Pilar Cernuda
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Terremoto en Turquía
Madrid/Magnitud, intensidad o escalas de medición son algunos de los conceptos relacionados con los seísmos, unos fenómenos que ocurren constantemente en el mundo aunque muchas veces inapreciables, salvo excepciones, que los convierten en catastróficos por superar una serie de umbrales, como los de Turquía y varios países del entorno de esta madrugada.
Algunas de las claves para entender la gravedad de los terremotos, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España, son las siguientes:
Las zonas en las que ocurren los terremotos no parecen aleatorias, delinean unas franjas que separan regiones. Estas placas son la parte más externa del planeta y se mueven sobre una capa fluida. Este movimiento causa los terremotos, es decir, rupturas súbitas del interior de la tierra. Al moverse las placas se alejan, chocan y se rozan lateralmente y cada movimiento genera un tipo de terremoto.
Cuando dos placas se acercan, la situación se complica. Las placas chocan, se deforman y se superponen una encima de otra. Así ocurren los terremotos más grandes, como el de Japón de 2011, o el de Sumatra de 2004, o el de Chile de 1960. También de este modo se producen los seísmos más profundos, hasta 600 kilómetros bajo tierra.
Se dan casos extremos cuando chocan dos continentes, lo que genera una cadena de montañas como el Himalaya, creado por el choque de India y Asia. Esa colisión sigue produciendo grandes terremotos como el de Nepal, de 2015.
El terremoto es un movimiento súbito de la tierra, mientras que el maremoto es un movimiento súbito del agua. El maremoto se puede generar por la caída de un meteorito en el océano, por avalanchas y erupciones volcánicas submarinas, y asimismo por un terremoto en el fondo del mar. El resultado es como tirar una piedra a un estanque, que genera una sucesión de olas que se alejan en todas direcciones en alta mar. Las olas del maremoto viajan a la velocidad de un avión, pero cuando llegan a la costa menos profunda se frenan contra el fondo y avanzan más despacio aunque la altura de las olas aumenta al acercarse a la playa.
Las zonas más sísmicas son los Pirineos y el sur y sureste de la península. En esta zona se produjo el terrible terremoto de 2011, con nueve muertos y numerosos daños en Lorca (Murcia). También en las islas Canarias por su actividad volcánica a menudo se producen terremotos. De los más de 3.000 terremotos que se registran anualmente en España, alrededor de 700 ocurren en Canarias. En la red sísmica nacional se vigila continuamente el territorio.
La magnitud de un terremoto mide, con la ayuda de instrumentos, la energía que libera el seísmo. Es un valor único y objetivo para cada terremoto que no depende del lugar en el que se está.
En varias escalas dependiendo del tipo de terremoto, del sistema de medición, etc. La más conocida es la de Richter (1935), pero actualmente se utilizan otras, preferentemente la escala de magnitud de momento (Mw), que coincide con la de Richter solamente en los seísmos de magnitud inferior a 6,9. Las escalas de magnitud no tienen un tope para su medición. Por ejemplo, el terremoto de Valdivia (Chile) en 1960, registró una magnitud de 9,5 y el del 2004 en el océano Índico frente a la isla de Sumatra fue de 9,3.
La intensidad de un terremoto indica cómo se ha sentido su efecto en un lugar. Cómo lo han padecido las personas, su impacto en los objetos y los daños en los edificios. Su valor difiere en función de la distancia de cada lugar donde se ha sentido hasta el epicentro. Los institutos sismológicos suelen dar el dato de intensidad máxima, es decir, de cómo se ha sentido en el lugar más afectado.
Hay varias escalas para medir la intensidad: las dos principales son la escala Mercalli y la Escala Macrosísmica Europea (EMS). Ambas tienen 12 grados que se expresan en números romanos del I (muy débil o apenas sentido) al XII (catastrófico o completamente devastador).
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