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Cambio horario
La luz y la oscuridad regulan el cuerpo humano que, al mismo tiempo, se rige por los ritmos circadianos. La producción de algunas hormonas, el sueño o la temperatura corporal siguen ciclos de 24 horas. Modificar ese ciclo, según los expertos, puede traer consecuencias para el cuerpo y nuestra salud.
Ahora que tenemos la primavera a la vuelta de la esquina, volveremos a tener en breve un cambio de horario. Así, la madrugada del 28 al 29 de marzo, las 2:00 se convertirán en las 3:00. En consecuencia, dormiremos una hora menos pero, a cambio, tendremos días más largos y disfrutaremos más tiempo de la luz solar.
Pero ya lo adelantábamos antes. La luz y la oscuridad rige nuestro ciclo de vida y este "simple" cambio, para muchos, aún cuando no existen estudios definitivos que demuestren que afecta al organismo de manera negativa, repercute en nuestro día día. Veamos, a continuación, algunas de esas consecuencias.
La sensación que experimentamos con el horario de verano es como si viajáramos a Canarias (que tiene una hora menos con respecto a la Península). Los ritmos circadianos responden a las variaciones entre la luz y la oscuridad ambiental. De hecho, que durmamos por la noche y estemos despiertos por el día responde precisamente a la luz o falta de ella. Estas alteraciones transitorias, además de cierto despiste diurno por saltarnos nuestro ritmo natural -parecido al que se produce con el jet-lag- suelen durar entre 48 y 72 horas.
La melatonina es una hormona producida por la glándula pineal y regula los ciclos del sueño. Al aumentar las horas de luz solar se produce una desregularización en la secreción de melatonina, por lo que el organismo se resiente sintiendo cansancio, fatiga e irritabilidad. Las personas de más edad y los niños suelen tener más sensibilidad a estos cambios hormonales.
Nuevamente los más pequeños y las personas de avanzada edad pueden notar cierta falta de apetito mientras el organismo se regula al nuevo horario. Esa ruptura en la rutina suele tardar unos días en regularse y el cuerpo vuelve a "tener hambre" a su nueva hora habitual. El aumento en las temperaturas (recordemos que ya será primavera) también puede afectar al apetito.
Obviamente, al dormir una hora menos, baja el rendimiento del cuerpo. El aumento de luz solar hasta las 22:00 aproximadamente, hará también que nuestro organismo no ralentice la actividad diurna lo que debe y nuestro descanso no sea el deseado. Ya se sabe, la falta de descanso repercutirá en cómo afrontaremos el día.
Hay datos estadísticos muy difíciles de vincular con el cambio horario pero, según algunos estudios, este nuevo registro provoca un ligero aumento de los infartos de miocardio en los días posteriores al mismo. Ocurre lo contrario cuando se produce la restitución del horario normal en otoño, que se reducen también en los días sucesivos. Muy probablemente, aducen los expertos, estas cifras deben circunscribirse a personas muy sensibles o que, por circunstancias de enfermedad o edad, son más vulnerables.
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