154 personas mueren en el accidente de Spanair
Un motor explosionó y se incendió inmediatamente después del despegue del avión, que se estrelló al poco tiempo del ascenso
Una gran catástrofe aérea sacudió este miércoles el Aeropuerto de Madrid-Barajas. Un avión MD82 de la compañía Spanair con 172 personas a bordo que cubría el trayecto Madrid-Las Palmas se salió de la pista esta tarde en plena operación de despegue tras incendiarse uno de sus motores y acabó envuelto en llamas hasta prácticamente desintegrarse en un descampado próximo. A pesar de su rápida actuación, los servicios de emergencia sólo pudieron rescatar con vida a 28 personas, mientras el resto pereció calcinado entre los restos del aparato. Madrid ha vuelto a sufrir una tragedia semejante en número de muertos al 11-M. De hecho, se activó un protocolo de emergencias con esa denominación y un pabellón de Ifema volvió a ser habilitado como morgue para las identificaciones de cadáveres y la atención a los familiares.
La ministra de Fomento informaba en torno a las 23:00 de 154 fallecidos y 18 personas ingresadas (siete de ellos muy graves; uno de ellos ha fallecido en el hospital) en distintos centros hospitalarios. Entre los supervivientes se encuentran tres niños de 11, 8 y 6 años; y también una joven que sólo sufrió contusiones porque pudo saltar de los restos del avión a tiempo de no perecer entre las llamas. Spanair ha publicado en su web el listado de pasajeros del vuelo.
Eran las 14:45 cuando se produjo el accidente. El avión de Spanair, un MD82 con número de vuelo JK 5022 y ruta Madrid-Las Palmas, en el que viajaban 175 personas, aceleraba a fondo en la pista de despegue cuando, según las primeras hipótesis, registró un incendio en su motor izquierdo, se salió de la pista y acabó explotando envuelto en llamas.
El avión siniestrado salió de Barcelona en dirección a Madrid completando el vuelo sin incidencias. Sin embargo, sólo unas horas después, justo antes de iniciar el viaje con destino a Las Palmas, que tenía la salida prevista a las 13:00, el avión retrasaba su despegue por un problema de indicación de temperatura, según explicó un comandante de Air Europa. Finalmente este problema fue subsanado rápidamente en los servicios de mantenimiento del aeropuerto por lo que el aparato se dirigió de nuevo a cabecera de pista para emprender su viaje.
Fue entonces cuando, en plena operación de despegue, -lo que en el argot se denomina 'punto de no retorno' debido a la gran velocidad que alcanza el aparato-, éste se salió súbitamente de pista. Según las primeras hipótesis, uno de los motores se incendió durante la maniobra lo que provocó acabara desplazándose sin control por una zona de pasto hasta quedar envuelto en llamas en una zona arbolada surcada por un arroyo. El fuego se propagó rápidamente ya que sus tanques de combustible iban repletos de queroseno provocando una alta columna de humo.
Según relató Pablo Albella, un miembro del Samur, tras el siniestro el aparato dejó un "rastro de un kilómetro de tierra quemada tras de sí". "He visto la cola del avión totalmente separado del resto, de lo que es el centro neurálgico del suceso y lo poco que se ve son amasijos de hierro", comentó preguntado sobre la primera impresión tras acudir en ayuda de los fallecidos.
En el aparato viajaban 175 personas, incluyendo 164 viajeros con asiento propio, dos bebés y los nueve miembros de la tripulación. Según el jefe del dispositivo de emergencias habilitado en el aeropuerto, Ervigio Corral, nada más llegar al lugar del siniestro se logró evacuar con vida del aparato a 28 personas, varias de ellas en estado crítico, que fueron trasladadas a diferentes hospitales de la capital, si bien al menos una falleció. En este sentido destacó que a su equipo llamó la atención la "dispersión de cadáveres" en la zona como consecuencia del impacto y puntualizó que los heridos estaban concentrados en una pequeña zona por la que cruza el arroyo. También destacó la gran cantidad de niños que había entre los muertos.
Conscientes de la magnitud del accidente, algunas autoridades no ahorraban calificativos para describirle. La ministra de Fomento Magdalena Álvarez -que anunció que su ministerio "ha creado una comisión de investigación"- calificó el suceso de "horrible accidente" al igual que el alcalde Ruiz Gallardón, que declaró: "Hoy ha habido una enorme tragedia para la ciudad de Madrid, es un acontecimiento que nos deja a todos con sensación de profundo dolor y también de impotencia". El edil quiso agradecer a los servicios sanitarios su esfuerzo, que ha hecho que más de 25 personas estén en manos de profesionales. "Ojalá puedan salvar su vida", manifestó.
'Protocolo 11-M'
Debido a la magnitud del suceso, la Comunidad de Madrid activó en Barajas un dispositivo de emergencia concebido en el atentado del 11 de marzo y denominado 'Protocolo 11-M'. Así, participaron en este dispositivo más de 400 miembros de la Policía y de la Guardia Civil. Además, un total, de 70 bomberos de la Comunidad de Madrid colaboraron en la extinción del fuego que de inició en el avión en el siniestro y fue extinguido hacia las 16.30 horas. Este hecho favoreció el rescate de supervivientes. De éstos, se ocuparon más de dos centenares de especialistas sanitarios de Samur-Protección Civil que fueron enviados junto a una veintena de vehículos de soporte vital avanzado y otras 25 unidades de soporte vital básico.
También se desplazaron al lugar 20 forenses, algunos de ellos enviados como apoyo por la Generalitat de Cataluña, encargados de la identificación de los cadáveres ya que muchos de los fallecidos resultaron carbonizados. El juez de Instrucción número 11 de Madrid llevó a cabo el levantamiento de los cuerpos, y posteriormente se desplazó hasta el recito ferial Ifema, muy cercano al aeródromo, en donde el Ayuntamiento madrileño facilitó el pabellón 6, al que se fue trasladando a los cadáveres a medida que eran recuperados de la zona del siniestro. Será en esta instalación donde los forenses procedan a las autopsias para la identificación de las víctimas, labor que puede prolongarse durante varios días debido a que muchos de los cuerpos están totalmente carbonizados.
Para ayuda a los familiares se creó un grupo de especialistas que se repartieron entre el Ifema, hasta donde acudieron Gallardón y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, el aeropuerto de Madrid y el hotel Auditorium de la capital, que se habilitó para aquellos que tengan que pasar la noche en Madrid. Decenas de psicólogos se prestaron para ayudar ante la tragedia, y Cruz Roja colaboró también enviando efectivos como refuerzo. También el aeropuerto de Las Palmas facilitó una de sus salas VIP para informar a las familias, en donde se atendió a un total de 350 personas y posteriormente se fletaron varios vuelos desde la capital grancanaria hacia Madrid.
Por su parte, el Ejecutivo Autonómico decretó alerta para los hospitales españoles. Unos 500 profesionales de los centros de La Paz, Ramón y Cajal, Doce de Octubre, Niño Jesús e Infanta Sofía trataron a la veintena de supervivientes del siniestro, entre los que figuraban tres niños de 11, 8 y 6 años, así como una joven atendida en el Hospital Infanta Sofía que sufrió sólo contusiones, debido a que pudo saltar de los restos del aparato antes de perecer entre las llamas.
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