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En términos generales la presencia de los niños de la violencia que ejercen sus padres hacia sus madres tiene una repercusión directa en su desarrollo. De esta forma, la figura de referencia, que es su padre, maltrata a su otra persona de referencia, que es su madre. Cuando los menores crecen viendo esto las consecuencias que arrastran son terribles.
A nivel social los niños y niñas que presencian o perciben la violencia machista en su núcleo familiar podrían ser personas poco sociables, agresivas, desafiantes e incluso crueles con los animales. A nivel interno les repercute en el autoestima, en el desarrollo de miedo, en depresión y ansiedad.
Estas víctimas también podrían desarrollar problemas de tipo cognitivo (como dificultades para expresarse o retraso en el desarrollo y en rendimiento escolar) o problemas de tipo físico (dificultad para dormir y comer, síntomas psicosomáticos como desarrollo de asma o eczemas en la piel e incluso retraso en el crecimiento).
Estos niños, según se ha detallado en este estudio, crecen en un espacio en el que la disciplina o bien es severa o bien es inexistente, no existe un equilibrio. Los padres, debido a la situación, no tienen paciencia en la educación de los menores y tienden a irritarse con facilidad y la madre, en concreto, está anulada.
La probabilidad de que un niño que ha vivido este tipo de violencia en el seno familiar tiene más probabilidad de maltratar a su pareja en el futuro ya que ha normalizado dichas conductas violentas. Interiorizan la idea de que el hombre está por encima de la mujer en determinados ámbitos y de que para hacerse respetar hay que recurrir a estas formas.
Tal y como recoge la organización Save The Children, incluso en el proceso de embarazo las situaciones de estrés a las que están sometidas las madres maltratadas puede tener consecuencias directas sobre el niño o niña. Por eso es importante insistir en que este tipo de violencia tiene repercusiones sobre los menores incluso cuando no la han presenciado de manera directa.
Para evitar que se desarrollen estas consecuencias existen mecanismos de intervención a través de los cuales los niños y niñas pueden comenzar a normalizar otras realidades diferentes. Para ello es necesario el trabajo con psicólogos, sanitarios, personal educativo e incluso la intervención de los servicios sociales si fuera necesario.
Para que se pueda mediar con estos menores es importante detectar de manera precoz si puede estar sucediendo algo y eso suele venir, primordialmente, de la familia extensa o del centro educativo, ya que los profesores pasan más tiempo con ellos y pueden detectar si está ocurriendo algo.
El teléfono 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas del día y en 52 idiomas diferentes, al igual que el correo 016-online@igualdad.gob.es. También se presta atención mediante WhatsApp a través del número 600000016 y los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10.
Ninguno de los teléfonos deja rastro en las facturas aunque sí es necesario que se borre el registro de la llamada desde el móvil o el correo. Atienden a todas aquellas personas que crean que pueden estar sufriendo este tipo de violencia o que necesiten asesoramiento porque no están muy seguras de ello. También da atención a personas del entorno cercano a una víctima que quiera comunicar un posible caso de violencia de género. Llamar al 016 no implica interponer una denuncia, directamente, sino que se abra una investigación para esclarecer qué esta sucediendo y si existen o no malos tratos para poder proteger a la víctima si es necesario.
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