El misterio crece tres meses después de la detención del mayordomo del Papa
El Vaticano promete que el juicio a Paolo Gabriele se iniciará en octubre y será público · Dos o tres cómplices, identificados con iniciales en el acta, tuvieron los documentos filtrados en sus manos
Tres meses después de la detención en mayo del mayordomo del Papa por el robo de documentos confidenciales, el caso Vatileaks sigue envuelto en el misterio: la tesis del hombre que actuaba solo quedó descartada y la del complot no tiene suficiente base.
El hecho sin precedentes para la Iglesia católica se desencadenó el 23 de mayo, tres días después de la presentación en Roma del libro Sua Santita (Su Santidad) del periodista italiano Giancarlo Nuzzi, basado en cartas y documentos personales sustraídos del apartamento privado de Benedicto XVI.
El allanamiento del apartamento del mayordomo, Paolo Gabriele, confirmó que el hombre de confianza del Papa conservaba numerosas cartas, escritos y fotocopias de los documentos publicados en el insólito libro de Nuzzi.
Paolo Gabriele, la primera y última persona que el Papa veía todos los días, fue detenido y pasó 53 días en una celda ubicada detrás de la basílica de San Pedro, al término de los cuales le concedieron la detención domiciliaria, siempre dentro del Vaticano.
Ante las autoridades judiciales vaticanas, el mayordomo, un católico devoto que inició su carrera lavando patios, confesó que se sentía "invadido por el Espíritu Santo" para develar "el mal y la corrupción" de dentro de la Iglesia, angustiado por la manera con que dejaban de informar al Papa sobre los numerosos escándalos que azotan a su pontificado.
El 13 de agosto, la magistratura vaticana pidió que se juzgue al mayordomo Paolo Gabriele por "robo agravado" y a un técnico informático de la Secretaría de Estado, Claudio Sciarpelletti, por haber "colaborado" con él.
El Vaticano prometió además que el juicio se iniciará en octubre y que será público.
Pero la investigación judicial no ha sido cerrada. La prensa italiana lanza todo tipo de teorías, menciona posibles cómplices, sospecha de varios jerarcas.
Dos o tres, identificados con iniciales en el acta de instrucción divulgada por el Vaticano, tuvieron los documentos filtrados en sus manos.
El misterioso padre espiritual de Gabriele, el padre B, incluso quemó la copia que recibió.
Ante monseñor Georg Ganswein, secretario personal del Papa y su jefe directo, Gabriele dijo sentirse "el chivo expiatorio" de toda la situación.
"Después, muy fríamente, se declaró sereno porque había hablado con su padre espiritual", quien le aconsejó admitir sus responsabilidades "sólo si el Santo Padre lo solicitara personalmente", dijo.
¿El padre espiritual de Gabriele, el confesor de la sombra del Papa, es un simple testigo o un cómplice?
No se conoce aún la respuesta. Hay que esperar el informe paralelo sobre este caso encargado por el Papa a tres cardenales que están retirados.
Los purpurados, los únicos con la autoridad moral y judicial para interrogar a otros príncipes de la Iglesia, interrogaron en total a unas treinta personas. El informe final fue entregado a Benedicto XVI en julio pasado, pero no se conoce el contenido.
Por su parte, Nuzzi defiende "a sus fuentes" y se niega a revelar los nombres de los religiosos involucrados en la filtración, mientras la prensa italiana habla de las luchas internas por el poder y evoca los nombres de los posibles cardenales manipuladores, sin llegar a confirmar la noticia.
Parte de los documentos filtrados muestran malestar interno por la manera en la que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, una suerte de primer ministro de la Santa Sede, maneja los asuntos del Vaticano: los errores de gestión y la falta de tacto diplomático suscitan inquietud y molestia.
Algunos medios apoyan la teoría del complot organizado por los cardenales de nacionalidad italiana, preocupados por la pérdida de poder interno y aseguran que se preparan para retomar las riendas de la Iglesia .
Una de las teorías más creíbles es la de una revuelta, espontánea y desorganizada, a favor de la transparencia dentro del Vaticano, sobre todo desde el punto de vista financiero.
Algunos diarios han involucrado en esa revuelta a personal muy cercano a Benedicto XVI, como la ex gobernanta y actual traductora de sus libros Ingrid Stampa. Una noticia secamente desmentida por el Vaticano.
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