con el gen de la criminalidad

Retrato robot de Manuel Blanco Romasanta / Marga Sanin/ Fernando Serulla
Manu R. Macarro

05 de diciembre 2022 - 10:21

Manuel Blanco Romasanta fue un asesino en serie del siglo XIX gallego, que está considerado como uno de los primeros serial killers patrios. Nacido el 18 de noviembre de 1809 en Esgos, provincia de Ourense, como Manuela Blanco Romasanta, fue considerado mujer hasta los 8 años, por lo que se cree que pudo ser hermafrodita. Era de aspecto físico más bien andrógino y con una estatura baja para la época, 1 metro 37 centímetros.

Tendero y comerciante de profesión, fue condenado por los crímenes de al menos 9 personas (se especula que de 13). Considerado como una representación real del Sacamantecas o el hombre del saco, dijo durante su juicio que una bruja lo había sometido a un hechizo que hacía que en algunas ocasiones se transformara en un hombre lobo. Fruto de esta transformación sufría un deseo irrefrenable de sangre y matar que le hacía cometer los crímenes con sus propias garras y dientes y sin necesitar ningún otro tipo de instrumento. Es, de momento, la única persona en España diagnosticada con licantropía clínica.

La historia de un asesino en serie español del siglo XIX: Romasanta, el hombre lobo de Allariz

Era considerado un instruido para la época ya que aprendió a leer y escribir. Era también sastre y cosía y bordaba perfectamente, por lo que llegó a trabajar como modista. A los 22 años se casó con una mujer, pero falleció al año siguiente de contraer matrimonio. No se pudo demostrar que Romasanta tuviera algo que ver con su muerte.

Al morir su mujer en 1833 empezó a moverse por toda Galicia ejerciendo de vendedor ambulante. La primera acusación para Manuel Blanco Romasanta llegaría en el año 1844, 11 años después de iniciar su vida de viajante. Ocurrió en Ponferrada. Vicente Fernández, un aguacil de León le reclamaba una deuda, y Romasanta decidió deshacerse de él. Huyó y fue condenado en rebeldía a 10 años de prisión. Se refugió en un pueblo abandonado en Galicia llamado Ermida y allí estaría viviendo solo con el ganado durante meses.

Tras estos meses de ermitaño decidió reaparecer en sociedad en el pueblo de Rebordechao, aunque ahora decidió aparecer con el nombre de Antonio Gómez. Poco a poco fue adaptándose a la vida del pueblo y se convirtió en una persona célebre del lugar. Empezó a trabajar como tejedor y a tener especial vínculo con las mujeres de la zona, al ejercer un oficio realizado mayoritariamente por mujeres en la época.

Paralelamente siguió como vendedor ambulante e inició una nueva labor como acompañante de las mujeres que tenían que cruzar los bosques. Ejerció así como guía para las féminas.

Durante esos años es cuando comienza a asesinar en los bosques de Redondela y Argostios.

Cometió al menos trece asesinatos, siendo las víctimas siempre mujeres o niños. Las desapariciones las conseguía enmascarar asegurando que les encontraba un trabajo en otra ciudad, y desde ella les mandaba misivas a nombre de los familiares como prueba de que estaban vivos y viviendo en otros lugares. Con este modus operandi conseguía matar y ocultar los asesinatos durante años. Así esquivó a la justicia durante varios años.

Retrato robot de Manuel Blanco Romasanta

En su papel de vendedor ambulante, se empezó a extender el rumor de que vendía un ungüento milagroso de grasa por Galicia y por Portugal. El rumor evolucionó y la grasa sería manteca humana para los lugareños. La aparición de algunas pertenencias de los desaparecidos hizo que las sospechas sobre las desapariciones se acrecentaran, y por ello se empezó a pensar que Romasanta era un sacamantecas. Romasanta se vio acorralado y planeó su fuga de Galicia con un pasaporte falso (Galicia tenía estatus de Reino y para salir de allí era obligatorio tener pasaporte).

Detalle del pasaporte falso de Romasanta

Huida y captura

Su aventura acaba en 1852 cuando en se presentó en la ciudad de Escalona una denuncia por un ciudadano que reconoció a Romasanta como el sacamantecas huido de Galicia. Las autoridades no hicieron caso omiso a la denuncia e iniciaron una búsqueda para detenerlo e interrogarlo. Fue definitivamente detenido ese año en en Nombela (Toledo) y juzgado en Allariz (Orense), siendo fiscal Manuel Blanco Bastida.

En el juicio declaró:

"La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre"

La Causa contra el Hombre Lobo, como se conoció el proceso, duró casi un año. El 6 de abril de 1853 ya había veredicto: se le condenó al garrote vil por los únicos nueve asesinatos que se le pudieron probar y a pagar una multa de mil reales por víctima.

Pero la historia no acaba aquí: un hipnólogo francés que había seguido el caso envió una carta al Ministro de Gracia y Justicia en la que explicaba que quería estudiar sus caso pues tenía serias dudas sobre si Romasanta padecía o no licantropía (en este caso clínica).

El francés aseguraba que curó a otros pacientes con la hipnosis y pedía que le dejaran hipnotizarlo antes de ser ejecutado. Por otro lado pidió la intervención de la reina Isabel II, que acabó interviniendo y pidiendo al Tribunal Supremo que revisase el caso. Fue diagnosticado con licantropía clínica.

La propia monarca Isabel II, interesada en el esoterismo, firmó una orden para liberar a Romasanta de la ejecución, conmutando la pena de muerte por cadena perpetua.

Murió finalmente el 14 de diciembre de 1863 en la prisión de Ceuta de cáncer de estómago y se desconoce dónde han ido a parar sus restos.

Su vida dio lugar a la creación de cantares de ciego, novelas, documentales y películas. En la pieza pueden escuchar el Cantar de Romasanta de Luar na Lubre. Iker Jiménez hizo también un especial en su Nave del Misterio. Tuvo bastante fama la película de Paco Plaza Romasanta. La caza de la Bestia, que se puede ver en Amazon Prime (aparece bajo el nombre de La Romasanta).

Romasanta en 'Cuarto Milenio'

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